Estimados amigos,
Seguramente notaron que, en estas últimas semanas, en Turquía ha habido algunas
movilizaciones sociales. Movilizaciones que en cierta medida han puesto el país a la puerta de una revolución. En solidaridad
con
mis
amigos turcos que están ahí manifestando y en el deseo de atizar nuestros debates, me propuse escribirles. Además, pensé que si bien mis análisis no son de especialista, al menos pudieran dar un testimonio.
Hace casi dos años que vivo aquí.
El ser testigo parcial de lo que aquí sucede ha definitivamente transformado mi manera de ver las cosas: en lo político, en lo social y en lo religioso. Digo parcial por dos razones: por un lado, pienso que e mi turco limitado me
hace
perder sutilezas que pudieran ser cruciales para construir un discurso; por otro, tengo aún trabajo por
hacer para comprender la historia que constituye este
país. Digo transformado mi manera
de ver las cosas
puesto que las manifestaciones
han afirmado
ese postulado foucaultiano
que
exige
construir
un
discurso
fuera de
ideas preconcebidas
recreando
clasificaciones propias
al objeto; alimentado esa
convicción marxista (o
bien
Irigoyeana) de que la arquitectura no es
estructural en la sociedad sino subordinada a lo político,
a lo
económico y por tanto a lo ideológico; y finalmente la urgente necesidad Hesseliana de indignarse(me).
Es difícil analizar la complejidad de
lo que aquí sucede. Comencemos
por
el detonante: la
arquitectura
y el urbanismo.
La decisión del gobierno de transformar Taksim, una plaza
pública (el "Zócalo" de Estambul) en un centro comercial.
Ecologistas fueron los primeros en reaccionar, la represión brutal de esta
minoría despertó al pueblo que,
harto de las decisiones políticas de los últimos años, se concentró en la
calle para manifestar su indignación contra el gobierno y su
solidaridad con si go mismo. Más allá de la construcción de proyectos megalómanos a una velocidad proporcionalmente asombrosa (al de Taksim podemos sumar muchos otros), la cuestión de lo urbano-arquitectónico es una metonimia y por tanto deja de ser estructural: el hastío nace del autoritarismo y de la pérdida sucesiva de la laicidad,
símbolo de la Turquía contemporánea.
Me permito entonces
enumerar
algunos
hechos
histórico-contemporáneos. Lo que hoy
conocemos
comoTurquía fue fundada por Atatürk (traducido: Padre de los turcos) quien a partir de la revolución de 1923 concibió, entre otras, una república laica (lo que hace que, por ejemplo, el velo sea prohibido en las escuelas y universidades o que las
mujeres ha yan
tenido primero el derecho al voto aquí antes que en
Francia) construida bajo una
visión occidental de desarrollo. A partir de la revolución, el país estuvo dirigido por una pseudodemocracia: un gobierno elegido por el sufragio, controlado por
sucesivas
dictaduras o golpes militares. Desde el 2002, Recep T. Erdogan, del partido de los hermanos musulmanes (que en Europa les dicen "Musulmanes
moderados"), es elegido como Primer Ministro. En un inicio, Erdogan fue aplaudido por intelectuales y
políticos nacionales e internacionalmente
(puesto que puso en jaque el lugar político que ocupaban las
fuerzas armadas y propulsó la economía del país). Sin embargo, durante la última década su gobierno, dinamizado por una ideología neoliberal,
religioso-
conservadora y no por menos megalómana, ha intentado destituir los símbolos de la identidad turca (Atatürk y
el laicismo) para restituir otros (él mismo, la religión y los orígenes Otomanos).
Bajo esta lógica, las políticas de desarrollo territorial se han centralizado en Estambul, al margen de una crisis
ambiental y social; también se han modificado leyes que
en nombre de los derechos individuales han permitido a la religión
penetrar en las escuelas. Por otro lado, el país vive una economía que, a pesar de sus cifras aparentemente dopadas, muestra
uno de los mayores porcentajes
de crecimiento a nivel
mundial, con una deuda externa en 0. Por ello
también muchos
dicen
(turcos o
extranjeros): "no hay que quejarse, económicamente estamos (están) bien". Pero como recordaría
Badiou, cuál es el precio de lo social
por
el crecimiento económico?...
