Carta abierta. Por Arturo Peimbert Calvo

Al pueblo de México.
A las autoridades de la nación.
A las y los compañeros ombudsperson.


Como Defensor de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, de la manera más enérgica manifiesto mi condena al asesinato del presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Baja California Sur, Silvestre de la Toba Camacho y su hijo Fernando de la Toba Lucero, y exijo a las autoridades de los tres niveles de gobierno encontrar sin demora, en buen estado de salud, al asistente de la Cuarta Visitaduría de la Comisión de los Derechos Humanos de Jalisco, secuestrado el día de hoy cuando estaba por ingresar a su centro de labores..

Como ha señalado el representante del Alto Comisionado para los derechos humanos de las Naciones Unidas en México, Jan Jarab, las y los servidores públicos que trabajan en órganos autónomos de derechos humanos en el país, son defensores de esas garantías y requieren protección especial por lo sensible de su trabajo. Sin embargo, el Mecanismo Nacional para la Protección de Personas Defensoras y Periodistas se niega a proporcionar dicha protección a quienes colaboran en esos órganos autónomos públicos.

Por eso, porque nadie les dio protección, el compañero defensor Silvestre de la Toba y su hijo Fernando están muertos. Y la esposa de Silvestre, la madre de Fernando, Silvia Lucero, y la hija de Silvestre, la hermana de Fernando, Silvia Miriam, están hoy ambas heridas y de luto por el esposo, el hijo, el padre, el hermano, asesinados.

Ahora, con estas muertes, y con la desaparición de nuestro compañero defensor, forzada por no sabemos qué poder siniestro, hacemos nuestro trabajo en el horror. Nuestra palabra ha entrado en el horror, surge desde el horror, y sin embargo, reclama dignidad, justicia; reclama que las y los compañeros defensores puedan mantener su integridad en el desempeño de sus tareas.

Estos crímenes que agravian a toda la sociedad, no deben ser olvidados ni perdonados. Castigo ejemplar para los asesinos, libertad para el compañero que hoy padece cautiverio ilegal, y que las autoridades y el Estado Mexicano se hagan cargo de su responsabilidad por la extrema violencia e inseguridad que agobia a nuestro pueblo.

Unimos nuestro dolor al de la familia de la Toba Lucero, exigimos justicia por las muertes de Silvestre y Fernando de la Toba, reparación y restablecimiento para su esposa Silvia y para su hija Miriam, y la presentación con vida del compañero de la Comisión de los Derechos Humanos de Jalisco.

Estas condiciones son el mínimo fundamento desde el cual podemos continuar nuestra labor en paz, con dignidad y convicción, quienes dedicamos nuestro esfuerzo cotidiano a la defensa de los derechos fundamentales de las y los mexicanos, en el Estado de Derecho que debe regirnos.

Si la impunidad y la inseguridad persisten, tendremos que asumir nuestra tarea como labor dentro de un estado fallido, lo cual la hará más ardua, pero no por eso la abandonaremos. Entonces, deberemos clamar a la comunidad internacional que intervenga, para que nuestro Estado de Derechos pueda restablecerse, y nunca más vuelvan a darse crímenes como los que hoy enlutan a la sociedad bajacaliforniana y siembran el terror en la comunidad jalisciense.

Es una hora negra para la nación cuando las personas que se dedican a defender los derechos humanos caen asesinadas juntos con sus hijos, o cuando estas mismas personas pueden ser secuestradas a plena luz del día, a la vista y paciencia de las autoridades.

Tenemos dos caminos, como escribió Robert Kennedy, cuando su nación afrontó situaciones igualmente dolorosas: podemos llenarnos de amargura, de odio y deseos de venganza, o podemos hacer un esfuerzo por comprender, y reemplazar esa violencia, esas manchas de sangre que se extienden sobre nuestra sociedad, con un esfuerzo por lograr la compasión y la armonía, pero también la justicia y la sanción para los crímenes imperdonables.

Desde la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca reclamo que las investigaciones sobre estos agravios arrojen resultados: sanción para los culpables justicia para las víctimas y y reparación del daño para sus deudos y la sociedad. Reclamo justicia y dignidad para todas y todos los defensores de derechos humanos en México.


Arturo Peimbert Calvo
Defensor de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca

Oaxaca de Juárez, Oax., 24 de noviembre de 2017

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