Enseñar arquitectura en la UAM-X. Por Alejandro Ochoa Vega

Cuando gane mi primera plaza de profesor temporal en la UAM-X, en noviembre de 1988, justo hace 25 años, me sentía muy satisfecho de llegar a una institución educativa con un perfil crítico y de apertura social, encajaba muy bien con mis antecedentes en la Universidad Autónoma de Sinaloa, y la maestría en investigación y docencia recién terminada en la UNAM. De entonces para acá, muchas cosas han pasado, en la UAM, de aquella ilusión inicial a un desencanto en los últimos años, en México, que iniciaba un difícil pero prometedor camino por la democracia, a un presente donde el PRI después de perder la presidencia en 2000, desde 2012 gobierna de nuevo con una imagen más reformista y ligada al capital, que transformadora desde la justicia social.

En ese contexto no muy alentador que digamos, planteo una reflexión sobre el reto y compromiso que significa ser docente e investigador en una universidad pública como la UAM, y en particular en la Unidad Xochimilco y su Sistema Modular. Veamos que enuncia el Plan de Estudios de la Licenciatura en Arquitectura, en sus objetivos generales:

Formar profesionales en el diseño de espacios arquitectónicos que comprendan el contexto en el que se inserta su hacer y los problemas que surgen de las necesidades socialmente relevantes. Que posean un enfoque crítico de la realidad, en la visión totalizadora del problema a solucionar; los conocimientos teóricos, técnicos y metodológicos así como las habilidades para resolver en equipos interdisciplinarios los problemas de su campo, en el lenguaje específico de su disciplina, con claro sentido de servicio a la comunidad.

Queda claro entonces, que se busca realizar propuestas de diseño para un contexto real y comprendido, donde la investigación de campo y la teoría de la arquitectura juegan un papel importante. A su vez, el enfoque crítico no puede construirse sin una visión histórica totalizadora y concreta, más allá de la visión estilística de la arquitectura en el tiempo. Por otro lado, la interdisciplina y el oficio específico, vertidos en un servicio a la comunidad. ¿Qué tanto cumplimos estos objetivos?, una pregunta compleja, que probablemente en las reuniones que la Licenciatura viene realizando desde hace meses en aras de redefinirse, pudieran identificarse algunas respuestas. En mi caso, sin haber podido ser parte integral de ese proceso de discusión, me atrevo a compartir algunas ideas y una posición, desde un hecho concreto sucedido el pasado 7 de octubre, cuando la Coordinación de la Licenciatura y el profesor Roberto Vélez organizaron un festejo por el Día del Arquitecto. La falta de comunicación interna, hizo que dicho evento se encimara con otro organizado por mi área de investigación, Procesos Históricos y Diseño, la Primera Jornada de Arquitectura Artesanal.

Por ser parte del comité organizador y comentarista en el evento de mi área, no tuve oportunidad de asistir al de la Carrera, en el nuestro el auditorio estuvo repleto, y supondría que en el otro también, puesto que las clases oficialmente se suspendieron. No obstante, por los ecos que he podido percibir de ambas iniciativas, me animo a suponer que respondieron a dos visiones de la arquitectura en una misma escuela; por un lado la que en el marco del Día del Arquitecto, privilegio la del profesional liberal y tradicional, a través de la conferencia de un arquitecto que mostró su obra, y de unos ejercicios propuestos a los grupos, donde desde maquetas se trabajaría la obra de diversos autores de talla internacional. En cambio, la Jornada de Arquitectura Artesanal, con la presencia de dos arquitectos traídos de Oaxaca, donde además de mostrar sus trabajos, invitaron a los alumnos presentes a sumarse a diversos proyectos de en ese Estado, donde las comunidades indígenas y de campesinos, requieren de las manos de arquitectos. Vale decir que hasta la fecha, penden desde lo alto de nuestro edificio, unos carteles gigantes con obras de arquitectos del “Star System”. ¿Eso pretendemos como referencia principal para nuestros egresados?. Digo, solo por preguntar.

 Jornada de Arquitecturas Artesanales, Dr. Alejandro Ochoa Vega, Arq. Juan José Santibañez, Arq. Joao Boto Caeiro, Dr. Luis F. Guerrero Baca, Arq. Josue Olguin  Fuente: Alfonso Maldonado G.    

    Carteles del Star System para el día del Arquitecto en la UAM Xochimilco  Fuente: Alfonso Maldonado G.

Noviembre, 2013

Las universidades como parte del problema. Por Eduardo Cadaval

Si todos nos quejamos del estado actual de la arquitectura pública en México ¿por qué no buscar las causas que han originado esta situación? Un ejercicio más riguroso nos pediría ir más allá para saber quiénes han sido los responsables y buscar cuáles son las posibles soluciones. Dicho análisis exhibiría muchos elementos que cumplirían la doble condición de ser responsables de lo sucedido y al mismo tiempo parte indispensable de la solución. En un lugar destacado se hallarían las universidades por su importancia y las repercusiones de lo que se  enseña en sus aulas, parece difícil conseguir cambio alguno si éste no ocurre también en los lugares donde se reflexiona y donde se dan los primeros pasos en la larga trayectoria de aprendizaje que requiere la profesión. 

