Hace
unos meses se viralizó una noticia que mostraba la ocurrencia del arquitecto
holandés -Changiz Tehrani- de decorar la fachada de un edificio haciendo libre
uso de un total de 22 emojis fabricados previamente en concreto, colocando uno
en cada vértice de los marcos de la estructura. Como era
de esperar, de manera inmediata a la difusión de su hazaña, empezaron a llover
las críticas al arquitecto y sus métodos poco ortodoxos, a lo cual respondería
en posterior entrevista: “La arquitectura no es una religión para nosotros,
también tienes que divertirte”.
Ciertamente,
lejos de ser una práctica religiosa o creencia metafísica, la arquitectura en
su enseñanza (como cualquier otra profesión en el mundo) aspira a poner cierta
cantidad de conocimientos al alcance de sus futuros practicantes, con el fin de
mejorar la calidad de vida de las personas y hacer posible el correcto orden y
funcionamiento de sus instituciones. Para esto, se ha tenido que recorrer un
largo y sinuoso camino, lleno de discursos y diversas búsquedas intelectuales entre
lo funcional y lo estético, de las cuales, la primera registrada por la
historia, De Architectura de
Vitruvio, data del siglo XV a.C. desde donde presumiblemente se habría rescatado
la célebre triada vitruviana: “venustas,
firmitas y utilitas”.
Desde
entonces y hasta hoy, cada corriente y avance del pensamiento ha quedado
grabado en las ciudades hechas por el hombre, siguiendo la metáfora del nautilo1,
donde este construye su propio hogar según aumente su tamaño, generando cámara
tras cámara para conformar la expansión de su caparazón, haciendo visible su
propia evolución en las dimensiones de tiempo y espacio.
El
criterio que ha desvelado Changiz Tehrani ha sido el de dejar huella impresa de
la presente época, de la misma manera en que los griegos hicieron lo propio con
sus cariátides, o los europeos con las gárgolas. Es en este momento donde
Tehrani pone algo trascendental sobre la mesa, cuando sus mismas palabras
materializadas en el edificio cobran relevancia, siendo paralelas a una era en
la que la interacción digital se antepone por sobre las relaciones humanas. Más
aún -pareciera, haciendo alusión a la célebre obra de Orson Orwell “1984”- en un contexto donde la comunicación de emociones
ha sido reducida olímpicamente a cierta cantidad de emojis, sin mencionar claro,
las alteraciones en cuanto a la simplificación de la escritura, posiblemente
derivada del número de caracteres permitidos en plataformas como Twitter, o del
tedio que aparentemente representa escribir mensajes de texto por medio del
teclado QWERTY.
La
aparente falta de seriedad de Tehrani, resulta pues, ser congruente con la
manera en que nos comunicamos como sociedad hoy en día. De haber pasado del
lenguaje de la monumentalidad religiosa y en piedra al lenguaje industrializado
en piezas prefabricadas, transparente y en acero, pasando también por los
marcos rígidos en concreto armado, hemos llegado a la era del lenguaje
práctico, fácil y superfluo. Seguramente este edificio lejos de ser
trascendental pase tempranamente al olvido, así como cualquier moda del
momento, pero cabe la pregunta ¿Cuál es el futuro de la arquitectura en la era digital?
¿Realmente será relevante la conformación de espacios destinados al habitar?
Hoy
en día se libra la carrera por el perfeccionamiento de la inteligencia
artificial, y con ello el desarrollo de mundos en realidad virtual cada vez más
complejos, que los ya anteriormente vistos en plataformas como Second Life.
Paralelo a esto, el aislamiento, así como la desadaptación social por medios
virtuales son cada vez más frecuentes, al punto de convertirse ya en un
problema de salud. Esto se empieza a perfilar como uno de los retos que tendrá que
afrontar la nueva generación de arquitectos. Habrá pues, que contemplar las
capas viejas del nautilo, y tomar en cuenta las palabras de Ludwig Wittgenstein
que escribiría que “La
arquitectura eterniza y sublima siempre algo. Por eso no puede haber
arquitectura donde no hay nada que sublimar”.
1
Leland M. Roth. (1999). Entender la arquitectura. Sus elementos, historia y
significado. Barcelona, España: GG.
Imagen:
http://www.eluniversal.com.mx/sites/default/files/2017/04/25/emojis_edificio.jpg
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