Comentario personal sobre mi experiencia en el Área de Investigación Procesos Históricos y Diseño, ante la partida de Enrique Ayala Alonso. Por Juan Eduardo Bárcena Barrios

Fue hace un poco más de 2 años que me empecé desempeñar como ayudante de investigación del Área de Procesos Históricos y Diseño, en el Departamento de Métodos y Sistemas de la UAM Xochimilco. Ha sido de la mano de quienes además de excelentes maestros, puedo decir que también son grandes seres humanos, inicié y sin saberlo una travesía en la búsqueda de respuestas a mis inquietudes después haber finalizado mis estudios como estudiante de arquitectura de los cuales, como a muchos otros, me quedaron más dudas que certezas.

Es bien sabido que toda travesía encaminada a resolver las carencias o limitantes que uno tiene de manera ineludible ya sea por falta de experiencia, exceso de juventud o la suma de ambos, resulta siempre muy gratificante. Algo parecido puede decirse de la primera experiencia laboral, o por lo menos en la mayoría de los casos. No pasó demasiado tiempo para que empezara a participar en los eventos y seminarios que formaban parte de las actividades del Área. Fue en esos seminarios, coloquios y encuentros de investigadores, apasionados por el descubrimiento constante de respuestas a profundas interrogantes, donde me pude percatar que esta temprana etapa laboral en mi vida estaba respondiendo, de manera inusitada, a buena parte de esas inquietudes.

No puedo más que estar agradecido con todos y cada uno de los maestros que conforman dicha área, empezando por el Doctor Alejandro Ochoa Vega quien fuera la persona que después de mi colaboración en el periódico mural El Trazo Semanal, me ofreciera la oportunidad de trabajar con ellos en la ayudantía, lo que posteriormente daría inicio a todo lo anteriormente comentado.

El pasado 9 de diciembre, de manera sorpresiva, perdimos a uno de esos maestros.

No fui tan cercano del Dr. Enrique Ayala. En dos años y tres meses pude escuchar, de su viva voz, tan solo algunas de sus inagotables anécdotas. Siempre se encontraba ocupado, ya fuera por sus deberes administrativos, de docencia o investigación, por lo que apenas y le veía en breves lapsos de dos a tres veces por semana. Pude compartir con él, las experiencias propias del área de investigación, así como reuniones de planeación que encontraban su culminación en convivios amenos, además del mutuo festejo de cumpleaños, dada la coincidencia en la fecha de nuestros natalicios. También fui testigo de algunas de sus ponencias sobre la vivienda, como fuera el caso de la Recualificación urbano-arquitectónica de las colonias Hipódromo y Condesa, como parte del VI Encuentro Trinacional del Observatorio de Arquitectura Latinoamericana, realizado en Oaxaca, y la del Multifamiliar Nonoalco Tlatelolco, dentro del programa del IV Seminario de Barrios y Colonias de la Ciudad de México, ambos en octubre de 2016.

Lo más significativo que me queda de esta breve relación alumno-maestro tuvo lugar a mediados de octubre del año pasado, cuando resolví que era el tiempo de preocuparme por definir mi tema para acceder a la maestría. Le estoy muy agradecido al Doctor Ayala porque, aún casi sin pedírselo (aunque esa fuera la intención desde el principio), decidió apoyarme y regalarme su tiempo, apenas y bien le comenté de mi intención de estudiar la maestría, el cual, dolorosamente sin saberlo, resultó ser por muy poco tiempo.

No me queda entonces más que repasar sus lecciones impresas, entre las que quedan los más de doce libros bajo su autoría y coordinación, así como diversas publicaciones (más de 70 según lo indica su epígrafe en el libro “La idea de Habitar”. UAM-X. 2009). Es una pena que nunca habrá una dedicatoria de su puño y letra en esos libros. Sin embargo, más que una dedicatoria me ha quedado su ejemplo, y si no es impertinente decirlo, la satisfacción de saber que, desde un aspecto muy humano, se preocupó por mí. Espero que en el tiempo que sea apropiado y amparándome en la creencia muy universal de que hay algo más allá de lo visible, tengamos aquella sesión pendiente, ya sin tener que abusar de su tiempo, y que puedo presumir tal como él dijo (que estoy seguro a nadie le sorprenderá) lo hacía con todo el gusto del mundo.

Siempre será doloroso perder gente como Enrique Ayala, con tanto por transmitir y enseñar, en especial a sus alumnos quienes ya no contarán con su experiencia ni diligencia a la hora de encontrar respuestas a sus propias búsquedas. Y esa es otra de las enseñanzas que me quedan a todo esto. Una persona prolija como la fue el Dr. Ayala con tanto por transmitir, además de dejar impresos sus conocimientos, tomó la noble labor de la enseñanza con toda la seriedad y compromiso que le fue posible. Sabiendo de primera mano cuanta falta hace sensibilizar a los más jóvenes respecto a su papel como profesionistas, en una coyuntura tan cambiante y llena de problemáticas complejas como lo es la arquitectura, y más puntualmente, el tema de “la vivienda, como parte fundamental de la vida”.


Febrero, 2018



Fuente de imagen: https://www.facebook.com/libellaris

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