Similitud y Fusil. Por V. Alfonso Maldonado Gómez

Estando en clase, en la revisión de proyectos, recuerdo haber escuchado varias veces la palabra fusilar, ya sea en tono de broma por parte de compañeros  o como un llamado de atención por parte de los profesores, esto refiriéndose a que lo presentado tenía una similitud con algún proyecto ya existente. Con el paso del tiempo pude percatarme de que esa situación no solo se presentaba en la vida académica, sino también en la profesional. El plagio es un tema que muchas veces causa controversia en las diferentes ramas del diseño, la arquitectura no es la excepción, ya sean arquitectos de renombre o no, en la actualidad podemos encontrar una infinidad de proyectos, con características o rasgos muy parecidos, por no decir que algunos parecen prácticamente trazados por la misma mano. Menciono todo lo anterior pues me parece interesante saber: ¿cuándo es que una simple referencia se convierte en una copia o aun peor, en un burdo intento de algo ya proyectado o hecho por alguien más?  

Está claro que nada surge de la nada, todo tiene un antecedente, una base, una historia. Desde la formación académica, hasta la vida profesional de un arquitecto,  al inicio de cada proyecto se suele recurrir a los modelos análogos,  ya sea de manera consciente o inconscientemente. Robert Campbell, crítico de arquitectura de The Boston Globe, en un artículo titulado The source of inspiration[1] (La fuente de inspiración) expresa que: “los arquitectos, como otros artistas, pueden ser engañosos acerca de sus fuentes”, a veces parece ser que las niegan, y en el mismo artículo hace mención a cuatro etapas de la creatividad, ver, absorber, olvidar y crear, “La persona creativa debe olvidar sus fuentes, para que no sienta que está simplemente imitándolas. Deben convertirse en una parte integral de él antes de que pueda utilizarlas.”

-Maritime Youth House, Copenhagen / BIG+JDS.
-Monumento Emblemático del 150 Aniversario de la Batalla de Puebla / TEN Arquitectos.

Quizás por eso mismo, sea que a un arquitecto se le considere joven entre los 35 y 40 años de edad, cuando empieza a producir buena arquitectura y al haber logrado acumular y adquirir cierta cantidad de experiencia e información, de la cual puede recurrir y manipular cuando lo necesite. En un caso contrario, podría ser que ante la incapacidad de una persona por poder plasmar o proyectar sus ideas con claridad, recurre al mal uso de las referencias, terminando por cometer un copy-paste. Aquí vendría a colación, como recurso para evitar tal circunstancia, mencionar la insistencia por parte de algunos profesores hacia sus alumnos de seguir estudiando y captando información, hacer algún posgrado o diplomado, asistir a congresos, leer, el no quedarse estáticos o estancados, en un tiempo y estilo.

-MUAC, Ciudad de México / Teodoro González de León.
-Biblioteca EPM, Medellín / Felipe Uribe de Bedout.

Al final, me parece que difícilmente se podría señalar con seguridad a quien cometió un vil fusil y quien solo hizo una “cita”, esa intención solo lo sabrá y quedara a conciencia de quien lo haya realizado, ya sea para obtener una buena calificación, ganar un contrato o en verdad para tratar de realizar un aporte propio.



[1] The source of inspiration, Architectural Record, 1 Febrero 2004.

Febrero 2014

Carlos Mijares Bracho. Retrato malhablado. Por Eduardo Basurto Salazar

Antes que nada, quiero dejar en claro que me resulta extremadamente difícil cumplir con la solicitud de Alejandro Ochoa: escribir sobre el arquitecto Carlos Mijares. Esto por varias razones, entre ellas el tener el enorme privilegio de contar con su amistad y por ello tener el riesgo de caer en el sentimentalismo. El haber iniciado y participado con él en proyectos como Menhir hace ya más de 20 años y conocer de su gran interés por la difusión de la arquitectura, además por la gran cantidad de publicaciones realizadas acerca de su obra, la más reciente en Artes de México, así como los textos, libros y documentos realizados por él sobre la teoría y el oficio de la arquitectura, lo cual me deja poco que decir.

Es por ello que se me ocurre contar fragmentos que recuerdo compartiendo momentos que me hicieron pensar: -¡¡¡este es un bato chingón!!!- (para aquellos que no están familiarizados con este adjetivo, significa, según el diccionario de la Real Academia Española de mi IPhone De muy buena calidad o factura).

