La vuelta de los cines. Por Francisco Haroldo Alfaro Salazar y Alejandro Ochoa Vega

Con este título tan cinematográfico como irónico es que anunciamos, que después de 18 años de su primera edición y 16 de una reimpresión, el libro Espacios distantes… aún vivos, las salas cinematográficas de la Ciudad de México, UAM-X, CyAD-CSH y UNAM, 2015, por fin está de nuevo en circulación, en una versión actualizada y aumentada.
Una investigación que nació en 1994, en vísperas del centenario del inicio del cine, y que en nuestro caso se enfocaría en el proceso histórico de los espacios de exhibición, particularmente entre 1930 y 1970 (en la nueva edición ese periodo se amplió de 1920 a 1980). Durante ese lapso es que se desarrollaron los llamados “palacios del cine”, es decir las grandes salas cinematográficas, entre dos mil y cinco mil butacas promedio, donde varias generaciones del siglo XX pasaron jornadas extensas de emoción a través de la gran pantalla, vestíbulos y salas espectaculares, sin dejar de lado las emblemáticas fachadas, con sus marquesinas y anuncios bandera, que delinearon los paisajes urbanos por décadas.

Sin embargo, ya desde los años ochenta del siglo pasado, esas grandes salas entraron en crisis por diversas razones; ofertas de entretenimiento como la televisión, el video, los sistemas de cable, además de la ubicación central y sin estacionamiento de los viejos recintos, los dejaron sin atractivo para las nuevas generaciones, que empezaron a ir al cine a los complejos comerciales donde había generalmente un conjunto de multicinemas, con estacionamiento y aparentemente mayor seguridad. En ese contexto es que iniciamos nuestra investigación, ante la certeza de que nadie, o casi nadie, reparaban sobre los valores arquitectónicos, patrimoniales y sociales de esos viejos palacios. A finales de 1997 el libro saldría a la luz, con la ilusión de que pudiera contribuir de alguna manera en la conservación de algunos viejos cines. Objetivo inocente constatado en la investigación retomada entre 2011 y 2013, que nos llevó a realizar el recuento de un patrimonio perdido, casi en su totalidad, y donde salvo casos aislados, la arquitectura de las grandes salas cinematográficas, solo se podrá experimentar o imaginar desde la fotografía, los recuerdos de los viejos, o en libros como el nuestro.


¿Por qué insistir?, ¿si están por desaparecer las generaciones que vivieron a plenitud esos espacios?, ¿o será que todavía podremos tocar algunas de las fibras, de quienes pueden decidir sobre el destino del puñado de viejos cines que aún quedan?. No lo sabemos, lo más probable es que no, pero aun así, no quisimos hacer una reedición con los mismos datos de 1997-1999, sino los actuales, por dramáticos y duros que sean. Soñamos con que el éxito del Teatro Metropolitan como centro de espectáculos, ya por cumplir 20 años de su intervención, pueda motivar a la reapertura del Orfeón a que el Opera, por fin el INBA termine de recuperarlo y no más, al Mariscala y lo que quede de él, no creemos que lo salve nadie. Como no pasó con el Latino, el Teresa, el París, el Variedades, el Continental, el Cosmos y muchos, muchos más. Con esta sensación agridulce, de haber conseguido que el libro se reeditara, con mejor impresión de las imágenes, planos urbanos de localización de cines que no estaban en la primera edición, y de poder enriquecer el contenido con nuevas fuentes, también estamos conscientes de las limitaciones de estos esfuerzos académicos, muy ricos como trabajo de investigación, pero muy cortos sus alcances para cambiar realidades, por demás contradictorias.



Noviembre, 2015 

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