Concursos para estudiantes de arquitectura. Por Omar Sandoval Hernández

Para muchos profesionales de la arquitectura los concursos simplemente son una práctica insostenible porque demandan mucho tiempo, dinero y la posibilidad de resultar ganador es prácticamente mínima, además de agregar que en nuestro país en los últimos años la creación de edificios públicos en su mayoría han sido asignados de manera directa o a través de concursos por invitación, por lo que nuestra profesión no cuenta con una cultura sólida para concursar proyectos.

En contraparte, es cierto que los concursos son la dinámica más sana y democrática para obtener un mejor resultado en la elección del mejor proyecto, ya que se trata de una actividad colectiva, en donde los participantes ya sean ganadores o no, todos, aportan ideas y diversidad de estrategias para abordar el problema a diseñar.
¿Cuál es la situación en la que nos encontramos los estudiantes de arquitectura? ¿Cuál es el objetivo de participar en concursos?, se dice que la mejor manera de aprender arquitectura es haciéndola y la mejor manera de hacerla es practicando. Para mí, los concursos son una práctica lúdica, es decir; aprendes jugando. Creo que los concursos son como un juego, a veces ganas, a veces pierdes, pero siempre habrá algo importante que rescatar, como bien lo dice el maestro Carlos Mijares:

“El juego de la arquitectura, un juego, si, un mundo que se crea, especial, espacial, con sus principios (qué) y sus propósitos (para qué), con sus tácticas (cómo) y sus propias piezas (con qué), con su campo de juego (dónde), su tiempo particular (cuándo), sus razonamientos (por qué), sus jugadores (quién) y, por supuesto, sus espectadores (para quién). Como en todo juego, lo importante serán tanto los principios (precisos y abiertos) y los propósitos (claros pero no previstos) como el modo particular de haber sido jugado en cierta ocasión, bajo determinadas circunstancias. De aquí nace la posibilidad de seguir jugándolo sin necesidad de repetirlo, de aprender algo cada vez que se juega y de transformar sus tácticas y sus estrategias para producir nuevas y apasionantes experiencias; de ahí también la necesidad de cumplir sus reglas, de conocer sus principios, de practicarlo en sus campos, de dominarlo gradualmente con la práctica y de reconocer sus límites, para en verdad jugar ése juego y no otro”.[1]

Por esta idea lúdica es que creo que cada vez los concursos cobran más importancia durante la formación de estudiantes de todo el mundo, puesto que el proceso tiene una chispa que provoca en los participantes un aliciente y un ambiente positivo de trabajo, independientemente de resultar ganador o no; el espíritu de aprendizaje crea una batalla interior, el dar siempre lo mejor de uno mismo. En cambio, la dinámica del Taller de proyectos escolar en que la mayoría de las veces es muy cerrada y tediosa, no se vive la misma experiencia. Es esa chispa la que creo que ha propiciado involuntariamente, que las escuelas de arquitectura y los profesores de todo el mundo involucren la dinámica del concurso como parte de la curricula.

En esta práctica lúdica; los concursos,  existen ciertas reglas y ciertos principios que tenemos que conocer respecto a las circunstancias del proyecto: el qué, para qué, cómo, con qué, dónde, cuándo, por qué, quién y para quién. Estos principios son los que al final enriquecen a todos los participantes de un concurso, porque es impresionante la diversidad con la que cada persona o equipo de trabajo aborda el mismo tema de estudio, y cómo es que estos principios se reflejan en el resultado final del proyecto. Esto sin duda, significa un aprendizaje muy importante, pues con esta práctica colectiva, se pueden identificar aciertos, errores, dudas, y encontrar siempre una mejor solución, apoyándose en los resultados y trabajo de los demás.

Los concursos pueden ser otra herramienta que ayude en el fortalecimiento del  aprendizaje de un estudiante, son una oportunidad para superar nuestros propios límites puesto que nos encontramos en un momento importante, por todo lo que el internet y las nuevas tecnologías nos ofrecen. Ahora tenemos la oportunidad de compartir nuestro trabajo y aprender de cualquier estudiante, escuela de arquitectura en el mundo; estamos abiertos a cualquier posibilidad, no existe ninguna barrera para tener colegas de Suiza, Japón, Chile o cualquier parte del mundo o interior de nuestro país. Ahora existe esa oportunidad, y los concursos son la plataforma que hacen posible ese encuentro virtual y físico.

27 Premio a la Composición Arquitectónica Alberto J. Pani. Concurso Corto. MUCA,  Facultad de Arquitectura, UNAM. 
Fuente: Omar Sandoval H.

Mucho se habla de que si la arquitectura se puede enseñar, o de las mejores maneras para aprender, también de la situación en la que hoy en día se encuentran las escuelas de arquitectura, de que si están en crisis o que si son demasiadas. En mi opinión como estudiante, creo que es importante que todos los que estén involucrados tanto en la enseñanza y el aprendizaje de la arquitectura deban tener siempre en cuenta, eso a lo que el maestro Carlos Mijares denomina espíritu de aprendizaje, porque como bien lo dice, si alguien quiere llegar a ser arquitecto debe saber que el espíritu de aprendizaje no se limita a la etapa académica, sino que es necesario mantenerlo toda la vida.



[1] Carlos Mijares, Transitos y demoras. Esbozo sobre el quehacer arquitectónico. Universidad Piloto de Colombia, Bogotá, 2008.

Febrero, 2014

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