Conjunto Manacar, un ícono que se esfuma. Por Francisco Haroldo Alfaro Salazar y Alejandro Ochoa Vega

En febrero de este 2013 iniciaron las obras de demolición del otrora conjunto urbano Manacar, construido entre 1963 y 1965 en la confluencia de las avenidas Insurgentes y Río Mixcoac, al sur de la Ciudad de México. El proyecto original fue realizado por los arquitectos Enrique Carral, Héctor Meza y Víctor Bayardo, mismo que a lo largo de casi 50 años se convirtió en referente urbano por su expresión elegante y moderna, a partir de un bloque horizontal que albergaba una plaza comercial, el volumen sólido de una sala cinematográfica, una equilibrada torre de cristal para oficinas, y complementado todo con un estacionamiento resuelto en sótano y azotea. El esquema funcional se resolvía con pasajes interiores que comunicaban la zona comercial, el cine y la torre de oficinas con la plaza de acceso y las calles vecinas. Al exterior, fueron parte de la imagen urbana por muchos años tanto el Banco de Industria y Comercio como el Sanborn’s y la Librería de Cristal.


Conjunto Manacar. Fuente: Archivo AOV y FHAS

Aun cuando el conjunto empezó a sufrir alteraciones se mantenía vigente en sus usos mixtos y seguía cubriendo las necesidades contemporáneas. Ya en los años noventa del siglo pasado las alteraciones fueron agresivas, al cambiar el giro del restaurante y agregar texturas y colores a la fachada, sin relación con la imagen restante del conjunto. Por otra parte, la planta baja de la torre, por años libre y transparente, sólo con el vestíbulo y circulaciones verticales para acceder a los niveles superiores, fue ocupada por un local comercial.

En cuanto a la sala cinematográfica, funcionó como sala única alrededor de 30 años, pero a finales de los noventa se fragmento en nueve salas para la cadena Cinemex. Dicha intervención radical al interior, mantuvo el amplio vestíbulo original así como la blanca fachada ciega hacia la avenida Insurgentes y la pequeña calle transversal. En esas condiciones, el conjunto se mantuvo durante la primera década del siglo XXI, pero paulatinamente se cerraron las salas de cine, el restaurante, los locales comerciales y las oficinas. En 2011, con el conjunto cerrado y en obras de remodelación, se anunciaban trabajos para convertir al cine en casino, sin embargo, la desarrolladora DAHRNOS adquiere el terreno y autorización para demoler y hacer un nuevo proyecto urbano multifuncional de gran escala, con la autoría del arquitecto Teodoro González de León.

Ante estos hechos contundentes, que se suman a varios otros de años recientes que han mandado a la picota a esos viejos recintos de exhibición cinematográfica (tan distintivos por varias décadas del siglo XX y para el goce de varias generaciones como el Latino, Teresa y Paris entre otros) no queda más que preguntarnos, ¿Cuál es el siguiente, de los pocos que aún nos quedan?, ¿el Opera o el Orfeón?, ambos en condiciones de abandono, sino es que de ruina total.

Con una piel totalmente acristalada en la torre, el cine era el contraste con su fachada ciega, recubierta con una cerámica blanca y el bloque de unión era la zona comercial, horizontal y transparente que servía para armar el conjunto que ligaba a los dos volúmenes extremos. Efectivamente, el cine Manacar representó muy bien la etapa final de la tipología de gran formato, que lejos de las grandilocuencias en fachadas e interiores de los viejos recintos de las décadas de los años treinta y cuarenta, ya en los sesentas no perdían monumentalidad pero agregaban ligereza y modernidad, a través de luces indirectas, espacios diáfanos y un arte plástico de carácter abstracto. Es así como en el Manacar fue famoso ese telón del artista guatemalteco Carlos Mérida, desaparecido desde la fragmentación de los años noventa.


Vestibulo del cine. Fuente: Archivo AOV y FHAS

El conjunto Manacar y su cine fueron referentes de vida urbana desde el último tercio del siglo XX. Agotadas sus posibilidades de permanencia en un mercado inmobiliario que descubre nuestras carencias para valorar, proteger, conservar y reutilizar el parque construido, el conjunto ha cedido ante los embates de la transformación. Dado el carácter de la esquina referida, seguramente el nuevo proyecto se alzará con las innovaciones propias del siglo XXI, y con la visión de un mundo nuevo que se abre paso ante el pasado, demoliéndolo y dejando huérfana a la cultura contemporánea. La modernidad del siglo XX tuvo un excelente ejemplo en el Manacar y su memoria solo quedará en los registros que harán comprensible su historia, y cuyo hecho tangible ahora se ha esfumado.