 Arq. Carlos Mijares Bracho Fuente: Eduardo Basurto Salazar

En los noventa, en el ISAD (Instituto Superior de Arquitectura y Diseño A.C., en la ciudad de Chihuahua), a raíz de un seminario sobre el aprendizaje y la enseñanza de la arquitectura, invitamos a Carlos a participar como ponente y asesor sobre el tema. A lo largo de una semana, se realizó el seminario, Carlos presentó su ponencia y conversó con estudiantes y profesores. Al final se organizó, a manera de clausura, una comida en Santa Eulalia con viandas y brebajes típicos del norte (ergo: carne asada y barril(es) de cerveza) con todos los participantes; estudiantes, profesores, demás asesores y ponentes (entre ellos Macario Aguirre, el Vico y Mario Macalpin).

Durante la comida, en torno a una larga mesa con todos los asistentes, se suscitó un acontecimiento (catarsis diría) a raíz de una pregunta que una de las estudiantes le hizo a Carlos. La pregunta, si mal no recuerdo, giraba en torno a lo que significaba ser arquitecto y hacer arquitectura. De manera improvisada Carlos respondió, modestamente como lo suele hacer, pero como si tuviera el texto debidamente redactado en una pantalla frente a él. Puso el acento en las frases significativas, las palabras, las sílabas y las letras precisas, cada una en su lugar y con el tono correspondiente, tejiendo con ello un discurso, el cual dio como resultado que al final de su exposición, todo el mundo se levantara de su asiento, y en silencio, sin aplaudir, se tomaran de la mano para expresar profundamente su agradecimiento y expresar un momento de aprendizaje.

 Arq. Carlos Mijares Bracho Fuente: Eduardo Basurto Salazar

Ahí comprendí que su discurso, expresaba (y expresa) no sólo una manera de hablar de arquitectura y concebir el oficio del arquitecto, sino de materializarlo como sólo él lo sabe hacer. Con ello aprendí, que la manera en que construye un discurso, verbal o textual, guarda una íntima correspondencia con la forma de pensar el diseñar y construir. Como en su discurso frente a los estudiantes, pone el acento en el detalle, como colocar un tabique encima de otro (las letras), para construir una bóveda, un arco o un dintel (las frases), imprimiendo una gramática precisa, para expresar una retórica, entendida esta, como el arte de dar eficacia y significado al lenguaje de su obra (el discurso).

En otra ocasión, en un convivio en la tarde en el patio de su casa de Coyoacán, al final de una comida, de esas que te dejan con ganas de…más (una de mis afinidades con el Maestro, lo sibarita) nos ofreció un café endiablado (mezcla de diversas hierbas con un café cargado). Maestro, le pregunto, qué es eso?, me respondió, eso no es, se siente, te introduce un calorcito que sube, sube y sube... Produce un estado de ánimo lúdico. Después de beber una taza te provoca una euforia difícil de contener, sobretodo con respecto al sexo opuesto (otra de nuestras afinidades).

Arq. Carlos Mijares Bracho Fuente: Eduardo Basurto Salazar

Ahí comprendí y confirmé, este es un bato chingón.

Febrero, 2014

Un gigante modesto (nota sobre Carlos Mijares). Por Pablo Quintero Valladares

Este texto pretende señalar brevemente algunas características que encuentro significativas para entender a Carlos Mijares y a su obra. Le he escuchado en diversas conferencias, he visitado algunas de sus obras, nos ha orientado en la realización de varios proyectos. Pero, sobre todo, tengo la fortuna de compartir con él una profunda amistad.[1]

Le conocí hacia 1990 en algún homenaje a Barragán y coincidimos en varias ocasiones, pero la cercanía se incrementó particularmente a partir del año 2000 en el que hicimos un viaje a Portugal y en donde, con nuestras respectivas familias, recorrimos y descubrimos para nosotros ese país maravilloso. Como cosa poco habitual, hicimos coincidir tres generaciones: la de Carlos y Malena, seguido de sus hijas, Carminha y yo y, finalmente nuestras niñas que entonces eran pequeñas. La duda se disipó rápidamente pues la convivencia fue de inmediato muy grata, lo cual se facilitaba entre otras cosas por la esmerada programación del viaje que ellos hicieron así como por el apoyo para la lengua (engañosamente semejante al español) que nos brindaba mi esposa, quien vivió mucho años en Brasil. A raíz de aquella experiencia la amistad con Carlos  se consolidó y se mantiene cercana.

