“¿La otra Universidad?” Por Raúl F. Hernández Valdés

La División de Ciencias y Artes para el Diseño (CyAD), de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco (UAMX) es parte de un sistema de educación superior inserto en la formación social dinámica y problemática que es México. Esta División, condicionada por los cambios de su tiempo fundacional hace cuarenta años, se orientó por los principios y la estructura del Sistema Modular, nueva orientación formativa en diseño que fue merecedora de valiosos reconocimientos en aquella época.


Hoy, que El trazo Semanal llega a su edición 200, también vivimos tiempos de cambio, y lo deseable es que el cambio en un sistema corresponda con el mejoramiento evolutivo de todas sus escalas, sus respectivos subsistemas y componentes; todo en la medida que lo plantean su visión y sus objetivos. De modo que podemos preguntarnos ¿cómo son las condiciones actuales de CYAD UAMX con relación a su visión y sus principios fundacionales? Desde nuestra experiencia, ¿cómo es su calidad formativa en 2015, en el momento en que termina una gestión y comienza una nueva dirección divisional? 

Como fundador puedo afirmar que la efectividad de esa formación se sustentaba, por una parte en la problematización de la enseñanza, y por otra parte en el hecho tan sencillo y al mismo tiempo tan complejo de la interacción de las tres funciones sustantivas, gracias al notable trabajo integrador de profesores que tuvieron también una capacitación adecuada a la propuesta educativa. Considero que el sistema modular es lo más próximo a las propuestas visionarias de la modernidad a principios del siglo XX, y a las propuestas alternativas que, en el siglo XXI, proponen una transformación de la conciencia colectiva de acuerdo a nuevos paradigmas que implican la reintegración de la sociedad, el conocimiento, la técnica, la cultura y la naturaleza. Los objetivos de la Comisión de Educación para el siglo XXI de la UNESCO, han orientado recomendaciones de nuevos cambios educativos para los retos del presente centrados en: aprender a hacer, aprender a conocer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.

La esencia del sistema modular planteada en los documentos originales se anticipa a estos objetivos por más de treinta años. Su formulación, en el Documento Xochimilco, se expresa en breves principios sintéticos pero que entrañan una gran complejidad. La formación en el sistema modular exige que los alumnos puedan trascender el sentido común por la vía del conocimiento científico -en CyAD abierto a otros modos cognitivos, como la intuición y la experiencia estética-; que sean gestores del autoconocimiento y capaces de aprender en la práctica de resolver problemas vigentes, relevantes y pertinentes. Estos son algunos de los objetivos capitales en la formación de los alumnos y tienen como condiciones necesarias: 1 la actitud crítica, 2 la posibilidad de seleccionar los conocimientos verdaderamente necesarios, 3 la aptitud para comprender, visualizar, indagar y aprender de los problemas reales, 4 la capacidad de conceptualizar, de investigar, 5 la disposición para integrarse en la interdisciplina, el trabajo en equipo y la ética laboral.

En la acción y la práctica se hizo evidente la importancia que tiene la proyección hacia la comunidad, hacia la sociedad que da lugar a una universidad pública como la nuestra. Se comprendió que los aspectos culturales son parte vital de la relación de la universidad con su entorno y componentes activos del quehacer interno de la misma universidad, tal como los productos de la investigación y las actividades de la docencia. Estos son aspectos formativos esenciales que funcionaron al ponerse en marcha el engranaje básico del sistema modular, cualquiera que fuera su interpretación por una disciplina particular. CyAD UAMX tuvo grandes avances e hizo aportaciones considerables a la cultura del diseño en nuestro país, como se puede constatar por el seguimiento de egresados y otros medios consistentes.

¿Qué ha pasado desde entonces?. Tanto en CyAD, como en las otras divisiones académicas de la UAMX, todavía a mediados de la década de los ochenta, la docencia fue la función privilegiada hasta que la misma evolución de la Universidad y sus circunstancias exigieron una mayor atención a la investigación y la formación de los investigadores. Hubiera sido deseable el desarrollo paralelo y equitativo de las tres funciones sustantivas dada su necesaria interdependencia, pero esto no fue así; la docencia resintió un desplazamiento que hasta ahora la ha afectado cualitativamente y las actividades culturales y de extensión, por su parte, se fueron relegando. Fue entonces cuando, al interior de la unidad, se perdió el equilibrio entre las funciones sustantivas. Los recursos se orientaron a estimular la productividad de la investigación individual y la formación de los profesores como investigadores. Esta concentración lineal en la investigación debilitó también el potencial de la docencia y propició la caída cualitativa de su práctica. La función cultural, por su parte, quedó convertida en entretenimiento y sus acciones ligadas a la docencia y la investigación casi desaparecieron.

