A treinta años. Por Georgina Sandoval

Todos los que vivieron ese momento en la historia de la ciudad, tienen tatuado ese instante, por eso sigue habiendo mil historias más. Hoy, treinta años después, los eventos a conmemorar 30 años del sismo se multiplican. Las reflexiones afloran y estas líneas también contribuyen.


Sin duda nos encontramos frente a una referencia icónica en la ciudad: existe un antes y un después para sus habitantes (por lo menos en los que hoy tienen más de 30 años). Tanto que los políticos que se presentan anotan en su hoja de vida su participación solidaria en alguna organización gestada en los sismos. Es sinónimo de preocupación social, de acción comunitaria; la gente de los barrios, los verdaderos protagonistas no necesitan contar, solo lo siguen haciendo.

Es también un referente de lucha y ejemplo de acción democrática que siguió siendo madre de otros momentos: 1. El referéndum que da origen a la elección de autoridades. 2. La elección del posterior gobierno de la ciudad. 3. Es la gestación de lo que Carlos Monsiváis llamo la “Sociedad Civil”.

Es la ciudad cuyas referencias administrativas han distraído la realidad metropolitana; el sismo pareció la oportunidad de desalojar a la población de la ciudad central y no fue así, gracias a la resistencia social que logró sacar el suelo del juego de la especulación inmobiliaria; hoy día los datos de población dicen que el D.F. no crece, lo que no se dice es que su población se ha mudado a la periferia metropolitana pero que sigue viniendo a trabajando en el D. F. Administrativamente, se evita hablar de la Metrópoli pero hoy la referencia metropolitana ayuda a la gestión de fondos federales.

Desde antes del 85 existía el requerimiento formal de los planes urbanos a los que no se les ha permitido mostrar su eficiencia; son entendidos como documentos normativos que pueden ser alterables, de crítica política. Por ejemplo, el documento de planeación urbana vigente corresponde a la administración de AMLO –aquel del Bando 2- y ya nadie lo menciona-. Hoy la planeación urbana permite mirar, no la metrópoli, no el D.F., sino fragmentos de la ciudad para hacer intervenciones sin mirar las consecuencias futuras, basada en una legislación urbana inconsistente.

Es la ciudad de las ocurrencias urbanas: se viene de la acción pública autoritaria que considera el urbanismo – y también la obra- a partir del desarrollo de las vialidades (la conformación de los ejes viales en los 80´s) pero que otorga a la ciudad una organización lógica, de fácil entendimiento. Hoy continuamos en la prioridad vial que hace obra- “embudo” por lo complicado de su trazo y su conectividad; y que además permite el cobro por el uso de vialidades.

Se transita del urbanismo marcado por las vialidades al urbanismo de fragmento, hoy reconocido en la ley como “áreas de gestión estratégica” cuya complicación es precisamente ¿Quién define “lo estratégico”?; otra complicación es la escala de intervención, ¿se trata de grandes extensiones de oportunidad inmobiliaria? ¿O se trata de acciones de mejora vecinal? En las primeras, las normas particulares, siempre tendrán una salida para poder justificar la acción de mercado.

La intervención pública en materia de vivienda fue determinante para la reconstrucción de la ciudad en tanto asumió la coordinación y rectoría; sin negar la participación de constructores, de organismos civiles, organizaciones sociales y vecinos. Hoy cada día tiene menor relevancia, menor presupuesto, menos acceso a suelo y menos acciones de vivienda nueva. Ello a pesar de que el Instituto de Vivienda –INVI-  cuenta con un programa de mejoramiento habitacional, que por su número de acciones no tiene referencia de comparación en América Latina –más de 200 mil acciones- sino que además, su gran impacto en la ciudad es el alivio al hacinamiento habitacional.
A partir del 85 hubo un cambio de modelo habitacional. Pasamos de la referencia de la vivienda en horizontal vinculada a los espacios comunes (las vecindades) misma que se hacía extensiva a la calle; que transitó a la vivienda sin espacios comunes (los condominios habitacionales), entre otras condiciones han cedido espacio a los vehículos.

La ciudad del 85 no considera el espacio público, simplemente lo tomaba; hoy se tiene que “rescatar” de los autos algunos fragmentos  y adecuarlos.

A consecuencia del 85 también puede ser valorada a partir de la relación de gobierno sociedad. Situación larga y complicada para etas líneas pero que no pueden dejar de anotar que las agrupaciones sociales saltaron a la palestra, luego de la emergencia, con propuestas y con una capacidad de negociación y gestión desconocida; posteriormente los dirigentes asumen cargos políticos o de la administración y; más tarde las cabezas de organización se convierten en simples gestores con condiciones político partidarias.

Estamos ante una modificación de ley que permite la asociación público- privada- y social en donde solo opera lo privado- público-; cuyas consecuencias no son claras, ni transparentes. A los ojos de la población son acciones de pronta recuperación de inversión que no considera el futuro.


Hoy día tenemos un marco de legislación urbana, que implica la vivienda, tan confuso y contradictorio que más valdría tirarle a la basura en donde la autoridad de gobierno es el gestor del mercado inmobiliario.

Fuente: Casa y Ciudad.
Septiembre, 2015.

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