Zsona MACO 2016. Por Diana Melanie Eugenio Ponce

En los últimos años, Zsona MACO se ha posicionado como uno de los más polémicos, aún así más esperados eventos de arte en la Ciudad de México. Con la colaboración de más de 120 galerías y 25 países, Zsona MACO 2016 reunió a coleccionistas de arte contemporáneo y uno que otro curioso en el Centro Banamex de la semana del 3 al 7 de febrero, en su 13o edición. Sin embargo, esta feria de arte ha recibido fuertes críticas sobre su contenido describiéndolo como burdo y sin sentido, es esta la razón por la que decidí́ abandonar la incertidumbre y comprobar la veracidad de estos comentarios.

En primera instancia, cabe mencionar que Zsona MACO no es un museo, sino una feria de arte cuyo objetivo es la exhibición y venta de obras de arte contemporáneo, de forma que el evento está dirigido a un sector específico de la Ciudad de México, que engloba a coleccionistas de arte, galeristas, amantes de las redes sociales, diseñadores, estudiantes de institutos privados, entre otros. Dicho esto, no es de sorprenderse que el asistente recurrente en Zsona MACO pertenezca a la clase social alta, lo que contradice a los slogans del evento, cuando se afirma que va dirigido al público en general. No obstante, llama la atención la confluencia masiva que por día recibió esta gran fiesta del arte actual.
                                                          
Después de aclarar qué es Zsona MACO y cuál es su propósito, comentaría sobre algunas obras y artistas reunidos en este evento. La feria se dividió en cinco secciones, en la Principal se pudieron observar piezas de autores internacionales como Andy Warhol, Fernando Botero y Anish Kapoor, por mencionar sólo algunos. En la siguiente, las Nuevas Propuestas, estaban los artistas independientes cuyas obras tendían a lo abstracto, a veces sin mucho sentido. Seguido a esto se encontraba la sección de Arte Moderno, que incluía piezas internacionales de la primera mitad del siglo XX y artistas icónicos, como Remedios Varo, José Clemente Orozco, Diego Rivera y Rufino Tamayo, entre otros. En la sección Zona MACO Sur, se exhibieron 20 proyectos seleccionados por unos curadores portugueses que referían casos de un arte con visión del pasado, en vías de querer comprender su futuro. Y por último, Zona MACO Diseño, presentaba objetos de edición limitada y obras de estudios internacionales, enfocados en las tendencias contemporáneas del diseño.
                                                          
Si bien la cantidad de piezas en exhibición era inmensa, hubo unas cuantas que llamaban la atención. Entre ellas se encontraba, en representación de México, la obra del artista Miguel Monroy, una de ellas “¿Cómo robar a una feria de arte?” donde explicaba la planificación paso por paso para conseguirlo, desde cavar un túnel en el Centro Banamex como ruta de escape, hasta detalles específicos sobre cómo burlar las cámaras de seguridad y abrir cerraduras. Debo mencionar que, a pesar de qué sería imposible vender esta idea, esta pieza resultaba ser una crítica de cuan ineficientes, podían ser los mecanismos y protocolos de seguridad en una feria de arte, por no decir en todo el país.
                                                          
Otra obra que captó mi atención fue “Order of the Landscape” de Miguel Fernández Castro, del Estado de Chihuahua, cuya composición se basaba en la investigación científica del suelo desértico en el noroeste del país, asistido por disciplinas como la geografía, geología y topografía, entre otras. En ella que comparaba el proceso de erosión, como la manera de transportar droga a través de diversos flujos y pequeñas fracciones, casi imperceptibles en una superficie implementadas por los narcotráficantes; en la medida que dichas mercancías ilícitas debían ser casi invisibles para su circulación. De la misma forma que “¿Cómo robar a una feria de arte?”, este complejo de piezas, más allá de querer ser un crítica social, se convertían en exponentes de la oscuridad que rodea a muchas de las instituciones del país. Si bien ya había visto fotografías que circularon en las redes sociales sobre esta pieza, mi reacción al verla materializada fue genuina.

En cuanto a la controversial obra de Yoshua Okón y Santiago Sierra, “El excusado”, los autores realizan una fuerte crítica a esos artistas, donde el discurso y el contenido se ven afectados por el poder económico que rodea a su obra. Esta ideología se puede comparar con aquella de Marcel Duchamp en el dadaísmo, donde la obra intenta recrearse con el mismo principio.
                                                          

Sin ánimos de asumir algún chauvinismo o algo que se le parezca, reconozco que fueron principalmente artistas mexicanos quienes mantuvieron mi interés gran parte del tiempo. No obstante que se exhibieron algunas obras de artistas internacionales que valían la pena admirar, como Tania Candiani, Elvira González, Nina Menocal y Thomas Monahan. Sin embargo, hubo otras piezas, que carecían de sentido y diálogo en entre significado y significante para poder considerarlas como obras cruciales. Aún así muchos espectadores, la mayoría jóvenes, se tomaban fotografías y las compartían en las redes sociales a modo de celebración y moda, lo que significa que Zsona MACO pudiera ser una plataforma que reúne a la gente para compartir las últimas tendencias del arte y diseño internacionales. No obstante considero que este evento parece haberse convertido en un espacio elitista, que saca a relucir el consumismo y poder económico característico de un sector específico de la Ciudad de México, no precisamente preparado para entender este tipo de producción artística. 

Fuente de imagen: http://brosmopolitan.mx/

Febrero, 2016

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