Rescate patrimonial y social: Academia Benning

 

Rescate patrimonial y social: Academia Benning

Aldo Alberto Ordaz Salas*

 

 

Una de las hipótesis más recurrentes que solemos plantear los que nos encontramos en el camino de la conservación es la de cuántas vidas puede tener un edificio. Al respecto, logramos presenciar la materialización de lo que significa reutilizar y dar una segunda oportunidad a un inmueble, en este caso, una edificación del siglo XIX en el Estado de Morelos. Como parte de las actividades del seminario de Crítica a los Proyectos de Reutilización, los alumnos de la Maestría en Reutilización del Patrimonio Edificado, Generación 2023-2025 de la UAM Xochimilco, acudimos a la visita de la Antigua Estación de Ferrocarril de Cuernavaca, un sitio que ha renacido después de un excelente proyecto arquitectónico, a cargo de los arquitectos Isidro Velázquez y Eduardo Heras, ahora convertida en la Academia Benning.

La Estación de Ferrocarril de Cuernavaca fue concluida en 1897 en una ruta que originalmente llegaría a Acapulco pero que finalmente solo llego a Iguala. El mismo presidente Porfirio Díaz acudió durante ese año a inaugurarla, haciendo un viaje desde la capital que por aquel entonces no era menor a 12 horas, en comparación con la hora y media que ahora se hace desde la terminal de autobuses de Taxqueña, al sur de la Ciudad de México. Como toda infraestructura federal, estas estaciones fueron construidas con tipologías que tendían a repetirse mecánicamente, y conforme a las necesidades que requiriera el sistema ferroviario nacional. Respecto a estaciones análogas a la de Cuernavaca, es posible encontrar su similar en una estación que se construyó en Colima durante fechas similares, constando ambas de una planta baja para salas de espera, talleres taquilla y los andenes, mientras que en la planta alta se encontraban habitaciones para un pequeño hotel.

Después de la Revolución Mexicana y prácticamente durante todo el siglo XX, la estación de Cuernavaca siguió conservando su actividad original, sin embargo, después del abandono ferroviario impulsado por el gobierno del presidente Ernesto Zedillo, la estación fue cerrada y abandonada en 1997.

La crónica de una muerte anunciada era inminente: a principios de los 2000 sufrió un incendio que terminó de definir el destino de la vieja estación, culminando así con el saqueo de los elementos que todavía se consideraban valiosos (puertas, barandales, ventanas). En lo que fueron los patios de la estación se invadieron por asentamientos populares, con altos índices de marginación y delincuencia.

Durante la visita tuvimos la fortuna de contar con la presencia del arquitecto Velázquez, quien nos relató a modo de cronología, el proceso que siguieron para generar el proyecto de rescate, haciendo mucho énfasis del escenario de abandono que presenciaron él y su equipo de diseño al llegar al sitio. Para 2016, la estación solamente funcionaba como una cortina que dividía estratos sociales en Cuernavaca; los mechinales en muros daban una pista del planteamiento estructural original ya inexistente, y las ruinas de la antigua estación funcionaban ahora solamente como basurero.

El arquitecto Velázquez comentaba precisamente sobre la utilidad de la basura y escombros que encontraron, ya que se analizaron cuidadosamente con la intención de obtener cualquier información de la preexistencia, que permitiera definir criterios de intervención lo más fiel y respetuosamente posible. Además, también se realizaron calas para conocer las fábricas de lo que quedaba en pie.

A nivel proyectual se hicieron alteraciones mínimas a la disposición espacial original, anexando únicamente un vano en un muro de la planta baja, para permitir la libre circulación entre niveles por medio de una escalera. A la misma, le fue restituida unos barandales en base a la información de los planos originales que arrojó la investigación histórica, muy importante también en este tipo de proyectos. Con respecto a la acústica que resulta un factor clave para edificios con vocación musical, la Academia Benning logró satisfacer con creces los requerimientos de aislamiento de sonido y de reverberación a partir del sistema estructural y de paneles textiles diseñados por los asesores en acústica del arquitecto. Velázquez.

Tito Quiroz, director de la academia y miembro de la familia Benning, se dio la oportunidad de enseñarnos cada uno de los espacios, al mismo tiempo que nos contaba cómo surgió todo, a partir de la iniciativa de sus padres, para apoyar el talento de niños mexicanos en condición de pobreza. A pesar de que la construcción fue financiada por autoridades federales y estatales, y de privados, Tito nos contó que la gestión durante los siete años de vida de la Academia, han sido difíciles debido a que no existe un interés genuino por financiar la operación por parte de la iniciativa pública y privada. Intereses políticos, la falta de compromiso por parte de empresarios, además de amenazas directas del crimen organizado, han dificultado la gestión del proyecto. Sin embargo, esto no ha sido motivo para dejar de operar si no todo lo contrario.

La Academia Benning se ha convertido en un foco cultural para el estado. A partir del programa 2X1, cualquier persona en general tiene la oportunidad de pagar sus clases y al mismo tiempo financiar la de los niños que viven en las colonias vecinas. Además, la calidad de la educación es notable ya que los docentes que imparten aquí sus clases son músicos profesionales egresados de los mejores conservatorios del país. En cuanto a oportunidades, a los niños de escasos recursos se les brindan instrumentos profesionales que pueden utilizar y llevar a casa, además de que tienen eventualmente la posibilidad de continuar su formación en Europa y Canadá.

Visitar la Academia Benning deja claro que la reutilización de espacios es imprescindible para la conservación del patrimonio, sin embargo, no se debe dejar de lado la posibilidad de encontrar un enfoque comunitario que contribuya a mejorar el tejido social en donde se realice la propuesta. En nuestra condición de conservadores del patrimonio, es importante que logremos entender que por más entusiastas que podamos ser de la restauración, esta puede no ser suficiente ni sostenible: en la medida de las posibilidades formales, espáciales y materiales que podamos encontrar en un caso de estudio. Es indispensable que busquemos nuevos usos y actividades que permitan al edificio sostener esa segunda vida a la que se aspira.


Vestíbulo de la Academia Benning donde se puede encontrar la maqueta de la intervención. Arriba también se observa el CCTV donde podemos ver en tiempo real cada una de las aulas diseñadas | Fotografía: Aldo Ordaz


Primer nivel de la Academia Benning donde se reutilizaron antiguas habitaciones del hotel y que ahora funcionan como aulas para la enseñanza de piano, canto y demás instrumentos | Fotografía: Aldo Ordaz


 
Miembros de la Maestría en Reutilización del Patrimonio Edificado Generación 2023- 2025 acompañados del Dr. Alejandro Ochoa, el Arq. Isidro Velázquez y Tito Quiroz | Fotografía: Alitzel Villagrán




*Arquitecto y estudiante de la Maestría en Reutilización del Patrimonio Edificado, UAM Xochimilco.

 

Septiembre de 2023.