El
Centro para la Cultura Arquitectónica y Urbana (CCAU)¹ con sede en Guadalajara
organizo un viaje en noviembre pasado para recorrer la Ruta del Peregrino², una de las tradiciones
religiosas más significativas en semana santa de Jalisco y México, donde
millones de personas se congregan para recorrer 117 kilómetros a través de la
sierra madre occidental, entre Ameca y Talpa de Allende. En 2008 el Gobierno de
Jalisco anuncio una inversión para mejorar su infraestructura, realizando un
plan maestro los estudios de Tatiana Bilbao, Derek Dellekamp y Roxana Montiel, y
quienes a su vez invitaron a un grupo de arquitectos y diseñadores, para crear
los diversos espacios de servicios básicos, alojamiento, observatorios y
santuarios a lo largo de la ruta.
En
el recorrido solo se contó con dos días, los traslados a cada punto se
realizaron en camión, acompañados por un guía y los arquitectos Derek Dellekamp
y Luis Aldrete quienes relataron los conceptos y algunas anécdotas que han
sucedido en torno a cada proyecto. El primer día recorrimos la mayor parte,
seis de nueve, iniciando en Lagunillas y el Monumento a La Gratitud diseñado
por los arquitectos Bilbao y Dellekamp, el cual destacaba del contexto del
pueblo. A través de cuatro muros altos que en planta forman los extremos de una
cruz latina, se conforma un espacio para la meditación antes de emprender la
peregrinación. Desde este sitio a lo lejos ya se lograba observar la siguiente
obra, retomando idea de que sirvan como puntos de referencia para los
peregrinos. El mirador localizado en el cerro del Obispo era una especie de
faro ondulado diseñado por los arquitectos suizos Christ & Gantenbein, en esta
parte se comienza a entender por qué se eligieron puntos en específico para el desplante
de cada proyecto. El conjunto que forman con el paisaje existente crea
perspectivas únicas y espectaculares en cada espacio. Descendiendo en este
mismo cerro se encuentra la Ermita de Piedra, diseño del artista chino A Weiwei,
adonde llegamos por una pasarela a campo abierto, junto a un bordo de agua y que
tiene como espectadores a ganados de res, toda una escenografía natural. Por la
tarde nos trasladamos a Guachinango a comer y visitar uno de los dos albergues
proyectado por el arquitecto Aldrete, localizado a un costado de la carretera
fue fácil identificarlo por su geometría atípica y materiales. Ahí los
peregrinos se detienen para usar los servicios, descansar y resguardarse del
clima unas horas antes de volver a emprender su viaje. Las últimas dos obras
que visitamos eran menos visibles, primero la Ermita Las Majadas también de
Tatiana Bilbao, otro espacio para la meditación que debido a la falta de
recursos, su ubicación y escala hacían que pudiera pasar desapercibida; y luego el Albergue en Atenguillo, que a
diferencia del primero su forma es más regular ya que se encuentra confinado
dentro de una unidad deportiva, aunque cuenta con los mismos servicios. Al término
del primer día nos hospedándonos en una hermosa hacienda del pueblo de
Ahuacatepec, en donde cenamos en la plaza en compañía de sus habitantes, que
celebraban una “kermés”.
Para
el segundo día, después de un ameno desayuno, partimos hacia el cerro el
Espinazo del Diablo para visitar dos intervenciones más, a diferencia del día
anterior esta parte se recorrió a pie para vivir un poco la experiencia de los
peregrinos. La primera caminata que fue bajo un intenso sol, llegamos al
mirador de los Guayabos del despacho HHF Architects, un bucle que permitía
recorrer la obra y divisar el entorno al mismo tiempo de forma continua. Si la
vista desde aquí ya era increíble, el guía prometió que en el siguiente mirador
sería mucho mejor al estar en la cima del cerro, y así fue, después de ascender por un camino
resbaloso, empinado y casi sin aliento valió la pena encontrarse sentado a la
sombra de la obra proyectada por los arquitectos Alejandro Aravena y Diego
Torres contemplando tranquilamente el panorama. Poco más de dos horas después
de haber descendido el cerro, de encontrarnos algunos compañeros extraviados y
de haber comido, arribamos al municipio de Mascota donde caminamos hacia la
ermita San Rafael, proyecto de Roxana Montiel y Derek Dellekamp. Resuelto en un
anillo de cuarenta metros de diámetro, que dependiendo de donde se observe,
parece estar suspendido y abrazando una parte del bosque. En ese espacio de reflexión concluyó nuestro viaje
a parte de La Ruta del Peregrino en Jalisco, con más de 200 años de tradición, y
donde a través de cerros, pueblos, e intervenciones contemporáneas, se vive toda
una experiencia, considerando al final que esta serie de obras han ayudado a
reforzar una identidad regional de largo aliento.
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