Sala Manuel M. Ponce, Arq. Dolores Martínez Orralde, Arq. Carlos Mijares Bracho, Arq. Fernando González Gortazar.   
Fuente: Dulce Ma. García Lizárraga

La obra de Carlos Mijares consigue, a partir del conocimiento de distintas arquitecturas, hacer una arquitectura para este lugar y este tiempo y, en tanto ha conseguido alcanzar la excelencia, aporta para otros lugares y tiempos; es decir, ha conseguido realizar ese singular proceso de ida y vuelta en el que lo universal se materializa en lo particular para (por su calidad) volverse nuevamente universal. En esta línea, la producción de Carlos puede plantearse como una alternativa verdaderamente valiosa en el contexto mexicano de este flamante siglo puesnos ofrece un camino original en diversos sentidos; tanto en sus aportaciones para la experiencia del espacio como por sus riquísimas evocaciones. Carlos Mijares personaliza una paradoja: su obra es claramente contemporánea, al tiempo que está exenta de concesiones a la moda; es una obra que le apuesta a la permanencia vital, no al consumo.

Y, como dice el dicho: de lo bueno poco, la obra de Mijares no es excepción, más aún considerando que él se ha permitido adicionalmente otro filtro: no ocuparse particularmente por conseguir a toda costa encargos o notoriedad; así, ha avanzado en la construcción de su particular discurso, donde se evidencia el acierto para establecer una lectura fina del sitio y poder tomar la palabra. Por ejemplo, es clara su capacidad de apreciar y sacar partido a los materiales convenientes así como de entender las posibilidades de los constructores y operarios con que se cuenta. En este sentido son notables (y característica clave de su arquitectura) las obras de ladrillo, transformándolo en un personaje polifacético que permite la configuración de espacios con un lenguaje variado en razón del orden cuidado de la escala, de la luz y sus matices. Se trata de una suerte de trabajo de equipo de millares de piezas las cuales, dispuestas de tantas maneras (en arcos, trompas, columnas, ventanas), nos capturan. Es la experiencia intensa de la manifestación tectónica de la arquitectura.

Otro aspecto significativo es su particular actividad docente. Más allá de sus muchos años en diversas universidades y sus numerosas charlas (pues Carlos Mijares es por cierto también un notable conversador), conviene enfatizar la certeza de sus correcciones con un profundo, respetuoso (y a veces devastador) sentido crítico. Quizás apoyado en su experiencia como jurado de concursos, resulta notable su capacidad de comprensión de los proyectos, ya que rápidamente atina a lo sustantivo de una propuesta. Aparte de las reflexiones acerca de los proyectos, vale la pena subrayar su capacidad de lectura de los edificios. Como si fueran libros abiertos, resulta particularmente grato compartir un recorrido con quien encuentra cosas esenciales y las participa con sencillez y naturalidad. Esta facilidad para mostrar la arquitectura se traduce también en su constante interés por promover la cultura arquitectónica.

Finalmente (o, de inicio), para entender a Carlos Mijares, este boceto incluye necesariamente la mención especial que merece Malena Fernández, su esposa. Cuando en 1985 se realizaron en la UAM una serie de conferencias en las que 18 arquitectos exponían su práctica profesional y académica[2], sólo Mijareshace referencia explícita a su familia. Más adelante entendí la razón; Malena Fernández fue ciertamente una mujer extraordinaria; quizás, si una cualidad entre tantas hubiese de destacar, mencionaría su excepcional calidez. Por esto, si bien compartir y disfrutar nuestra profesión es lo que en principio nos convoca, sigo viendo a Carlosen la compañía afectuosa y solidaria, aún si ya no físicamente, de Malena.

En fin, estas y otras experiencias en torno a la arquitectura han sido base para apreciar otra dimensión: su calidad humana y, con ésta, su enorme gusto por la vida, la amistad, la música, la comida… .  Resulta estimulante saber que contamos con estos adelantados compañeros de viaje.



