XXVII Congreso Panamericano de Arquitectos / Expo Obra Blanca


Marco Antonio Cruz Velázquez*

 

Para los estudiantes de arquitectura, uno de los desafíos más inquietantes es enfrentar la incertidumbre que surge al acercarse al mundo laboral. La transición de la teoría a la práctica genera en muchos una sensación de vulnerabilidad, especialmente cuando perciben que su preparación académica podría no ser suficiente para afrontar los retos que impone el ejercicio profesional. Este temor, común en diversas áreas pero especialmente notable en la arquitectura debido a su complejidad y especificidad técnica, lleva a muchos jóvenes a cuestionarse su capacidad de insertarse adecuadamente en el mercado laboral y, en consecuencia, a buscar herramientas que los ayuden a sentirse más seguros y preparados.

 

En este contexto, los eventos como exposiciones, congresos y conferencias se convierten en puentes esenciales que facilitan el paso de estudiante a arquitecto. Estas actividades ofrecen un espacio de aprendizaje complementario, en el cual los estudiantes pueden acercarse al mundo real de la arquitectura desde una perspectiva práctica y actualizada. Además, los eventos ofrecen una plataforma para la creación de redes de contactos, algo fundamental en la carrera de arquitectura. Los estudiantes pueden interactuar con profesionales, colegas y empresas del sector, lo cual no solo amplía su visión de la disciplina, sino que también les abre puertas para futuras oportunidades laborales o de colaboración en proyectos.

 

En el XXVII Congreso Panamericano de Arquitectos, desarrollado del 14 al 17 del pasado mes de octubre en Expo Santa Fe. Se abordaron temas cruciales que contribuyen a expandir la visión profesional de los arquitectos, especialmente en el ámbito de la planificación y la intervención urbana en grandes ciudades. Una de las ideas centrales fue la responsabilidad que tiene el arquitecto de trascender el diseño de estructuras aisladas y asumir una perspectiva integral que considere la interacción de cada edificio con su entorno inmediato y con la ciudad en general. Este enfoque busca que el arquitecto no solo piense en la función del edificio en sí, sino en cómo este contribuye al tejido urbano y social de la ciudad.

 

Uno de los proyectos destacados en este congreso fue el proyecto UVA Orfelinato, ubicado en Medellín, Colombia. Este proyecto es un claro ejemplo de cómo un diseño bien planificado puede transformar y mejorar una comunidad. Se trata de una intervención que integra el espacio público y privado, concebido como una gran pieza de mobiliario urbano. El diseño promueve la interacción social y la creación de un entorno agradable para los habitantes y visitantes de la zona. Al adoptar una visión que mezcla los límites entre arquitectura y espacio urbano, el proyecto UVA Orfelinato se convierte en un punto de transición entre la ciudad y la arquitectura, en donde los ciudadanos pueden disfrutar de un espacio que responde a sus necesidades y genera un ambiente accesible y armonioso.

 

Simultáneamente, en el marco de este congreso, se llevó a cabo la expo Obra Blanca, un evento que, aunque se enfoca principalmente en presentar las últimas tendencias en acabados, materiales y técnicas de construcción, también incluyó conferencias dedicadas a resaltar la importancia de crear espacios no solo funcionales, sino también sensoriales.

 

En estas charlas se discutió cómo el diseño arquitectónico puede y debe estimular los sentidos, reconociendo a la arquitectura como una forma de arte. Los espacios arquitectónicos tienen el potencial de evocar emociones y de influir en el bienestar de las personas, y esta capacidad muchas veces queda relegada en favor de la funcionalidad estricta. Con esta orientación, los arquitectos son invitados a reflexionar sobre el impacto de sus diseños en la sociedad, promoviendo un ejercicio profesional que entienda a la arquitectura no solo como construcción de edificios, sino como una contribución al bienestar humano y a la cultura urbana.


 




Noviembre 2024

 

*Estudiante de arquitectura, UAM Xochimilco.

 

PRESENTACIÓN DE LIBRO, "ARQUITECTURA DEL SIGLO XX EN EL CENTRO HISTORICO DE LA CIUDAD DE MÉXICO"!!!!!!!!!


 

Mextrópoli 2024, un llamado de actualización a los temas abordados desde la academia.

 

Mextrópoli 2024, un llamado de actualización a los temas abordados desde la academia.

 

Oscar David Bastida Espinosa*

Edgar Fabián Martínez Castillo**

 

 

El concurso, una de las tantas posibilidades que la profesión ofrece para los recién egresados de la licenciatura en arquitectura y también, una de las razones de ser de varios de los proyectos presentados durante el ciclo de conferencias de Mextrópoli 2024, llevado a cabo del 20 al 23 de septiembre pasado, en donde ha quedado demostrado que esta posibilidad desde la arquitectura ofrece grandes oportunidades a la creatividad para desenvolverse y a su vez, ofrecer soluciones a problemas sociales.

 

A continuación, recuperamos algunos de los ejemplos mostrados durante este ciclo y seleccionados por los temas en común que abarcaron: las ruinas, la reparación y los concursos de arquitectura. La razón de enfatizar únicamente en estos proyectos surge desde la visión que un recién egresado de la licenciatura en arquitectura de la UAM-X tiene de la profesión, al ser los concursos, una posibilidad de la que poco se trata desde el ámbito académico y que ahora, ha sido reafirmada la gran oportunidad que puede significar para posicionarse en un ámbito tan competitivo.

 

El primer ejemplo se trata de la arquitecta italiana catalana Benedetta Tagliabue, quien plantea el concepto de reparar la ciudad por medio de arquitectura que “acepta”. Uno de los proyectos que ejemplifican el concepto es el concurso internacional para el Campus de la Universidad de Fudan ubicado en Shanghái, China, donde se mantiene una unidad funcional y visual correspondiente al campus hermano de Fudan, el cual, acepta su papel dentro del entorno urbano que lo rodea generando un sentido de fluidez y conexión. Un referente también de la conexión y relación es el arquitecto brasileño Paulo Tavares, quien además, postula el concepto de arquitectura que repara, en el cual, el entorno y el proyecto son una unidad que nos permiten por un lado la restauración del paisaje y por otro, ver la vegetación como parte de las ruinas mismas.