Agosto, 2013

El "star system" de la arquitectura en México. Por Fernando Minaya

Arquitectura milagrosa, es el título de la libro de Llàtzer Moix (Anagrama, 2010), la cual aborda los años de la España que decidió edificar un país con gran frenesí e ímpetu. Todo lo anterior para superar aquella etapa de estancamiento de la modernidad industrializada, el fenómeno Guggenheim -como lo llama el autor- desencadenó una serie de esperanzas económicas y atracciones turísticas con edificios oníricos; estos fueron posibles a través de las grandes brands o marcas de arquitectos de renombre internacional, el “star system”, tales como Zaha Hadid, Norman Foster, Herzog y De Meuron, Peter Eisenman, Frank Gehry, Jean Nouvel, Rafael Moneo, Santiago Calatrava, entre otros.

Actualmente, en México existe un polo de atracción importante para realizar encargos de arquitectura a despachos internacionales, el financiamiento se ha realizado mayormente por parte de la iniciativa privada en contraste con la inversión pública. Podríamos decir que las estrellas de la arquitectura mundial han llegado a México, y también vienen acompañados, algunos de ellos, con el Premio Pritzker.

En la sección de las obras ya inauguradas o en proceso de finalización destaca la de I. M. Pei con el Centro Cultural Guanajuato en la ciudad de León, inaugurado en 2006. El planteamiento del proyecto pretende cohesionar la zona de cultura, entretenimiento, comercial y de negocios relacionados con el calzado y la piel. Otro edificio es el recién abierto Centro Roberto Garza Sada, de Arte, Arquitectura y Diseño de la Universidad de Monterrey. El conjunto destaca el color gris del concreto y los grandes claros que libra la estructura, en donde se distingue el arte como objeto conceptual. Y para la Ciudad de México, el Museo Jumex de la Ciudad de México del arquitecto inglés David Chipperfield, la obra se encuentra en construcción y su inauguración está planeada para este año; el proyecto se ubica en el conjunto conformado por la Plaza Carso, el Museo Soumaya y el Teatro Cervantes; el diseño refiere a una nave industrial similar a las que existieron en los predios donde se asienta todo el complejo. Finalmente, se alude la Torre Bancomer del afamado Richard Rogers y el no menos reconocido Ricardo Legorreta. El proyecto se localiza en el Paseo de la Reforma, una de las zonas más intervenidas en los últimos años de la capital mexicana. Ahí se encuentran la Estela de Luz, la Torre Mayor, y los históricos hitos urbanos como la puerta de Leones del Bosque de Chapultepec y la Secretaría de Salud, entre otros.

Otros proyectos se encuentran en curso, ya sea que pronto inician las obras o estén en el proceso de planeación. Norman Foster diseña dos torres que servirán para alojar viviendas y oficinas en  San Pedro Garza García, Monterrey; otro edificio es la Torre Mitikah por Richard Meier justo en el cruce de Rio Churubusco y Universidad, frente a las oficinas corporativas de Bancomer; en Iztapalapa el despacho Herzog y De Meuron desarrolla el diseño Programa de Zonas de Desarrollo Económico y Social del GDF, el cual estará integrado por la ciudad de la tecnología, de la salud, de gobierno, creativa y cultural, y verde. El último proyecto, en este rubro, es el Museo Internacional Barroco en Puebla por el recién laureado Toyo Ito; el MIB se convertirá en un nodo cultural y alternativo al Centro Histórico, además de estar cercano al sitio denominado Angelópolis.

El caso mexicano dista de ser similar a lo ocurrido en España, los proyectos son de menor escala, principalmente apoyados por capitales privados, sin embargo, no deja ser riesgoso financiar obra de alto costo. Principalmente se apoyan los espacios destinados al turismo o la cultura, no hay rutas similares a la arquitectura de la zona vinícola de La Rioja, o en su caso grandes eventos mundiales como lo fueron, en 1992, los Juegos Olímpicos en Barcelona. Solo es cuestión de tiempo, esperemos si el frenesí o y el ímpetu de importar arquitectura nos llegue o aprendamos de la crisis española y –como afirma el autor de la arquitectura milagrosa- sobre el “legado de obras impresionantes pero, en ocasiones, insensatas, desmesuradas e insostenibles”.

Para estas vacaciones valdría la pena visitar estos lugares, si los itinerarios coinciden con las ciudades y observar y juzgar los espacios públicos y urbanos, y en su caso, acercarse al proceso constructivo de algunas de ellas.


Julio, 2013