Resistencia desde la ínsula utopía. Por Jaell Durán Herrera

Resistencia desde la ínsula utopía[1]

Este ciclo 17-I , el Seminario Vórtices y Bifurcaciones tuvo como argumento central la utopía. En las cuatro conferencias, de algún modo y desde diferentes perspectivas, se tocó el tema y su relación con los diseños.

Para comenzar habría que explicar qué es utopía y porqué decidimos deambular por los confines de esta reflexión colectiva en el contexto de nuestra universidad y de estudiantes que se preparan para todo lo que pueda estar por venir. En la universidad y en el seminario se descubren horizontes, como escribiera Julio Cortázar en un texto de 1939 titulado “Esencia y misión del maestro”: …pero con los horizontes hay que hacer algo más que mirarlos desde lejos: hay que caminar hacia ellos y conquistarlos.

Hay distintos motivos que nos hicieron pensar en la pertinencia del horizonte utopía como tema. El primero fue la muerte de Fidel Castro, la discusión en torno a un sistema tan controvertido como el socialista y las apasionadas opiniones a favor y en contra de ello, la fundación de la UAM y los últimas trazas de ideología social que sobreviven en ella. El mundo esta cambiando vertiginosamente, las expectativas en la certidumbre del futuro ya no son posibles. Con las muertes de personajes tan emblemáticos como el comandante, mueren también ideales y de pronto aparecen resentimientos enterrados, así de contradictorio es el panorama de nuestra condición planetaria.
Otro pretexto fue la conmemoración de los quinientos años de la publicación del libro de Tomás Moro, de aquel lugar del cual tomamos el nombre para nuestro ciclo y en donde el autor inventa una sociedad cuyos ideales son también comunistas.
Si bien en lo convencional se suelen menospreciar los planteamientos que parecen descabellados y por lo tanto se utiliza la palabra utopía para denostarlos, como sinónimo de imposible, debemos de reconocer que la palabra ha sufrido de la mala interpretación, es prácticamente sinónimo de imposible. Sin embargo Moro no le da esa connotación en su obra. Y finalmente la crisis por la que está pasando la universidad pública y la lucha diaria de muchos profesores y estudiantes por mantener en ella una atmósfera de vitalidad y esperanza. Aun a pesar de la reducción al presupuesto para la educación, a propósito de estos recortes Alberto Ruy Sánchez cita a Albert Camus: Todo lo que degrada a la cultura acorta los caminos de la servidumbre.

Con un espíritu de caminar hacia la utopía, como lo sostuvo Adriana Bernal, discurrieron las charlas. En la primera, presentada por el arquitecto Guillermo Nagano, conocimos las posibilidades de la transdisciplina en la universidad. A través de su amena charla nos mostró el jardín de plantas aromáticas en CIBAC, que trabajó y diseñó junto con académicos y estudiantes de la División de Ciencias Biológicas.
El tema se introdujo con el titulo de Jardín del Edén.
A esta afortunada y motivante plática le siguieron Jorge Calvillo Unna, un arquitecto peculiar con una visión que trasciende las fronteras de etiquetas tales como el concepto tan manipulado y mediatizado de sustentabilidad. Es posible que los problemas de dimensiones inconmensurables como nuestra relación con el planeta y el ambiente requieran de posturas como las del pensamiento sistémico o complejo.
Todo tiene un impacto en el planeta.
Juan Casillas, Mariana Ordoñez y Jésica Amezcua, mostraron lo que están haciendo como Universidad Iberoamericana en las comunidades del sur del país con una red de parteras. A continuación Elías Cattan, con una peculiar manera de exponer y charlar, abordó el problema del agua en la Ciudad de México y mostro y sugirió cómo ser activista en una ciudad lacustre en extinción.
Es importante mencionar que los tres últimos ponentes son egresados de la Ibero y comparten una manera sistémica de pensamiento arquitectónico, en donde la biomímesis[2] posibilita otras formas de solución en el diseño y la re-génesis una postura inminente cuando el tiempo se acaba, como para detenernos a pensar en sostener a las generaciones del futuro. Ahora hay que regenerar, ¡urgentemente!.
La labor, la enseñanza y los aportes sociales de estos invitados tienen un carácter distinto al de nuestras universidades públicas. En sus talleres se puede construir modelos escala 1:1, sin necesidad de transitar por una aguda burocracia, los recursos permiten a grupos enteros viajar y conocer otras culturas dentro de nuestro país y, lo más importante, los estudiantes siguen siendo el objetivo y motor por el cual se mueve la universidad: la universidad es para ellos. A pesar de los contrastes, y sin lugar a dudas, han enriquecido nuestro seminario y a los estudiantes que acuden a él. Se ha abierto un debate con bifurcaciones y algunos vórtices.