 

Por su parte y representando a México, el arquitecto Manuel Cervantes plantea una arquitectura desde el hedonismo, convirtiéndola en iterativa para gestar proyectos a la medida de cada individuo, como ejemplo está el proyecto de vivienda social KON-TIGO/Acapulco, pensado y proyectado en beneficio para los damnificados del huracán Otis de categoría 5, mismo que se convirtió en uno de los más devastadores en la historia del Pacífico. Fueron afectadas 250 mil familias que serían privadas de su hogar y servicios básicos, esto generó la necesidad de ayudarlas en el menor tiempo posible, por lo que se optó por utilizar un sistema prefabricado que permite la rápida construcción de la vivienda.

 

Finalmente, y como cierre estelar, la arquitecta francesa Anne Lacaton presentó el trabajo que se desarrolla en el despacho desde un mantra de transformar para reparar, en el cual, enlista varias ideas donde se propone no demoler, sí transformar y también densificar la arquitectura existente. Junto al francés Jean-Philipe Vassal obtendría el premio Pritzker del año 2021. Sus proyectos de vivienda se enfocan en inmuebles existentes en los cuales se omite la demolición y se opta por la expansión de los mismos, esto por medio de jardines de invierno y balcones que apoyan a generar comunidad entre los residentes. El proyecto Grand Park Burdeos, que más tarde sería ganador del premio Mies Van der Rohe, está compuesto por 3 bloques con 530 viviendas rehabilitadas sin la necesidad de desalojar a los habitantes, esto con el objetivo de hacer más amplios, accesibles y sostenibles los espacios sin sufrir aumento en el alquiler de la propiedad.

 

El Festival Mextrópoli 2024 de la revista Arquine, destacó el papel de temas fundamentales que desde la academia son poco tratados y pueden significar una plataforma clave para que los profesionales, incluidos los recién egresados, puedan demostrar su capacidad de abordar problemáticas complejas de la actualidad, con creatividad, innovación y trabajo en equipo. Los proyectos presentados subrayan cómo la participación en concursos puede permitir explorar soluciones que promueven la reparación y transformación del entorno sin romper con su historia y contexto.

 








Octubre 2024

 

*Pasante de arquitectura, UAM Xochimilco.

 

**Arquitecto por la UAM Xochimilco, maestro en Reutilización del Patrimonio Edificado y docente en la misma institución.

CURSO: DISEÑO INTEGRAL; PAISAJE Y ARQUITECTURA


 

EVENTO: OBRAS RECIENTES DE LA REUTILIZACIÓN/CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO EDIFICADO FORO ACADÉMICO


 

CURSO: INTRODUCCIÓN A SKETCHUP


 

LÁMINAS DE PRESENTACIÓN, HERRAMIENTA PARA LA PRODUCCIÓN Y COMPOSICIÓN


 

Con bardas, no hay paraíso

 

Con bardas, no hay paraíso*

 Juan Carlos Rojo Carrascal**

La caída del muro de Berlín, en noviembre de 1989, ha sido la más simbólicas de las fronteras derribadas en el mundo. Este hecho unió familias que por décadas estuvieron separadas. Lejos de aprender el poco beneficio que las fronteras nos ofrecen a la humanidad, seguimos construyendo más bardas, rejas y alambrados mientras, paralelamente, hacemos menos puentes, plazas y caminos de comunicación. Algo similar ocurre también dentro de las ciudades. Las bardas y las divisiones proliferan y fragmentan cada vez más las urbes.

La calle donde vivo hace más de veinte años, por ejemplo, tiene una absurda barda que la atraviesa para dividir dos colonias (Villas del Río y Bosques del Río) algo que no debería suceder, una barda que impide a muchos vecinos gozar de un parque cercano o llegar con facilidad al río. También limita el camino a los jóvenes para ir andando a la escuela. Eso se repite infinidad de veces en muchos partes de la ciudad donde se separa continuamente a sus habitantes y se impide promover la caminabilidad y la socialización entre la gente; además de limitar la autonomía de los niños y de las personas mayores.

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En Culiacán podría contar infinidad de “fronteras urbanas” que se han construido sin sentido. La reja que rodea Catedral es un ejemplo que hasta la fecha lo único que ha generado es más espacio de inseguridad. La kilométrica cerca que rodea el Parque Culiacán 87 solo ha servido para limitar el acceso a mucha gente que vive cerca de este lugar que para llegar caminando ahora tienen que hacer rodeos o encontrar aquellas “entradas clandestinas” que afortunadamente han surgido por necesidad pública.

En los hogares, es común construir una barda al frente de sus casas para tener “mayor seguridad” y lo único que se logra es generar mayor inseguridad en la calle. Jane Jacobs siempre dijo que la mejor vigilancia del espacio público serán los ojos de los vecinos. Hacer fachadas “transparentes” con rejas o setos, que permitan a la gente ver al exterior desde sus casas generará siempre barrios más seguros. Cuando las fachadas se convierten en bardas continuas con herméticos portones que “divorcian” lo privado de lo público, se pierden valiosos vínculos sociales entre vecinos.

Otro ejemplo que me toca experimentar constantemente es la ruta que acostumbro a usar en bicicleta desde Villas del Río a Ciudad Universitaria. Me gusta cruzar la colonia Recursos Hidráulicos, llego rápido al bulevar José Limón, aunque antes requiero cruzar la vía del tren y un estrecho puente -que pocos conocen- que salva el arroyo pluvial que viene del Mercado de Infonavit. Este puente no llega a nivel del otro lado y se debe escalar una incómoda escalera que frecuenta mucha gente que sale de esta colonia para utilizar el transporte público en José Limón.