[1]Esta texto fue realizado inicialmente para acompañar el catálogo de una exposición sobre Carlos Mijares; fue publicado en la serie monografías, Ministerio de Fomento, Madrid, 2000. Para responder a la invitación del Dr. Alejandro Ochoa lo he revisado y tiene esta nueva versión.

[2]Estas conferencias fueron publicadas con el título: MODERNIDAD EN LA ARQUITECTURA MEXICANA, 18 protagonistas. UAM X, CyAD, 1990.

Febrero, 2014

Mijares y la experimentación. Por José Ángel Campos Salgado

El ejercicio de la arquitectura, si se hace responsablemente, obliga a una cuidadosa experimentación comprometida con el uso que tendrá lo edificado, con los sujetos que ocuparan sus espacios y con el espacio mismo que a su vez estará definido por la materialidad de la arquitectura. A esta correlación de factores hay que añadir el entorno,  donde Carlos Mijares diría que es mejor “ubicarse en el coro que intentar siempre ser el solista”. Y precisamente este gran arquitecto nos da ejemplo de lo que significa el compromiso con todos esos requerimientos. Su trabajo parte de una primera búsqueda donde la preocupación será cómo darle un sentido más humano, cabe decir, táctil, a la arquitectura moderna, cómo hacer que el concreto pierda su frialdad, su condición de piedra artificial, inerte y ajena a quien la toque. Y para ello estudia con cuidado la cimbra que dejará su huella aparente una vez retirada, y combinará este material con tímpanos de ladrillo en aparejos no convencionales.

Christ Church, Ciudad de México Fuente: www.existelo.tumblr.com

Este último material será en sus mejores obras un amigo, un compañero y un cómplice, recuperando su nobleza, su versatilidad y sus capacidades naturales. Mijares experimenta con el ladrillo apoyado en la tradición, lo usa para muros, arcos, trompas y bóvedas y cada vez arriesga más sin modificar el material en su estado original. Lo que exige esta tarea es el dominio del oficio que quiere decir: conocer y manejar las reglas de la geometría con la se pueden combinar diversas formas y volúmenes, saber de las capacidades de trabajo de cada material y la manera en que se comporta cuando se reúne o se combina con otros materiales, manejar con destreza los instrumentos y materiales que permiten expresar las ideas y comunicarlas a quienes estarán a cargo de construir lo proyectado, saber observar lo existente en el lugar y tener el juicio suficiente para adoptar una posición que respete y mejore esas condiciones y finalmente, considerar con toda sabiduría las capacidades de los trabajadores, sus casi siempre precarias condiciones de vida y su entrega comprometida con lo que será el fruto de sus esfuerzos físicos y emocionales.

Christ Church, Ciudad de México Fuente: www.existelo.tumblr.com

Todo esto está en el trabajo de Carlos Mijares y ha alcanzado tal nivel que indudablemente merece el más alto grado académico que puede conferir una institución educativa, porque además de su trabajo profesional ha sido un desinteresado formador de nuevos arquitectos, con su ejemplo y transmitiendo en el aula y el auditorio todo lo que sabe, sin guardarse nada de sus secretos. Pero aun debemos reflexionar sobre otro aspecto: la enorme diferencia de su arquitectura es que al pasar de los años alcanza hoy una presencia simbólica, un reconocimiento como marca de un lugar. Sus usuarios saben que están dentro de una obra mayor de arquitectura y la cuidan, la miman y la presumen. Esta es una gran diferencia frente a las últimas búsquedas que realizan los arquitectos que están de moda, los que salen en las revistas o en las recopilaciones de los mejor del inicio del siglo XXI, como pomposamente se hacen llamar estos escaparates de la irreflexión. Se trata de una arquitectura del espectáculo, para un público que ha sido educado por la televisión comercial, el cine de tercera dimensión y la publicidad que impone la forma de vida de una clase social que sueña con encontrarse en otro país. El mundo del consumo donde los objetos están planeados para ser sustituidos por otros en una siguiente etapa de la moda, que por sí misma debe ir cambiando todo el tiempo.

Espacio Lúdico, Bogotá, Colombia Fuente: Carlos Mijares B.

La arquitectura de Mijares es lo contrario, se trata como él mismo dice, de demorarse en el disfrute del espacio, de transitarlo lentamente para saborear cada rayo de luz que acaricia la textura del ladrillo de sus muros, de dejarse acariciar por los rayos de luz que proyectan sobras sorprendentes delante de nuestros pasos; la serenidad está detrás de sus experimentaciones y el resultado nos deja para las nuevas generaciones, las lecciones de una vida que se vive y se disfruta en comunidad. Celebremos que aun nos viva para intercambiar con él ese gozo.

