Viajar y
conocer también es parte del proceso de formación, aventurarse a nuevos
contextos, en principio desconocidos, resulta en un gran aprendizaje. Una
plática con alguien de otro lugar, de otro estado o país, nos enriquece en
muchos aspectos. Ese intercambio de saberes, no necesariamente académicos,
termina por ampliar nuestra visión de las cosas, nuestra perspectiva del mundo.
Un viaje puede ser tan corto como unas cuantas horas o tan largo como una vida;
queda claro que no es lo mismo un viaje turístico que un viaje por trabajo o,
en lo que incumbe a este texto, por movilidad estudiantil.