Un ejemplo interesante es el llamado Distrito Tec en Monterrey donde con el lema “el lugar donde se vive el poder de los encuentros”. Las autoridades del Tecnológico de Monterrey lo primero que hicieron fue retirar las rejas que delimitaban el campus e impulsar el desarrollo de espacios de convivencia entre universitarios y vecinos del barrio. Algo que podría suceder en Ciudad Universitaria en Culiacán donde la barda perimetral solo provoca aglutinamientos en las entradas que afortunadamente siguen siendo totalmente públicas. ¿Por qué no pensar en un proyecto que unifique todo el campus de CU con la gran manzana del Jardín Botánico y Parque Ecológico? Una calle que una y no una que divida como actualmente sucede.

En otro ámbito, también existen divisiones que rompen corredores biológicos importantes. Una calle, una barda o una reja puede significar la fractura de un ciclo de vida de muchos animales silvestres. Todos esos animales que amanecen atropellados en las calles son evidencia de ello. Incluso nos separa a los humanos del goce de lugares con riquezas naturales. El parque más cercano de mi casa, por ejemplo, lo tengo a setenta metros. De ahí el río Culiacán está a otros setenta metros, pero la barda que rodea al parque nos impide llegar al río que, para visitarlo, debo hacer un rodeo mínimo de medio kilómetro. Como esto, existen muchos ejemplos en la ciudad. Bardas, rejas, canales, arroyos que impiden la importante conectividad urbana.

Los fraccionamientos privados son otro absurdo urbano que cada vez más prolifera con el argumento de que ahí se “vive más seguro”. Conozco muchos casos de gente que se fue a vivir a estos lugares y terminaron siendo vecinos de quienes antes se cuidaban. Vivir en una privada no garantiza seguridad y mucho menos tranquilidad. La gran barda del conjunto La Primavera no me parece que sea un factor que agrega seguridad a quienes viven dentro de ella.

Los seres humanos vivimos dividiéndonos. Se construyen rejas para delimitar parques públicos antes de sembrar árboles o trazar caminos en ellos. Ahora que proliferan los fraccionamientos campestres y la gente quiere vivir en el campo, lo primero que hacen en sus lotes es rodearlos de bardas y anular el contacto con la naturaleza que les rodea. Somos una especie que vive en sociedad, pero a la vez vivimos con permanente desconfianza hacia nuestros semejantes. Es una extraña condición de vida.

Finalmente, no quiero dejar de mencionar otra mítica frontera como lo fue la gran muralla China. Se calculan más de 20 mil kilómetros de una faraónica construcción sobre las montañas que alguna vez fue símbolo de protección y en la actualidad es atractor de millones de turistas, luego de ser reconocida como patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Miles de kilómetros de esta milenaria frontera han desaparecido, cubiertos por la naturaleza y en algunos casos, sus materiales han servido para construir viviendas y caminos, que considero, es la mejor forma de aprovechar fronteras.



*Tomado de El Noroeste Culiacán Sinaloa 17.06.2024.

**Arquitecto, Maestro en Arquitectura, Doctor en Geografía y profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

 

Septiembre 2024

 

El nuevo Sistema de Transporte Público en Culiacán. ¿Ahora sí?

El nuevo Sistema de Transporte Público en Culiacán. ¿Ahora sí?*

 Juan Carlos Rojo Carrascal**

Otra vez sale el transporte público a escena. Materializar un sistema integral de transporte público en Culiacán no es una novedad. Ha sido una multipostergada inversión para la ciudad que siempre termina cediendo los recursos a obras para los automóviles.

Desde que el Implan comenzó a operar en Culiacán, en 2005, se puso en la mesa esta urgente necesidad. Era sencilla la propuesta, pero complejo el proceso. Se trataba de convertir el modelo hombre camión (que hasta ahora permanece) a un modelo empresarial de rutas integradas.

Trataré de aclarar esto último. Actualmente todas las rutas de transporte público en Culiacán tienen diferente número de unidades donde una sola persona es dueña de uno o más camiones y se dedica a mantener en el mejor estado posible esa unidad, a contratar operadores y a cubrir un itinerario de recorrido. Varios dueños de unidades forman una ruta y ellos se ponen de acuerdo para distribuir los horarios y tratar de dar el mejor servicio posible. En este esquema incluso ya se genera una competencia entre propietarios de una misma ruta o entre rutas diferentes. Aquí también aflora la demanda contra el servicio. Muchas rutas no operan en horarios nocturnos porque no es costeable, sobre todo si esto implica riesgos a choferes o usuarios.

Este esquema termina generando un modelo que intenta ofrecer un buen servicio a las personas, aunque termina siendo insuficiente para sus necesidades y hace que continuamente añoren no depender de él. El sistema empresarial hace a todos los propietarios socios de una ruta y se enfocan más a ofrecer un servicio que solo a mantener su unidad.

Fue durante el gobierno de Jesús Aguilar Padilla que se propuso un nuevo sistema de transporte público para Culiacán. A nivel nacional la capital sinaloense parecía ser una de las primeras que lograría esta transformación. La ciudad de León había dado el primer paso con su sistema Optibús, luego la ciudad de México con el Metrobús y Guadalajara con el Macrobús. Todas ellas inspiradas en los eficientes sistemas de transporte de la ciudad de Curitiba, Brasil y el entonces naciente Transmilenio en Bogotá, Colombia.

A partir de entonces, muchas ciudades medias pusieron el foco en la inminente necesidad de transformar el sistema de transporte público para que éste fuera más incluyente, funcional, accesible y, sobre todo, seguro. Culiacán se fue quedando atrás y el proyecto no prosperó, solo hubo un cambio de imagen (Red Plus) y nada más. En el gobierno de Quirino Ordaz no sólo no cambió, sino que se adquirieron más unidades del mismo tipo que ya son obsoletas por ser tan excluyentes.

Una unidad de transporte público se considera inclusiva cuando cualquier persona puede acceder a ella sin problema. Una de las principales barreras de los autobuses es cuando para acceder se requiere subir varios escalones. Las nuevas unidades de piso bajo están prácticamente a la altura de las banquetas y eso facilita la entrada de personas mayores, con bastones, sillas de ruedas, carriolas, patinetas e incluso bicicletas. Este tipo de autobuses aun no existen en Culiacán.