Por ejemplo: el tema de lo social ha generado polémica. Hay que asomarse a las redes de vez en cuando para enterarse de lo que se discute en ese lugar virtual tan concurrido, temas tales como el de que si lo social es una tendencia de moda o no, de que si lo social es un tema reservado a las universidades públicas, que si hay representantes históricamente conocidos por su trabajo en lo social, que si la buena vida esta disociada y no es congruente con lo social, que si están haciendo más las universidades privadas que las públicas, que si los egresados de la universidad pública son especialistas en hacer encuestas y nada más, pero que a la propuesta de diseño ya no llegamos con una responsabilidad digna de diseñador y un largo etcétera. Todo un universo de temas.
Esto es una preocupación: ¿qué está haciendo la UAM como institución responsable de de dar alas a los anhelos que existen, embrionarios, en toda conciencia naciente? dijera Cortázar. Qué han hecho los egresados de otras generaciones y cuál es el significado que esta tomando lo social a partir de la muerte de grandes maestros de los talleres de diseño de la UAM como José María Buendía y Mario Larrondo, así como la jubilación de muchos otros. Los defensores de la arquitectura social no nos dejan satisfechos, pues por mucho dejan de lado el tema de las cualidades arquitectónicas y lo reducen a simples aspectos formales o caprichos.

La educación publica esta sufriendo un asalto neoliberal.[3] Lo vivimos cada vez que llegamos a un aula con mobiliario deteriorado y cañones que se apagan cuando el rigor académico apremia. En nuestra querida casa de estudios cada vez es más complicado encontrar los medios adecuados para facilitar la materialización de nuestras utopías y en donde se han acortado los caminos de la servidumbre.
Ante la muestra de las ejemplares experiencias de otras universidades y nuestra lucha constante por resolver problemas funcionales y prácticos en las aulas de la UAM, queda esta defensa como esperanza: sí, eso están haciendo los otros en las comunidades, apoyados por su universidad. Al interior de nuestro campo también se esta librando una batalla, pero esta necesita primero resolver la inmediatez.
Aunque algunas veces parece que naufragamos hacia la distopía[4], el seminario es la ínsula desde la cual mirar el horizonte y caminar hacia él.

Marzo de 2017

Fuente de imagen: Jaell Durán Herrera




[1] Léase utopía según la propuesta de Tomás Moro. Significa etimológicamente “no lugar”, si se interpreta la U inicial como la eu griega y, entonces se puede leer como “buen u óptimo lugar”. Se considera también que cuando Moro acuñó este neologismo, justo lo que quería era jugar con esa ambigüedad, ya que se toma como modelo positivo un país existente. Véase: Umberto Eco, Historia de las tierras y los lugares legendarios, edit. Lumen, 2013, España. Pág. 305.
[2] (del griego “bios”, vida, y “mimesis”, imitar) es la observación de la naturaleza para imitar sus formas, procesos y sistemas para la solución de problemas. http://www.biomimicrycolombia.org/biomimesis.html

[4] Distopía termino contrario al concepto de utopía, en donde la realidad transcurre como una antítesis de la sociedad ideal

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