Nadie puede negar los avances progresivos que la Universidad ha ido teniendo en la investigación y en muchos otros aspectos de la vida académica. No hay punto de comparación entre las precarias instalaciones originales y los edificios que ocupamos ahora. Sin embargo, además del desequilibrio entre las funciones sustantivas al que me he referido, existen algunas condiciones que deben preocuparnos porque su presencia no solo debilita las fortalezas existentes sino que son obstáculos para el cumplimiento de cualquier Plan de Desarrollo Institucional. Me atrevo a presentar algunas de estas condiciones como síntomas de una especie de patología actitudinal que coloca a la universidad contra sí misma y que debemos sanar al mismo tiempo que intentamos avanzar:

Hoy, tanto la Unidad Xochimilco como CyAD han perdido capacidad de respuesta y en ambas escalas el cambio es mínimo, o es cosmético. Si el cambio sucede es regresivo y se refleja en una progresiva y agobiante burocracia. La administración excluye o socava alternativas académicas progresistas con argumentos inconsistentes. Promover el cambio es dificilísimo en una administración paralizada por el temor al cuestionamiento y dividida por posiciones ideológicas inamovibles.

Un principio de separatividad impide la consideración unitaria de todos los componentes y funciones de la universidad (léase también CyAD), empezando por las tres funciones sustantivas y distancia a los académicos de los alumnos y de la administración, convirtiéndolos en sectores en pugna. La reiteración del pensamiento fragmentado es propiciada por el mismo lenguaje que la institución ha construido. Las relaciones laborales se plantean desde postulados ajenos a la naturaleza unitaria de la diversidad, que la universidad lleva en su mismo nombre. La conducción de esta fragmentación hacia la descomposición es obvia en el contexto social que estamos viviendo actualmente. La universidad, como caja de resonancia, no puede ser ajena a estos procesos ni tampoco inmune a su contagio.

El olvido del alumno como centro de la atención universitaria es parte del principio de la desintegración. Hace tiempo la Unidad Xochimilco se distinguía de las otras unidades de la UAM por la atención que prestaba a sus alumnos y el entorno que les brindaba durante el proceso de enseñanza-aprendizaje. Actualmente realizamos rituales alrededor del examen de admisión o de bienvenida. Pero en poco tiempo el alumno difícilmente contará con el tiempo que requieren la recreación y la formación cultural. Fuera del tiempo que exigen los conocimientos declarativos y procedimentales, casi no habrá lugar para los conocimientos actitudinales, la adquisición de hábitos como el de la lectura, la organización estudiantil o las experiencias estéticas. El desencanto de los alumnos en los últimos trimestres es un problema de fondo que nadie se atreve a confrontar.

¿Cómo colaborar con la nueva Dirección de CyAD en la recuperación de la Universidad y nuestra División? Trabajando conjuntamente, sin exclusiones ni reticencias; tenemos la disposición y la capacidad para interactuar desde los campos que nos corresponden, con gran intensidad por que CyAD ponga al día los objetivos esbozados en los documentos fundacionales, en sus principios y cualidades relegadas. El potencial de la UAM-X es inmenso, tanto como su responsabilidad de abrirse al tiempo actual.


Hoy deberíamos orientar el sistema modular hacia una nueva visión social y cultural para aliviar las causas de tanto sufrimiento en nuestro país; promover el cambio, partiendo de la realidad nacional más inmediata y urgente hacia la formación de la conciencia planetaria, tan referida por Edgar Morin entre otros pensadores contemporáneos. CyAD UAMX necesita abrir puertas y ventanas, ventilarse, salir nuevamente y actuar del interior al exterior. Esta acción implica profundizar en la consideración de las relaciones entre lo universal y lo local, el contexto actual que demanda a ese nuevo profesional culto, actuante en la realidad de su tiempo, aquí y ahora. Los elementos están dados. ¿Seremos capaces de rearticularlos, ponerlos al día para operarlos con eficiencia y eficacia?

Unidad Xochimilco. Fuente de imágenes: Raúl Hernández

Marzo, 2015.

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