Otro factor adicional que ya debiésemos considerar para que el transporte sea completamente inclusivo son los trayectos peatonales previos al abordaje. Generalmente es una limitante para el uso del transporte público. Siempre debemos tomar en cuenta que el transporte público sigue siendo el principal medio de transporte de la población en la mayoría de las ciudades mexicanas.

Recientemente, Jesús Estrada Ferreiro refrescó el tema. Aunque no es competencia del Municipio, lo promovió como algo que le hacía falta a Culiacán. Se refirió al sistema llamándolo Metrobús (como se llama el sistema de la Ciudad de México) con la intención de ponerlo en la mesa como urgente necesidad. La idea estaba, el proyecto no.

Recientemente, el Gobernador Rubén Rocha Moya anunció un paquete de proyectos de los cuales destaco la intención de transformar el sistema de transporte en Culiacán, que le siguen llamando Metrobús. Espero que pronto veamos algo más que el trazo de dos rutas y ya se pueda hablar de nuevos vehículos que ofrezcan seguridad y eficiencia.

En otras ocasiones he mencionado el sistema Vayven de la ciudad de Mérida. En dos años la capital yucateca inauguró decenas de rutas por toda la ciudad (incluso a poblados cercanos) con nuevas unidades, de las más modernas y eficientes en Latinoamérica. Este nuevo sistema de transporte incluye vehículos totalmente eléctricos como el Ietram y una importante flotilla de unidades híbridas. Todos ellos equipados con accesibilidad universal (sillas de ruedas, carriolas, bicicletas), aire acondicionado, wifi, asientos preferenciales, pago con tarjeta, etcétera. Una clave importante en Mérida fue que la inversión puso el foco en las nuevas unidades, antes que invertir en puentes, dobles pisos, túneles o incluso libramientos viales. Simplemente se priorizó en el principal medio de transporte de los meridanos.

El resto de las obras anunciadas para Culiacán deja claro que se sigue confundiendo gravemente dos términos: movilidad y tráfico vial. Mientras no se piense en la gente que camina, la que se mueve en bicicleta, los niños, las personas mayores, las mujeres; no se está pensando en movilidad, solo se intenta resolver problemas de tráfico vial.

“Estos proyectos de movilidad urbana resolverán problemas de tráfico en las cinco principales ciudades”, dijo el Gobernador.

No debo ser el único convencido de que esto no sucederá así, por lo menos, mientras se siga intentado resolver el problema a quienes no tienen la mínima intención de disminuir sus viajes en automóvil.

Para las ciudades del futuro, las ciclovías, las áreas peatonales, y un buen sistema de transporte público, favorecerán a más gente y principalmente a la población más excluida. Hacer más calles y puentes equivaldrá a más tráfico y automóviles y beneficiará, temporalmente, a un selecto sector ciudadano que siempre ha tenido privilegios en la ciudad. Es tiempo de cambiar. La fórmula es simple.







 *Tomado de El Noroeste Culiacán Sinaloa 15.08.2024.

**Arquitecto, Maestro en Arquitectura, Doctor en Geografía y profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

 

Septiembre 2024 

Las ciudades, una creación humana inconclusa

Las ciudades, una creación humana inconclusa*

 Juan Carlos Rojo Carrascal**

Las ciudades son la creación humana más grande construida. En contraste, también es la que más riesgos y peligros le ha generado a la humanidad. El objetivo de los primeros asentamientos urbanos fue la autoprotección. Éstos se desarrollaron a partir de la generación de los primeros excedentes de producción agrícola o artesanal. Las personas se conglomeraron en grupos y comenzaron a construir espacios para pernoctar o guardar su producción excedente y comerciar con ella. Paralelamente, también desarrollaron formas de protección contra otras especies o civilizaciones. Esas primeras ciudades mostraban un desarrollado conocimiento de sus creadores con respecto a su entorno natural. Así, las ciudades se ubicaban cerca de los cuerpos de agua para facilitar su abastecimiento, aunque siempre manteniendo la debida distancia para no correr peligros.

Por muchos siglos las ciudades sostuvieron una escala discreta que favorecía la convivencia con los entornos naturales hasta que surgió y se desarrolló el mayor exceso de la humanidad que fue su propia capacidad de reproducción -la sobrepoblación- y sobre todo sus niveles de consumo que se convirtieron en los principales padecimientos de las ciudades.

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El desarrollo industrial permitió la proliferación de fábricas y la sobreproducción ilimitada de objetos, herramientas y utensilios para supuestamente facilitar la vida de los humanos, entre estos, los vehículos motorizados catapultaron la expansión sin límite de las ciudades. Todo ello se ha generado a costa de muchos otros privilegios de los que la humanidad gozaba y que imperceptiblemente ha venido perdiendo. Privilegios nada despreciables como el gozar de una vida urbana sin peligros, aire limpio para respirar, bosques sanos cercanos, agua limpia o paisajes naturales que cada día son más escasos o lejanos de donde las personas viven.

El crecimiento expansivo de las ciudades provocó la necesidad del desarrollo de infraestructuras cada vez más complejas para la dotación a la sociedad de servicios tan básicos como el agua, la energía eléctrica o el servicio de drenaje. A estos se les puede agregar la recolección de basura, mantenimiento de parques y jardines, servicios de transporte público, educación, seguridad o asistencia médica, por nombrar algunos. Las ciudades pronto se convirtieron en los concentradores de estos servicios cuya demanda crece en función del crecimiento exponencial de su población. La demanda de muchos de estos servicios es provocada también por las mismas deficiencias urbanas. Por ejemplo, las ciudades reúnen los mejores hospitales y servicios de salud para atender infinidad de padecimientos que la misma ciudad provoca (víctimas viales, sedentarismo, estrés o padecimientos crónicos generados por una mala calidad de aire).