México es el país con más escuelas de arquitectura del mundo. Sobra decir que muchas son auténticas bromas o entran en la  fantástica categoría “patito”.  Muchas otras creen que por estar cerca de Dios -según ellos- o tener rimbombantes nombres anglosajones, esquivan esta clasificación, pero la calidad de su enseñanza demuestra lo contrario. No es un tema menor el preguntarse cómo es que todas estas pseudo instituciones han logrando obtener un registro oficial para ofrecer un título universitario, tampoco lo es el que no exista una mínima supervisión sobre el tipo de educación que ofrecen.  En un país tan desigual como México, la calidad de la educación es un elemento que contribuye al  desequilibrio: si la calidad de la enseñanza es desigual, las oportunidades también lo serán.

Lo dramático es que las escuelas patito no son el verdadero problema. Sí lo son la mayoría de las grandes escuelas de arquitectura del país que, por omisión o enfoque, han contribuido a la situación actual. Las universidades no se han preocupado por construir un ámbito laboral apropiado donde sus egresados puedan desenvolverse. En las escuelas de arquitectura no existe un debate en torno a las  condiciones laborales o temas gremiales que permitan crear espacios para el adecuado ejercicio de la profesión. No hay ninguna discusión sobre cómo se debe gestionar la arquitectura pública del país. Nadie asesora o propone lineamientos a las dependencias gubernamentales sobre cómo deben llevarse a cabo los proyectos financiados con dinero público. Las instituciones académicas no ejercen presión alguna para que las cosas cambien y ni una sola facultad o escuela puede jactarse de ser pionera en este ámbito o de  tener expertos trabajando en temas de desarrollo laboral  o sobre condiciones equitativas para la profesión. Sus investigadores publican ensayo tras ensayo sobre arquitectura virreinal o sistemas paramétricos pero nadie trabaja sobre temas gremiales de urgente actualidad.

¿No parece irresponsable preocuparse solo por formar estudiantes y descuidar las condiciones en las que estos trabajarán?  ¿Cómo un profesor puede exigir el compromiso de sus alumnos sabiendo que al final se enfrentaran  a un sistema carente de reglas si él no hace nada por cambiarlo? En el caso de las universidades públicas este compromiso debería ser indiscutible. Como instituciones financiadas por el conjunto de la sociedad, su responsabilidad última debiera ir mucho mas allá de tan solo formar  licenciados. Deberían ser capaces de influir en otros ámbitos de  la profesión para así responder a las verdaderas demandas del país.

En el caso de las universidades privadas no existe ninguna razón para que esta exigencia fuese distinta, el problema es que muchas de ellas se han convertido en burdos negocios  donde los estudiantes son tratados como  clientes. No se les enseña, se les atiende.  Nadie reprueba y  lo importante es que los alumnos  estén cómodos y paguen su colegiatura. El propósito principal ya no es educar sino mantener la  maquinaria funcionando: que las inscripciones no caigan; y para eso las escuelas han de trabajar con temas atractivos aunque a veces resulten superficiales. Dejan de lado discusiones sobre el estado de la profesión y sus contingencias porque a sus ojos resultan de gestión o para malos arquitectos.

A quien considere que  exagero le pido se pregunte ¿qué papel juegan las universidades en el estado actual de la profesión y cuál es el que realmente deberían jugar? Las escuelas de arquitectura están cada día mas desligadas de las problemáticas reales de la profesión y lo que es peor es que se  consideran ajenas a muchas de las discusiones que afectan a ésta. En el caso particular de la que atañe a  la arquitectura  pública en México,  las universidades tendrían que aportar un poco de luz y claridad al tema,  ser uno de los epicentros del debate sobre cómo ésta se debe gestionar y presionar para que  las cosas se hagan de forma correcta. Tener profesores e investigadores proponiendo soluciones y explorando nuevos caminos que permitan, por ejemplo, crear condiciones claras y justas de contratación de proyectos y servicios. Brindando asesorías a gobiernos, ONGs o instancias financiadoras y coordinando grupos interdisciplinarios entre facultades para poder abordar los distintos aspectos que una reforma o ley requeriría.

Quizá lo más importante es que todo lo anterior permitirá crear una ambiente  donde los estudiantes  se formen en una nueva cultura de transparencia y exigencia en el rendimiento de cuentas. En el caso de cómo se gestiona la arquitectura pública del país no se logrará ningún cambio real si éste no cuenta con el respaldo del mundo universitario y, sobre todo, sin el apoyo y  la fuerza de los estudiantes y los arquitectos jóvenes. Intuyo que en este tema más pronto que tarde las nuevas generaciones terminarán por darnos una gran lección a todas las anteriores para ayudar a que las cosas cambien definitivamente.