Febrero 2014

Concursos para estudiantes de arquitectura. Por Omar Sandoval Hernández

Para muchos profesionales de la arquitectura los concursos simplemente son una práctica insostenible porque demandan mucho tiempo, dinero y la posibilidad de resultar ganador es prácticamente mínima, además de agregar que en nuestro país en los últimos años la creación de edificios públicos en su mayoría han sido asignados de manera directa o a través de concursos por invitación, por lo que nuestra profesión no cuenta con una cultura sólida para concursar proyectos.

En contraparte, es cierto que los concursos son la dinámica más sana y democrática para obtener un mejor resultado en la elección del mejor proyecto, ya que se trata de una actividad colectiva, en donde los participantes ya sean ganadores o no, todos, aportan ideas y diversidad de estrategias para abordar el problema a diseñar.
¿Cuál es la situación en la que nos encontramos los estudiantes de arquitectura? ¿Cuál es el objetivo de participar en concursos?, se dice que la mejor manera de aprender arquitectura es haciéndola y la mejor manera de hacerla es practicando. Para mí, los concursos son una práctica lúdica, es decir; aprendes jugando. Creo que los concursos son como un juego, a veces ganas, a veces pierdes, pero siempre habrá algo importante que rescatar, como bien lo dice el maestro Carlos Mijares:

“El juego de la arquitectura, un juego, si, un mundo que se crea, especial, espacial, con sus principios (qué) y sus propósitos (para qué), con sus tácticas (cómo) y sus propias piezas (con qué), con su campo de juego (dónde), su tiempo particular (cuándo), sus razonamientos (por qué), sus jugadores (quién) y, por supuesto, sus espectadores (para quién). Como en todo juego, lo importante serán tanto los principios (precisos y abiertos) y los propósitos (claros pero no previstos) como el modo particular de haber sido jugado en cierta ocasión, bajo determinadas circunstancias. De aquí nace la posibilidad de seguir jugándolo sin necesidad de repetirlo, de aprender algo cada vez que se juega y de transformar sus tácticas y sus estrategias para producir nuevas y apasionantes experiencias; de ahí también la necesidad de cumplir sus reglas, de conocer sus principios, de practicarlo en sus campos, de dominarlo gradualmente con la práctica y de reconocer sus límites, para en verdad jugar ése juego y no otro”.[1]

Por esta idea lúdica es que creo que cada vez los concursos cobran más importancia durante la formación de estudiantes de todo el mundo, puesto que el proceso tiene una chispa que provoca en los participantes un aliciente y un ambiente positivo de trabajo, independientemente de resultar ganador o no; el espíritu de aprendizaje crea una batalla interior, el dar siempre lo mejor de uno mismo. En cambio, la dinámica del Taller de proyectos escolar en que la mayoría de las veces es muy cerrada y tediosa, no se vive la misma experiencia. Es esa chispa la que creo que ha propiciado involuntariamente, que las escuelas de arquitectura y los profesores de todo el mundo involucren la dinámica del concurso como parte de la curricula.

En esta práctica lúdica; los concursos,  existen ciertas reglas y ciertos principios que tenemos que conocer respecto a las circunstancias del proyecto: el qué, para qué, cómo, con qué, dónde, cuándo, por qué, quién y para quién. Estos principios son los que al final enriquecen a todos los participantes de un concurso, porque es impresionante la diversidad con la que cada persona o equipo de trabajo aborda el mismo tema de estudio, y cómo es que estos principios se reflejan en el resultado final del proyecto. Esto sin duda, significa un aprendizaje muy importante, pues con esta práctica colectiva, se pueden identificar aciertos, errores, dudas, y encontrar siempre una mejor solución, apoyándose en los resultados y trabajo de los demás.