Hace algunas semanas hablaba con unos amigos ya jubilados que viven en un pequeño pueblo junto a un caudaloso río que les ofrece todos los días los mejores paisajes naturales, el aire más puro de la región y la posibilidad de disfrutar cada amanecer del canto de las aves y la diversidad de colores de la naturaleza. Un lugar donde casi no hay vehículos de motor, la gente camina y come lo que el campo y la granja les produce al día. Su condición de pensionados les permite ahora mudarse a otros lugares. Tienen considerado trasladarse a la ciudad de Monterrey donde saben que podrían gozar de servicios especializados de salud para enfrentar la siguiente etapa de sus vidas. El debate es interesante, mi postura -que muchos pueden cuestionar- es que la mejor terapia para mantener una buena salud es permanecer en el lugar donde ahora viven.

La creación de las ciudades ha sido algo de lo más relevante que ha pasado en la historia de la humanidad, aunque en las últimas décadas se ha perdido el sentido de su creación y se han convertido en lugares que concentran injusticia, inequidad, enfermedades, violencia, contaminación, depredación e inigualables condiciones para que los desastres naturales sean cada vez de mayor impacto (inundaciones, sismos, huracanes, olas de calor, sequías, etc.).

La forma en que desarrollamos las ciudades hoy, o más bien, la forma en que dejamos que éstas se expandan multiplica cada vez más el problema. No podemos llamar exitosa a una ciudad que obliga a la gente más pobre a vivir más lejos y carecer de servicios básicos. No puede ser una gran ciudad aquella donde la mayoría de su población debe desplazarse a pie por lugares que no ofrecen las mínimas condiciones de seguridad, depender de un decadente servicio del transporte público o a jugarse la vida cada día por decidir usar la bicicleta como medio de transporte.

Las ciudades son una tarea inconclusa y seguirá siendo hasta que no se ofrezcan las mínimas garantías de derechos humanos a su población. Para ello se requiere de cambios diametrales y no de tímidas intervenciones. No es tarea fácil pero tarde o temprano habrá que enfrentarla y para ello es necesario una estrategia urbana y no más “improvisaciones apagafuegos”. Se deben pensar las ciudades a largo plazo y enfocar la energía en las grandes transformaciones positivas. Sigo pensando como Jaime Lerner lo decía “la ciudad no es el problema, la ciudad es la solución” y el mismo Lerner también acuñó una frase al ser alcalde de Curitiba: “No hacer nada con urgencia”. A veces -decía Lerner- cuando una ciudad enfrenta decisiones sobre obra pública que podrían hacer más daño que bien, no hacer nada,


 



*Tomado de El Noroeste Culiacán Sinaloa 15.07.2024.

**Arquitecto, Maestro en Arquitectura, Doctor en Geografía y profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Septiembre 2024 

NUEVO EVENTO!!!


 

NUEVO EVENTO!!!!


 

¿Qué son seis meses en una casa abierta al tiempo?

 

¿Qué son seis meses en una casa abierta al tiempo?

*Juan Eduardo Bárcena Barrios

Sin el afán de aprovechar el espacio que aporta El Trazo Semanal para hablar únicamente de mi experiencia subjetiva (e inevitablemente sesgada) de la docencia, me parece pertinente contribuir con lo que pudieran ser una reflexión de interés para la comunidad académica de esta institución, a partir de mis dos primeros meses como parte del personal docente de mi alma mater.

Habiendo empezado mi carrera académica en el sistema de Tecnológicos Nacionales en la frontera norte, pasando también por la educación privada, ha sido notable el contraste entre la educación clásica escolarizada y los ideales y objetivos que el sistema modular promueve desde la enseñanza. Con problemas por demás apremiantes, empezando por el tema seguridad, pasando por migración y rematando en la tecnificación radical sin una planificación urbanística sustentable, la frontera norte adolece de los problemas sociales que trae consigo la política económica de fungir como camino entre la maquiladora y los cascos urbanos terciarizados, un ciclo que ni la recesión, ni el vaivén entre demócratas y republicanos, ni la violencia del crimen organizado han podido interrumpir, por un bien en común, el flujo de la riqueza.

En este panorama, las disciplinas relativas al hábitat se enfocan, y con razón, a la solución técnica de lo constructivo, ya sea para engrasar este sistema de engranajes económicos, desde la concreción de más industria y lugares de comercio, o aprovechando la marea creciente de la especulación urbana. La docencia, por tanto, desde la experiencia de los profesionistas que han ejercido en este ecosistema, perpetúa dicha visión en la solución de espacios habitables.

Si bien resultaría un despropósito la comparativa entre los problemas que enfrentan la sociedad de la frontera norte con la de la capital del país, en estos primeros dos trimestres como docente en la UAM, fueron disipadas las dudas (si en algún momento las hubo) del valiosísimo aporte de la visión holística de la relación entre el hábitat (como territorio y objeto) y el habitante (como colectivo e individuo).

Hay muchos recursos para documentarse sobre las extensas y cuantiosas virtudes del sistema modular, incluso, desde la posición de privilegio que posibilita nuestra universidad, de escucharlas de las palabras de aquellos que volvieron praxis la teoría que ahora bombardeamos con gran comodidad quienes, desde la mejor de las intenciones, buscamos aprovechar nuestra inexperiencia y optimismo para adaptar el modelo a nuestro contexto actual, que, en muchos casos, nos ha tocado padecer. Después de todo, el camino a tomar después de la universidad está lleno de incertidumbre; el flamante exalumno, que contempla el océano de posibilidades que ofrece ejercer su profesión, encontrará muchas veces como lo más sensato dejarse llevar por la corriente, que no necesariamente llevará a tierras fértiles y aguas tranquilas.