Noviembre, 2013

Abriendo la puerta a la complejidad: Primer Seminario, Diseño, Innovación y Sustentabilidad. UAM Xochimilco. Por Jaell Durán Herrera

Vivimos tiempos de cambios vertiginosos, social y ambientalmente. Al igual que la morfología del planeta, las estructuras sociales se han transformado y se deterioran, a nivel global y local. Las heridas asoman en los conflictos territoriales, políticos, sociales y en las imágenes satelitales del planeta[1].

Sin embargo algunos postulados filosóficos revaloran la importancia de un pensamiento que integre, de manera casi aproximada a lo ideal, un sistema de conexiones entre materialidad y subjetividad,  entre tecnologías apropiadas pero apropiables y entre principios de ética local y civilidad mundial.

Si bien las capacidades de la sociedad y de los sistemas biológicos necesitan para sostenerse de tecnologías apropiadas, es necesario tomar consciencia sobre los otros aspectos inmateriales e inmanentes que están ligados a cualquier proceso de la naturaleza y del universo. El primero de ellos es nuestra relación con el ambiente,  a lo que llamamos principios o preceptos eco-éticos[2]; y los segundos son los aspectos antropoéticos[3], en los que se integra, de manera casi ideal, una triada: la relación del individuo con los seres que lo rodean y con su comunidad.

Para comprender la importancia de esta complementariedad, pensemos en la magnífica metáfora de Juan Villoro sobre el espejo retrovisor[4], en la que el espejo adquiere la condición de un oráculo. Así con esta idea, la historia se comprende hacia atrás pero se vive hacia adelante. Por eso la necesidad de recuperar un modelo holístico de observación de la realidad, aún en tiempos de teorías de lo complejo y del caos, es importante desde la perspectiva de equilibrio humano naturaleza, y humano comunidades. Estas preocupaciones son ancestrales y hoy adquieren vigencia, ahora estamos comprendiendo que el progreso no significa olvido del pasado.

El seminario fue un planteamiento de esta visión complementaria y equilibrada. Por eso la temáticas estuvieron intencionalmente divididas en dos ciclos: el primero de ellos correspondió a las lecturas y realidades diversas de las comunidades y sus localidades, los modos de comprensión individual de símbolos colectivos; los impactos de sinceridad, honestidad y responsabilidad ambiental que detonan los principios humanitarios de los profesionales del diseño en una comunidad; la identidad, los sueños y el subconsciente como fuente inagotable de creatividad en el campo del diseño y las satisfactorias experiencias que propician el trabajo con comunidades indígenas y colectivos. El segundo ciclo de conferencias trató temas directamente ligados con la experiencia, con el uso de ecotecnias para la naturación en los espacios urbanos, las lecciones de habitabilidad de los paradigmas de vivienda colectiva del pasado como base para las futuras propuestas de diseño habitacional;  y finalmente una interesante propuesta que mostró la inserción de la teoría de la complejidad en el diseño.

Ponencia: Neo-artesanía: diseño e innovación artesanal, Arq. Ismael Rodríguez 
Fuente: www.facebook.com/SeminarioDisenoInnovacionYSutentabilidad      

El primer fruto que espera cosechar este seminario, es el de un cambio de actitud de nuestra comunidad universitaria  hacia las problemáticas sociales y ambientales; la re conexión de las redes comunitarias que pueden ser venturosamente el soporte central en momentos de crisis y futuros acontecimientos críticos dentro de nuestra universidad y fuera de ella.

Así con esta puerta abierta a la complejidad inauguramos un camino de re conexiones favorables, en nuestras aulas y en la producción de un nuevo conocimiento para la sociedad, desde la plataforma de nuestra División de Ciencias y Artes para el Diseño.




[1] Véase el artículo de la revista digital Ecoosfera sobre las Heridas del paisaje Americano: fotos aéreas de granjas industriales. http://www.ecoosfera.com/2013/09/las-heridas-del-paisaje-americano-fotos-aereas-de-granjas-industriales/
[2] En relación a esto las corporaciones han aprovechado las problemáticas que ellas mismas ocasionaron ahora ofrecen soluciones verdes, tecnologías limpias, ecología y sustentabilidad a la medida del mercado, convirtiendo estas problemáticas en una oportunidades mercantilistas. Para mayor referencia véase a Fernando Martín Juez, Homoindicadores, http://www.cidi.unam.mx/popup/folleto_homo.pdf
[3] Concepto acuñado por Edgar Morin para describir una equilibrada participación humana con sus congéneres, con otras especies y con el ambiente. Véase Edgar Morin, La ética del género humano, documento pdf, ITAM.
[4] Veáse Juan Villoro, Espejo retrovisor, Seix Barral, México, 2013.

Noviembre, 2013