Los concursos pueden ser otra herramienta que ayude en el fortalecimiento del  aprendizaje de un estudiante, son una oportunidad para superar nuestros propios límites puesto que nos encontramos en un momento importante, por todo lo que el internet y las nuevas tecnologías nos ofrecen. Ahora tenemos la oportunidad de compartir nuestro trabajo y aprender de cualquier estudiante, escuela de arquitectura en el mundo; estamos abiertos a cualquier posibilidad, no existe ninguna barrera para tener colegas de Suiza, Japón, Chile o cualquier parte del mundo o interior de nuestro país. Ahora existe esa oportunidad, y los concursos son la plataforma que hacen posible ese encuentro virtual y físico.

27 Premio a la Composición Arquitectónica Alberto J. Pani. Concurso Corto. MUCA,  Facultad de Arquitectura, UNAM. 
Fuente: Omar Sandoval H.

Mucho se habla de que si la arquitectura se puede enseñar, o de las mejores maneras para aprender, también de la situación en la que hoy en día se encuentran las escuelas de arquitectura, de que si están en crisis o que si son demasiadas. En mi opinión como estudiante, creo que es importante que todos los que estén involucrados tanto en la enseñanza y el aprendizaje de la arquitectura deban tener siempre en cuenta, eso a lo que el maestro Carlos Mijares denomina espíritu de aprendizaje, porque como bien lo dice, si alguien quiere llegar a ser arquitecto debe saber que el espíritu de aprendizaje no se limita a la etapa académica, sino que es necesario mantenerlo toda la vida.



[1] Carlos Mijares, Transitos y demoras. Esbozo sobre el quehacer arquitectónico. Universidad Piloto de Colombia, Bogotá, 2008.

Febrero, 2014

Las autopistas urbanas ¿Una opción de movilidad? Por Fernando Minaya Hernández

En años recientes, la construcción de autopistas urbanas dentro y en los alrededores al Distrito Federal ha permitido una mejoría en la movilidad de los habitantes de la Zona Metropolitana del Valle de México, pero ello ha conllevado costos de uso y de otras opciones de transportes.

En el D. F. se inauguro, a finales de 2012, el primer tramo de la Autopista Urbana Norte que va desde Cuatro Caminos hasta San Antonio, el cual se complementa con el tramo, construido años atrás, en el Estado de México, Cuatro Caminos hasta la autopista México-Querétaro. A partir de estas obras se han erigido más autopistas urbanas en tiempo record, ya que son financiadas desde su diseño hasta la operación por títulos de concesión a empresas privadas; en este sentido, el peaje es uno de los principales objetos de crítica para la movilidad del siglo XXI, además de los problemas de incorporación con las vías existentes de la ciudad y un aumento en el uso del automóvil.

Autopistas como Ecatepec-Naucalpan,  San Antonio-Cuemanco, Santa Fe-San Jerónimo son parte de proyectos integrales de mejora vial en tiempos de recorrido, reducción de contaminantes, ampliación de la red de transporte, entre otros. Estas obras pretenden liberar zonas de la ciudad que se encontraban con congestionamientos de transporte de carga y desviar la circulación vehicular de los centros de ciudad. Estos esfuerzos, en general poco ayudan a la ciudad en el largo plazo, ya que por un lado el cobro permite la elección de rutas sin costo, además de la privatización de la vialidad ante los problemas de deficiencia y ausencia de transportes públicos masivos como los sería los autobuses articulados, el Metro o nuevos sistemas ferroviarios para desincentivar el uso del automóvil.

En los problemas de la ciudad, y en específico de la movilidad, los países de orientales como Japón o Hong Kong han optado por autopistas con sistemas paralelos de transporte público masivo, para resolver de una manera más equitativa para quien tiene auto, y en su caso para los que prefieren los sistemas ferroviarios de transporte. En cuanto Europa, las soluciones se han encaminado a reforzar y mejorar las vías de trenes existentes con nuevos sistemas de alta velocidad para la conexión las zonas conurbadas de sus metrópolis. Otro fenómeno importante es la imagen urbana de los segundos pisos, ya que al no existir espacio en la traza, se sobre pone la autopista en trazos de arterias existentes, creando así problemas de diseño entre los edificios y las partes bajas de las nuevas vialidades.


Autopista Urbana Sur.  Fuente: http://www.obras.df.gob.mx

Si bien las autopistas urbanas son una opción, esta no debería ser la única, el planteamiento está condicionado a que fuese un plan integral, que contemple a todas los estratos sociales y las diversas posibilidades de transporte para una ciudad con millones de habitantes desplazándose de diferentes formas y en horarios diversos.

Enero, 2014