En la búsqueda por insertarse a la economía del país, quien tiene la oportunidad de dedicar tiempo a la reflexión se dará cuenta que se necesita con carácter urgente una reestructuración sistemática y democrática, acompañada de un cambio de las condiciones materiales de la sociedad; claro que el hábitat forma parte de ellas. Tomando lo mejor de ambos mundos, frontera y capital, el conocimiento técnico y empírico de la construcción brinda la posibilidad de materializar aquello que se gestó desde la investigación del objeto de transformación, como una oportunidad de incidir no solo en los ideales de los futuros profesionistas, de los colectivos y el habitante, sino de cambiar el escenario donde se da la vida en el día a día, el monstruo metropolitano, principal objeto de transformación de la universidad.

Seis meses resultan muy poco para pretender que se tiene respuesta a cómo mejorar cualquier cosa, pero como dicen, “cada uno habla de la feria según le va en ella”, y en mi caso no resulta complicado reconocer lo factible que fue en su momento caminar una senda donde poco o nada hubiera podido aportar de la visión integral del hábitat que me brindó el sistema modular. La concreción de la realidad material lleva delantera desde la visión positivista, por lo que es indispensable identificar los reales y verdaderos medios por los cuales será posible incidir cualitativamente en nuestra realidad inmediata. El panorama es el siguiente: la vivienda digna es un bien utópico para la mayor parte de la población, se imprimen viviendas 3D con programas arquitectónicos genéricos, la inteligencia artificial zonifica la vida de quien pueda adquirir el equipo y software necesarios y la infraestructura de todo tipo colapsa ante el incremento poblacional y la desatención de las administraciones públicas; ante ello, se hace necesaria la aceptación de la tecnificación con visión y contenido legislativo desde la docencia, sin dejar de lado las ciencias sociales; la UAM, como casa abierta al tiempo, abraza la incertidumbre como lienzo para diseñar mundos posibles, plurales y congruentes, y como profesor de teoría e historia, no descarto el caos como escenario desde el cual los futuros diseñadores construirán los cimientos de la esperanza de un cambio para todos.

 


*Mtro. Juan Eduardo Bárcena Barrios

Profesor asociado, departamento Teoría y Análisis

SEPTIEMBRE, 2024

DESAFIOS POLÍTICOS Y ARQUITECTÓNICOS

 

DESAFIOS POLÍTICOS Y ARQUITECTÓNICOS

José Ángel Campos Salgado*

En estos tiempos de elecciones es un hecho la sorprendente votación a favor de la candidata Claudia Sheinbaum, ello hace necesario reflexionar sobre diversos aspectos que esta situación conlleva. Inicialmente debemos considerar el trabajo del presidente saliente; su ejercicio cotidiano de comunicación con la población mexicana a lo largo de casi seis años, logró una toma de conciencia sobre la situación del país que hasta ahora sólo estaba en la mente de los estudiosos del tema. Esto explica en parte ese resultado. A partir de esa condición se da el triunfo referido y se plantea el primer desafío: sostener el proceso que considera atender primero a los más desfavorecidos del sistema, para continuar la reducción paulatina de las desigualdades presentes en el país.

Es evidente que la candidata electa tiene la preparación y las cualidades necesarias para mantener este propósito, a pesar de las enormes barreras que están poniendo los poderes fácticos y que aumentaran conforme pase el tiempo en el ejercicio de la presidencia. De tal modo que podemos considerar que el siguiente desafío será la sucesión de esta primera presidenta de México, es decir, se debe pensar que hacer para ese momento que necesariamente va a llegar en 2030. Encuentro aquí una primera similitud entre el ejercicio de la política y el proyecto arquitectónico: se trata de imaginar como se vivirá ese momento en la convivencia de la población del país, tal como los arquitectos pensamos cómo será el uso vivencial de los espacios que proponemos para la apropiación de quienes vivirán esos espacios a futuro.

Por otra parte, están las tareas que deben realizar los arquitectos si quieren colaborar en el proyecto de superar las inequidades presentes en nuestro país. El gobierno saliente ha puesto los cimientos de la transformación así que, partiendo de esta condición tenemos que imaginar como será la edificación de lo que sigue. He aquí otra similitud con nuestro ejercicio profesional. El desafío es que no conviene modificar esta cimentación, a menos que encontremos que algo esta mal planeado o mal construido.

Hay que aceptar que vivimos en un sistema en el que el capital sigue siendo el rector del proceso de desarrollo; el Estado no puede salir de este sistema, aunque sí puede propiciar que se realicen las obras necesarias para servir a una población que carece de mucho. Esta a la vista lo que se requiere. En el plan de gobierno de la virtual presidenta electa se ha anunciado la construcción de millones de viviendas pues esa actividad se dejó en manos de inversionistas cuyo objetivo no era resolver la carencia de ese satisfactor sino obtener la mayor ganancia posible de su inversión.

Ahí está otro desafío para los arquitectos conscientes y con una ética social probada: miles de viviendas para una población diversa, en una inmensa variedad de situaciones, tantas como existen en nuestro enorme territorio. Las viviendas realizadas por los especuladores inmobiliarios son iguales independientemente de para quienes serán y donde se van a ubicar, y la oferta se limita a la posible capacidad adquisitiva de los acreditados por los organismos de apoyo a los trabajadores. La vivienda digna tiene que partir de la cultura de cada lugar y de cada grupo de usuarios y proponer las cualidades de los espacios y las percepciones que ofrecen, no sólo los metros cuadrados. Es un gran desafío para los arquitectos de hoy.

Por último, si la propuesta de la candidata electa es construir un millón de viviendas estas van a impactar a las ciudades del país. Los especuladores inmobiliarios nunca consideraron las consecuencias urbanas de sus inversiones; los arquitectos de hoy tienen que tener presente el modo en que sus proyectos se van a integrar y van a enriquecer las ciudades donde se construirán. El desafío es sostener esta condición positiva para unas ciudades que pretenden recuperar la vida en comunidad y no mantener el aislamiento donde cada quien sólo se ocupa de si mismo. Otros desafíos se presentarán para el nuevo gobierno que igualmente serán un reto para los profesionales de la arquitectura formados con otra visión. Habrá que estar atentos.



Julio 2024.

*Doctor en arquitectura y profesor investigador de CyAD-X.