Así podemos entender mejor lo que implica el hastío de los turcos. Que también es por la medida de fuerza y la forma en que se reprimió una pequeña manifestación ecologista. Es así como el levantamiento tuvo una fuerte resonancia en todo
el
territorio. Un levantamiento espontáneo que permitió concentrar bajo
una misma consigna grupos
de
diferente tradición, ideología o creencia. He aquí uno de los hechos que más me han impactado: encuentras reunidos en un
mismo
lugar grupos ultranacionalistas, de extrema izquierda, minorías culturales (kurdos, alevís, LGBT), de diversa creencia o convicción Ateos y musulmanes)... Así, cuando
te acercas a
las manifestaciones puedes ver a la musulmana bebiendo
de la botella de agua
de un travesti, a laicos en
short haciendo
un círculo alrededor de
musulmanes
durante la oración
para que puedan estos
últimos
tener un espacio sin
ser
interrumpidos, a personas de diferentes generaciones protestando (adolescentes, adultos e incluso
ancianos), a la
burguesa
saliendo de su
edificio para llevar
el desayuno a los campistas...
De mi parte, en lo que he podido seguir o acompañar, estoy bastante sorprendido por la manera en cómo los turcos se
reúnen
y manifiestan
en la calle. No imaginé que en tiempos
tan
turbulentos se
pudiera la gente manejar con
tal
disciplina y
fraternidad. La gente trabaja de día y protesta
de noche; ves marchar una multitud en la calle sin
que uno de él los se suba a la acera; los comerciantes protegen y apoyan a los protestantes; ves a los manifestantes, luego de cada concentración, organizarse en filas para recoger la basura; se organizan servicios gratuitos de veterinarios para los animales de la calle... El primer
ministro dijo: "a las madres que
están
en sus
casas, que por favor llamen a
sus
hijos de vuelta, que regresen para
protegerse de los terroristas de la calle", entonces las madres se tomaron de
manos y marcharon en cadenas en el
espacio público; el primer ministro dijo: "no
haremos
caso a la gentuza alcohólica",
entonces la gente camina por todos
lados
con una cerveza en la mano o hacen lluvia de alcohol
desde sus balcones; ves a la burguesa caminar
por
la calle de la colonia Chic
con una bandera y un cartel de consignas en el brazo mientras hace sus compras; ves la anciana lanzando piedras a los policías; testimonias un
fervor por
lo "turco", la
gente le hace boicot
a bancos
cambiando
sus cuentas de agencia
y
a cadenas
internacionales, clausurando espontáneamente Starbucks,
subways… algunos renunciaron a
sus
empleos.
La génesis de estas manifestaciones puso en evidencia otro fenómeno de escándalo: el papel que han asumido
los medios de comunicación para
cubrir
los hechos. Los primeros días, por ejemplo, mientras la policía atacaba
con una fuerza despiadada a la gente
en la calle, CNNTürk pasaba un documental de "pingüinos!"; también durante días no hacías
la diferencia
entre una noticia de un periódico a otro (todas a favor al gobierno).
Los
pocos medios que dijeron algo, por mínimo que fuera, están hoy multados por atentar contra la seguridad física y
psicológica de los niños. Si no fuera por facebook o twitter, ya esto hubiera acabado hace mucho y ni siquiera nos hubiéramos enterado que comenzó. Es por ello que uno de los
mecanismos de represión ha sido seguir los comentarios de la gente por Twiter para arrestarlos; la prisión en este caso vale por comentario s
como
"nos vemos al rato en el zócalo"
o "no vayan a esa esquina porque a lo mejor hay polis"... Sin embargo, la fuerza del movimiento es tal, que esto no ha
intimidado a los turcos.
Así, podría alargar este correo carta multiplicando eventos que te erizan la piel, no solo por el modo en cómo los turcos asumen la manifestación, sino también por cómo el gobierno los afronta. Es por ello que no hablé de los más de
50abogados que fueron arrestados y sacados violentamente del palacio de justicia en Estambul, del escándalo de los médicos arrestados por haber atendido a
los
heridos de las manifestaciones o el adolescente muerto
cuando le negaron la entrada al hospital pues debía antes registrarse en la policía..............
Como sea, bien lo dijo hace poco Serra Yilmaz, una actriz activista “aquí matamos el miedo, como Mc Beth”
o bien Ahmet Insel, un intelectual turco: “a pesar de todas las represiones, la libertad se ha podido respirar hoy en día durante estas manifestaciones"…
Al día de hoy, las manifestaciones han poco a poco mermado. Esto, seguido a la prohibición de la construcción del centro comercial. Sin embargo,
se
siente como las personas llevan
el movimiento a flor de piel. Hace unos días,
por
ejemplo, comenzó el
ramadán (ritual
de tradición musulmana
en la que los creyentes ayunan durante un mes) y la gente se reunió a hacer un picnic masivo en
la calle. Pienso que es difícil que el Primer ministro demisione. Sin embargo, la fuerza del
movimiento ha
permitido dar un
registro histórico-simbólico que hará
que bien Erdogan
o los que vengan después
de él, se manejen
con mayor cautela; así como el pueblo se demostró a
sí
mismo cómo unido,
no podrá ser
vencido.