ARQUITECTURA CRÍTICA, un libro con espíritu inconformista. Por Alejandro Ochoa Vega


…existe un campo quizá demasiado poco explorado por los arquitectos actuales, que se puede definir en términos generales como la crítica. Esta actividad, que en general pertenece más a las humanidades que a las artes, se expresa principalmente mediante la palabra, de modo oral o escrito. Pero no toda la crítica se expresa a través del discurso, también el lenguaje visual y la experiencia corporal del espacio son capaces de transmitir conceptos críticos, las obras arquitectónicas pueden expresar críticas por sí mismas, mediante los ambientes creados por los arquitectos. El arquitecto que problematiza el propio proyecto desde sus fundamentos estará seguramente en el camino de expresar su crítica, reflejándola en los espacios que produzca; es ahí donde confluyen las ideas y las obras. Los proyectos de arquitectura son los que consiguen expresar la inminencia del concepto crítico a través de la forma construida.

Estas palabras de Lorenzo Rocha tomadas de la introducción de su libro Arquitectura Crítica. Proyectos con espíritu inconformista me aclaran que la publicación si tiene que ver con la crítica arquitectónica, aunque ampliada a su dimensión física. En la misma introducción retomo otro fragmento que me parece clave para entender lo que Lorenzo define como arquitectura crítica:

Sería importante seguir buscando actitudes críticas en quienes diseñan y construyen en la actualidad. Si es posible identificar estos arquitectos, no por las características formales de sus obras, sino por su postura frente a los problemas que les son planteados, quizá puedan aportar ideas o claves para mitigar la creciente y aguda crisis por la que atraviesa la arquitectura, mediante sus trabajos y reflexiones, e incluso a través de sus ocasionales omisiones, sin el riesgo de caer en un nuevo estilo arquitectónico o moda pasajera. En tanto la arquitectura crítica no se reduzca  a una imagen formal específica o una lista de características taxonómicas estará a salvo de convertirse en un nuevo “ismo”. El carácter crítico de arquitectos de tiempos y procedencias también distintos ha dado resultados formales muy diferentes. Por lo tanto, se debe buscar el espíritu crítico de la obra en el pensamiento de su autor, no en sus volúmenes, colores, formas, ni espacios.

Esto de alguna manera explica que la columna de Milenio, Rocha excepcionalmente aborde la crítica de algún edificio, y más bien reflexione sobre diversos temas y problemáticas de la arquitectura, la ciudad y la filosofía.

Los siguientes capítulos tienen que ver con los creadores que nuestro autor define como los “arquitectos críticos”, el primero de ellos nada menos que Le Corbusier. Personaje referente en toda la arquitectura producida en los últimos cien años y quien enfrento críticamente los valores de la sociedad europea de entreguerras, periodo cuando produjo múltiples proyectos y textos. Rocha asienta las paradojas y contradicciones de este maestro del Movimiento Moderno, que de cuestionar ferozmente a la arquitectura académica historicista, paso a establecer nuevos cánones puristas y racionalistas de pretensiones universales y sin considerar, tanto las características regionales, como las aspiraciones concretas de los usuarios. Posición que ampliada a las repercusiones e influencias de Le Corbusier en todo el mundo, llevo a una crisis significativa después de la segunda poseguerra, a pesar de haber puesto por primera vez a la arquitectura como un bien social.

El siguiente arquitecto crítico sería precisamente alguien que cuestionaría estos valores y efectos del estilo internacional, el italiano Giancarlo de Carlo. Perteneciente al famoso grupo del Team X, que desde el seno de los últimos CIAM se atrevió a criticar los postulados universales que Le Corbusier en persona, todavía defendía en los años cincuenta. De Carlo se incorporaría desde los años sesenta en diversos proyectos de diseño participativo, método que buscaba sustituir al “autoritario”, como él lo definía y que se realizaba sin considerar en los proyectos públicos, el parecer de los futuros usuarios, a quienes mediante asambleas involucraban en todo el proceso de concepción y definición de los proyectos. Experiencias muy importantes en esas épocas de cambio, donde muchas escuelas de arquitectura reformularon sus objetivos, a través de un compromiso social desde proyectos académicos reales, identificados en las ciudades y sus periferias.

Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal es la otra pareja que Rocha identifica como arquitectos críticos, y que tienen que ver ya con nuestra época actual. Lejanos a las modas y a la arquitectura espectáculo, estos arquitectos plantean una libertad estructural, eficiencia económica y un control climático ambiental. En sus proyectos como el Palais de Tokyo, un antiguo pabellón ferial de 1937 y abandonado por décadas, en su adaptación como espacio para el arte contemporáneo, se despojaron de todos los muros y adiciones posteriores, para dejar un esqueleto de concreto, flexible para las diversas manifestaciones artísticas. Otro proyecto importante de esta pareja es la Escuela de Arquitectura de Nantes, donde a pesar de ser una estructura nueva, da la impresión de ser una reutilización, ficción asumida por ellos y donde a través de una estructura de concreto, se resolvieron espacios holgados y flexibles, para las diversas actividades de la institución.

El último arquitecto crítico que propone Lorenzo Rocha en su libro, es el chileno Alejandro Aravena. Arquitecto de la escasez, por sus propias raíces y posición en aras de resolver proyectos para comunidades pobres, lo cual a sus tempranos 49 años lo llevaría a recibir el Premio Pritzker y curar la Bienal de Arquitectura de Venecia. Creador del concepto de “vivienda incremental”, es decir una especie de pie de casa, que de acuerdo a las posibilidades de cada familia puede crecer. Idea interesante que por un lado da libertad a los usuarios de resolver su ampliación de acuerdo a sus gustos, pero a la vez controla ese incremento de la casa.

Al final, un libro que invita a cualquier arquitecto a ser crítico con su propia obra…

Octubre de 2018.









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