Calakmul herido

 

Calakmul herido*

 Juan Carlos Rojo Carrascal**

Siempre he tenido una especial atracción por la selva. Aunque parezca un lugar inhóspito para el ser humano, considero que son los lugares óptimos para su supervivencia en condiciones naturales. Otros lugares en otras latitudes (tundras, desiertos, bosques templados) o en otras altitudes (como el altiplano o las zonas montañosas en México) hemos tenido que enfrentar las inclemencias climáticas adecuando nuestras condiciones de vida para soportarlas. Es decir, sin las construcciones climatizadas, ropa, fuego u otro tipo de energías, no habría manera de sobrevivencia.

El pasado fin de semana visité la Biósfera de Calakmul, una selva excepcional con una biodiversidad extraordinaria donde por cientos de años las comunidades mayas han sabido sostener -de una u otra forma- ese complejo equilibrio entre la actividad humana y el impacto que esta genera en el territorio que habitan. Actualmente, se está viendo amenazada esta armonía por las nuevas intervenciones en pro del “desarrollo turístico” que, definitivamente, no hace buena mancuerna con la conservación de las áreas naturales.

El propósito de mi visita fue conocer sitios arqueológicos mayas. Tuve oportunidad de visitar algunas de la zona de la región Rio Bec como Chicaná, Hormiguero y Becán, aunque la visita estelar fue la zona arqueológica de Calakmul -ya perteneciente a la región del Petén Maya- que junto con Palenque y Tikal fueron las ciudades más importantes en el Preclásico y Clásico Maya. Esta zona arqueológica tiene la distinción de Patrimonio de la Humanidad Mixto, por los valores arqueológicos y naturales que contiene, ya que se encuentra en el corazón de la Biósfera de Calakmul que es considerada la segunda masa forestal más grande de Latinoamérica, sólo detrás de la Selva del Amazonas.

Las Reservas de la Biósfera son una de las seis categorías de Áreas Naturales Protegidas. Según lo describe la SEMARNAT -basada a su vez en la definición de la UNESCO- “Las Reservas de la Biósfera son espacios que por su naturaleza se consideran adecuados para la conservación, la investigación científica y la aplicación de modelos de desarrollo sostenible con base en el trabajo de las comunidades locales”. A partir de este concepto haré énfasis en la importancia de este lugar y los evidentes riesgos que se están generando por la construcción del Tren Maya. Particularmente el tramo siete (Chetumal-Escárcega) que atraviesa una parte de esta Biósfera.

No voy a polemizar más de lo que ya se ha hecho con este proyecto. Personalmente simpatizo mil veces más con las vías del tren que con las carreteras como alternativas de comunicación y medio de transporte. Si algo ha sido letal para la fauna silvestre son los miles de kilómetros de carretera construidos en el país sin considerar sus necesidades naturales de desplazamiento en su territorio.

Solo el 11 por ciento del territorio nacional es considerado Área Natural Protegida, lo que entre otras cosas significa que solo en estos lugares la fauna silvestre goza de relativa protección y en el resto de la superficie, que es el 89 por ciento del territorio nacional, la humanidad incide y pone en riesgo continuamente a toda forma de vida silvestre. Siendo objetivos, estas proporciones debiesen estar a la inversa, pero hemos dispuesto “acorralar” los frágiles ecosistemas naturales en pequeños reductos como si fueran museos para la conservación natural.

Por todo lo anterior, la incursión del Tren Maya en la Biósfera de Calakmul es una operación quirúrgica de alto riesgo. Una herida grave. El solo paso del tren quizá no implicará tanto impacto como todo lo que conlleva el proyecto y su puesta en marcha. Actualmente se construye un “hotel ecológico” -nada modesto según aprecié- muy cerca de la zona arqueológica, en medio de la Biósfera. Esta y otras obras complementarias que se presume promoverán un incremento importante de turismo pondrán en riesgo a muchas comunidades mayas que hasta la fecha habían sabido entender y compartir la selva y sus recursos mediante una sana convivencia con el entorno que los rodea. Por lo pronto, el ritmo de la construcción y el continuo paso de vehículos pesados atravesando la selva están marcando un significativo deterioro ambiental inédito en este lugar.

Pasé dos noches en la comunidad 20 de Noviembre donde aprendí infinidad de cosas en pocas horas. Las artesanas y artesanos de este lugar muestran con orgullo sus productos y ofrecen talleres a quien quiera aprender a hacerlos. El lugar es un modelo de desarrollo sostenible. La comunidad no tiene hoteles, pero se las arreglaron estos días para albergar y alimentar a varias decenas de visitantes mexicanos, finlandeses y franceses. A partir de esta visita, nos hicieron descubrir la grandeza de lo sencillo, el valor de los entornos naturales y el orgullo de la cultura maya que aun está presente y de la cual siempre tendremos mucho que aprender.

Regresé convencido de una teoría muy personal: Las antiguas civilizaciones mayas, luego de vivir por siglos en aquellas ciudades, se retiraban de ellas para iniciar nuevos asentamientos en otras latitudes por respeto al entorno y sus ciclos naturales. Ellos sabían de límites, tal vez por eso nunca se asentaron de forma masiva sobre las costas, siempre al interior del continente. Hoy, los nuevos “colonizadores” de estas regiones -los del siglo veintiuno- no saben de límites. Pronto nuestra lacerada naturaleza nos pasará factura.









 

*Tomado de El Noroeste Culiacán Sinaloa 25.03.2024.

**Arquitecto, Maestro en Arquitectura, Doctor en Geografía y profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

 

Julio 2024

 

Culiacán, un barco a la deriva

 

Culiacán, un barco a la deriva*

 Juan Carlos Rojo Carrascal**

 Las ciudades necesitan contar con un plan estratégico urbano que garantice su sostenibilidad. El ritmo de expansión anárquico de la ciudad de Culiacán no garantiza condiciones de habitabilidad para una siguiente generación, mucho menos para las posteriores. Es decir, no se trata de pensar en el Culiacán que le vamos a dejar a nuestros hijos sino el que recibirán los nietos y bisnietos de ellos. La inmediatez no aplica en el urbanismo. Tratar de resolver por partes los problemas que se van presentando no resuelven la ciudad solo incrementan cada vez más sus infinitas demandas. 

