Vicisitudes del aula virtual en tiempos de excepción. Por Alejandro Ochoa Vega
Empezamos 2020 con las noticias lejanas de una pandemia en China, la cual llegó a México a fines de febrero con un primer caso, y para marzo ya se declaraba la contingencia para retraerse y salir a la calle, solo estrictamente para lo necesario. En Europa, la cantidad de muertos diarios eran ya de cientos. Del 20 de marzo al 30 de abril todas las escuelas y universidades cerraron en nuestro país, no obstante los contagios empezaron a aumentar, sin que hasta la fecha, ya en agosto, pare una tendencia que ya llega a miles de infectados y fallecidos. El impacto económico y emocional para todos en el mundo entero ha sido enorme, y hemos tenido que seguir con nuestras vidas, en la llamada “nueva normalidad”, que significa usar cubrebocas y caretas, guardar distancia y no saludar de mano, besos o abrazos a la gente, evitar la reunión de grupos grandes, y quedarnos en casa, en un porcentaje que casi nadie lo hacía. Un cambio de vida radical, para un sector privilegiado de la sociedad que no tiene que salir si o si, para ganarse el pan de cada día.
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