Cuando se piensa en Brasil como país y cultura desde el extranjero, vienen a la mente diversos lugares comunes; Río de Janeiro, el carnaval, la samba, el futbol, el amazonas, y si rascamos un poco más, quizás identifiquemos al ex presidente Lula, las favelas, sus ciudades coloniales como Salvador, Bahía, o modernas como Brasilia, y por supuesto Oscar Niemeyer de 104 años, como el arquitecto más viejo y famoso del mundo, aún en activo. No obstante, ese enorme país es mucho más, y si en terrenos de ciudad y arquitectura se trata, la sombra de Niemeyer hace mucho que los dejo de cubrir. En ese sentido, cabe una reflexión sobre la ciudad brasileña, más populosa, densa, contaminada, pero a la vez vital, pujante y dinámica: Sao Paulo.
Fundada en el siglo XVI, pero desarrollada hasta el siglo XX por la creciente industrialización, la capital del Estado de Sao Paulo, uno de los más ricos de Brasil, representa en su máxima expresión los contrastes y contradicciones de todas las ciudades latinoamericanas. Así, desde la avenida paulista y el barrio de Jardins, la imagen puede ser de primer mundo, pero desde sus periferias constatar la marginación más brutal. Su crecimiento desmedido y sin planificación, provoca caos vial, contaminación ambiental y falta de áreas verdes. Sin embargo, diversas iniciativas intentan contrarrestar los desequilibrios sociales, al desarrollar diversas obras de generación de espacios públicos, y programas como los C.E.U. (Centros de educación unificada) donde además de ofrecer escuelas, se generan centros comunitarios de fuerte impacto social. El desarrollo cultural ha corrido a la par con el económico e industrial, universidades como la de Sao Paulo (USP) y la Presbiteriana de Mackenzie han producido profesionales de alto nivel y en todas las áreas. Literatura, música, arte y arquitectura se expresan naturalmente desde libros, discos, conciertos, galerías, museos, centros culturales y espacios urbanos y arquitectónicos de gran calidad.
Entre los arquitectos, destacaríamos cinco por su contribución significativa al paisaje de la ciudad: Rino Levi (1901-1965), Oscar Niemeyer (1907), Lina Bo Bardi (1914-1992), Joao Batista Vilanova Artigas (1915-1985), y Paulo Mendes da Rocha (1928). El arquitecto Levi realizaría múltiples obras, justamente durante el periodo moderno, destacando varios cines, entre ellos el Ufa-Palacio y el Universo con la influencia marcada de Erich Mendelsohn por sus líneas expresionistas. Artigas dejaría en Sao Paulo una de las obras maestras de la arquitectura moderna brasileña, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la USP, con aquel brutalismo paulista del concreto aparente y los espacios diáfanos y continuos. La arquitecta Bo Bardi, de origen italiano, dejaría una profunda huella en la ciudad con proyectos notables, como el Museo de Arte de Sao Paulo y el SESC Pompeia.
Niemeyer con dos obras marcaría la modernidad de la ciudad, los edificios y “passarela” del Parque Ibirapuera, y el edificio Copan en el centro urbano. En los años cincuenta, Sao Paulo celebraría 400 años de fundación con diversas obras, la más importante, la de un nuevo parque, con pabellones de exposición, un gran andador-plaza cubierto, y un teatro, encomendados al arquitecto carioca Oscar Niemeyer, para entonces ya muy conocido por diversas obras en el país y previo al gran proyecto de Brasilia. El resultado fue deslumbrante, con aquella “passarela” sinuosa desparramada en el terreno, y los diversos edificios, el más famoso, donde se realizarían las Bienales de Arte y Arquitectura de Sao Paulo, resuelto a través de rampas continúas para ligar los distintos niveles de exposición. Copan resaltaría desde el principio por sus más de treinta niveles, su forma ondulada, los característicos partesoles y la combinación de usos, tanto comerciales y recreativos, como de habitación.
Por último, destacaríamos del arquitecto Mendes da Rocha, su museo de escultura, emplazado en un barrio residencial de Sao Paulo, con una escala discreta, casi anónima, y la remodelación de la Fototeca en el Barrio de la Luz, obra premiada en Europa, como lo mejor de la arquitectura latinoamericana. Al final, un reconocimiento a esta ciudad que puede espantar por su caos vial, pero a la vez deslumbrar por su vitalidad arquitectónica y cultural.
Noviembre, 2011