Hace unos días fuimos testigos de la colisión del carguero Dali contra el puente Francis Scott Key de Baltimore. El peso del carguero de 300 metros de eslora con 4 mil 679 contenedores de más de 25 toneladas de peso cada uno hizo ver al puente como una frágil estructura de naipes. Las causas del accidente no están claras, lo único seguro es que el buque “perdió el rumbo” poco antes del cruzar el puente e impactó con uno de sus soportes. Ver el video de este suceso no pudo evitar en mí evocar, de manera metafórica, el futuro de una ciudad sin un adecuado plan estratégico urbano. No tener rumbo ni visión clara de hacia dónde vamos como ciudad implica tener un riesgo latente de colisionar en cualquier momento como lo hizo el Dali.

Culiacán requiere de una “carta de navegación”. La sistemática depredación de miles de hectáreas de bosques caducifolios que la rodean y que hasta ahora eran su principal fuente de servicios ambientales comienza a impactar de forma multifactorial en la ciudadanía. Actualmente, se está sufriendo una de las peores crisis hídricas de su historia y la ciudad seguirá padeciendo el incremento de olas de calor nunca antes registradas. Por consiguiente, serán cada vez mayores los padecimientos de salud en su población como claros efectos colaterales de un mal desarrollo urbano, entre los que se pueden mencionar los padecimientos del corazón o pulmonares, la diabetes, los golpes de calor, el estrés y la creciente cantidad de víctimas de cualquier edad por hechos viales totalmente evitables.

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Las ciudades necesitan contar con un plan estratégico urbano que garantice su sostenibilidad. El ritmo de expansión anárquico de la ciudad de Culiacán no garantiza condiciones de habitabilidad para una siguiente generación, mucho menos para las posteriores. Es decir, no se trata de pensar en el Culiacán que le vamos a dejar a nuestros hijos sino el que recibirán los nietos y bisnietos de ellos. La inmediatez no aplica en el urbanismo. Tratar de resolver por partes los problemas que se van presentando no resuelven la ciudad solo incrementan cada vez más sus infinitas demandas.

En estos días varias y varios aspirantes a la presidencia municipal de Culiacán comenzarán sus campañas. Seguro prometerán resolver el caos vial, la dotación de servicios, disminuir la violencia, mejorar parques, desaparecer baches y todo eso que suelen ser las mayores dolencias de la ciudadanía. Quizá no sea la mejor estrategia de campaña ofrecer la construcción colectiva de un plan estratégico urbano, sin embargo, es un paso que debiese considerar quien desee “conducir la nave”. Una verdadera “carta de navegación”. Quien asuma la presidencia tendrá en sus manos la oportunidad de promover un verdadero cambio. Una transformación que deberá partir de un innovador ejercicio de participación y consulta ciudadana que derive en la definición de qué ciudad queremos que sea Culiacán en las próximas décadas: Lo que sería una visión estratégica de ciudad.

Esta nueva “carta de navegación” deberá responder a los lineamientos internacionales (Objetivos de Desarrollo Sostenible, Nueva Agenda Urbana, Acuerdos de París, Carta de la Tierra, entre otros) para afrontar el cambio climático, el incremento de padecimientos crónicos, la discriminación e infinidad de injusticias que hoy se viven en nuestras ciudades.

Administración tras administración han dejado pasar grandes oportunidades y han seguido actuando de una manera inercial: Si hay demanda de vivienda se permiten más fraccionamientos cada vez más lejos y desprovistos de necesidades básicas. Si hay congestionamiento vial se hacen más anchas las calles, se construyen puentes, túneles y se pavimenta más. Si se genera más basura se compran más camiones de recolección y se construyen más rellenos sanitarios. Si hay más inseguridad se compran más patrullas y armas. Si hay más enfermos se hacen más hospitales y clínicas. No se puede seguir con este estilo apagafuegos.

Con un Plan Estratégico Urbano se puede revelar la existencia de suelo suficiente al centro de la ciudad para cubrir la demanda de vivienda que la ciudad tiene. Para ello se requerirán novedosos instrumentos normativos que rompan con la dañina especulación del suelo que hoy existe. Los congestionamientos viales se pueden diluir mediante un plan de movilidad urbana sostenible que apueste por otras alternativas de transporte (colectivo, bicicleta y peatonal) y a su vez, induzca a desarrollar la accesibilidad. Es decir, cubrir las necesidades de la ciudadanía (incluyendo la niñez y adultos mayores) a corta distancia de tal manera que no se le obligue diariamente a largos desplazamientos.

Para el tema de la basura, los esfuerzos se deben redireccionar a la reducción sistemática de los volúmenes y no a seguir deteriorando suelos. La inseguridad tiene mucha relación con la calidad y la capacidad de uso del espacio público (que incluyen las calles y banquetas). Una ciudad es para vivirla y no para esconderse de ella. En la medida de que las condiciones de sus calles, y sobre todo de sus banquetas, parques y plazas nos inviten a salir a caminar y a usar de forma constante el espacio público haremos una ciudad más segura y, sobre todo, más saludable. La salud de las personas se cultiva fuera de los hospitales y de las clínicas.

La (o el) presidente municipal en turno tendrán en sus manos la oportunidad de trascender en la historia de Culiacán. Esta nueva visión de ciudad deberá ser aprobada por gente convencida de que el futuro de la ciudad, su ciudadanía y de sus futuras generaciones está verdaderamente en riesgo de una colisión. Debemos afrontar cambios significativos. Aún estamos a tiempo de trazar el rumbo y navegar con seguridad las turbulentas aguas que se avecinan.














*Tomado de El Noroeste Culiacán Sinaloa 08.04.2024.

**Arquitecto, Maestro en Arquitectura, Doctor en Geografía y profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

 

Julio 2024