Ahora
que el país concluye otro proceso electoral, (con un importantísimo trasfondo
histórico) es de suma importancia tener presentes las connotantes, así como el impacto
de transformaciones pasadas, que dieron por resultado el sistema que hoy más
que otras veces, pareciera agonizar.
Son
pocos los expertos en temas de política que se atreverían a negar el hecho de
que, hoy por hoy, somos testigos de grandes, y numerosos cambios en nuestros sistemas,
instituciones, y sociedad. Por mencionar algunos de los más notables (considerando
que ocupan de manera recurrente las primeras planas de medios internacionales)
se encuentra la incertidumbre de la que son objeto los acuerdos comerciales
entre naciones (que anteriormente gozaran de un grado importante de
consolidación), encontrando buena parte de su lectura en la practicidad con la que
los intereses geopolíticos y de producción cambian en estos tiempos. Así mismo,
las luchas sociales que eran sujeto de apatía, indiferencia y un generalizado
pesimismo por lo predecible de sus posibles desenlaces, hoy cobran una gran
relevancia en el campo de las transformaciones sociales, en un moderado pero
persistente ritmo hacia el beneficio e igualdad por los derechos de las
minorías. A la par de ello, las doctrinas, cerrando filas, empiezan a
transformarse, renovarse y nutrirse de nuevos enfoques metodológicos en la
necesidad de adaptarse a la reciente, aunque bien pronosticada coyuntura.
Sin
embargo, como es bien sabido, las problemáticas en los países en desarrollo en
materia de justicia e igualdad social sigan persistiendo, así como
recrudeciéndose. Todo esto a pesar de los supuestos avances alcanzados en los rubros
que, según lo visto, tienen su raíz en las múltiples contradicciones que
devienen de una buena multitud de intereses. De la mano del ritmo desmesurado
con el que fluye la información, se van haciendo cada vez más evidentes las
carencias y los obstáculos a vencer en la búsqueda por un futuro más humano que
incluya a todos.
Es
recomendable considerar esta coyuntura no como una manifestación más de algo
que nos ha de acompañar hasta el final de la historia, sino como una invitación
a no solo ser testigos, sino actores de cambio. Después de todo estamos sujetos
a ser protagonistas de la historia.
Está
cada vez más cerca el momento para la llamada generación Millenial de tomar la
estafeta, no solo en la divulgación mediante el uso de medios digitales o
creación de patentes con fines lucrativos (que al parecer se nos da muy bien),
sino como la generación que heredará las problemáticas dadas las políticas
actuales y que tendrá que escribir su propio destino. Por ello mismo, deberemos
estar en disposición de encaminar nuestros servicios, conocimientos y técnica a
entender los trasfondos de nuestra situación, para estar en posibilidad de solventar
las carencias que vivimos actualmente (y las que vengan).
El
espectro para nosotros los arquitectos ya es enorme, pues tendremos que
articular criterios de desarrollo y sustentabilidad (no solo la que deviene de
las ecotecnias) con el habitar. Aprovechar los diagnósticos existentes y
actualizando los que haya que actualizar. Al final de cuentas esto, además de
ser un ejercicio de criterio profesional, se apunta a ser un ejercicio de
ética, por lo que habrá que considerar hacia donde están encaminados nuestros
propios intereses.
Habría
que replantearnos a nosotros mismos, a nuestra profesión y buscar el
conocimiento para participar activamente de estos cambios, propiciarlos en
búsqueda de un futuro mejor para todos. No solo con optimismo y esperanza, sino
con certidumbre en las condicionantes que podemos cambiar, para lo que habrá
que estar informados, ser críticos e imparciales.
Julio de 2018
Santa Fe, Ciudad de México. Johnny Miller
http://www.bbc.com/mundo/noticias-44231048
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