La
División de Ciencias y Artes para el Diseño (CyAD), de la Universidad Autónoma
Metropolitana, Unidad Xochimilco (UAMX) es parte de un sistema de educación
superior inserto en la formación social dinámica y problemática que es México.
Esta División, condicionada por los cambios de su tiempo fundacional hace
cuarenta años, se orientó por los principios y la estructura del Sistema
Modular, nueva orientación formativa en diseño que fue merecedora de valiosos
reconocimientos en aquella época.
Hoy,
que El trazo Semanal llega a su edición 200, también vivimos tiempos de cambio,
y lo deseable es que el cambio en un sistema corresponda con el mejoramiento
evolutivo de todas sus escalas, sus respectivos subsistemas y componentes; todo
en la medida que lo plantean su visión y sus objetivos. De modo que podemos
preguntarnos ¿cómo son las condiciones actuales de CYAD UAMX con relación a su
visión y sus principios fundacionales? Desde nuestra experiencia, ¿cómo es su
calidad formativa en 2015, en el momento en que termina una gestión y comienza
una nueva dirección divisional?
Como
fundador puedo afirmar que la efectividad de esa formación se sustentaba, por
una parte en la problematización de la enseñanza, y por otra parte en el hecho
tan sencillo y al mismo tiempo tan complejo de la interacción de las tres
funciones sustantivas, gracias al notable trabajo integrador de profesores que
tuvieron también una capacitación adecuada a la propuesta educativa. Considero
que el sistema modular es lo más próximo a las propuestas visionarias de la
modernidad a principios del siglo XX, y a las propuestas alternativas que, en
el siglo XXI, proponen una transformación de la conciencia colectiva de acuerdo
a nuevos paradigmas que implican la reintegración de la sociedad, el conocimiento,
la técnica, la cultura y la naturaleza. Los objetivos de la Comisión de
Educación para el siglo XXI de la UNESCO, han orientado recomendaciones de
nuevos cambios educativos para los retos del presente centrados en: aprender a
hacer, aprender a conocer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.
La
esencia del sistema modular planteada en los documentos originales se anticipa
a estos objetivos por más de treinta años. Su formulación, en el Documento
Xochimilco, se expresa en breves principios sintéticos pero que entrañan una
gran complejidad. La formación en el sistema modular exige que los alumnos
puedan trascender el sentido común por la vía del conocimiento científico -en
CyAD abierto a otros modos cognitivos, como la intuición y la experiencia
estética-; que sean gestores del autoconocimiento y capaces de aprender en la
práctica de resolver problemas vigentes, relevantes y pertinentes. Estos son
algunos de los objetivos capitales en la formación de los alumnos y tienen como
condiciones necesarias: 1 la actitud crítica, 2 la posibilidad de seleccionar
los conocimientos verdaderamente necesarios, 3 la aptitud para comprender,
visualizar, indagar y aprender de los problemas reales, 4 la capacidad de
conceptualizar, de investigar, 5 la disposición para integrarse en la
interdisciplina, el trabajo en equipo y la ética laboral.
En la
acción y la práctica se hizo evidente la importancia que tiene la proyección
hacia la comunidad, hacia la sociedad que da lugar a una universidad pública
como la nuestra. Se comprendió que los aspectos culturales son parte vital de
la relación de la universidad con su entorno y componentes activos del quehacer
interno de la misma universidad, tal como los productos de la investigación y
las actividades de la docencia. Estos son aspectos formativos esenciales que
funcionaron al ponerse en marcha el engranaje básico del sistema modular,
cualquiera que fuera su interpretación por una disciplina particular. CyAD UAMX
tuvo grandes avances e hizo aportaciones considerables a la cultura del diseño
en nuestro país, como se puede constatar por el seguimiento de egresados y
otros medios consistentes.
¿Qué
ha pasado desde entonces?. Tanto en CyAD, como en las otras divisiones
académicas de la UAMX, todavía a mediados de la década de los ochenta, la
docencia fue la función privilegiada hasta que la misma evolución de la
Universidad y sus circunstancias exigieron una mayor atención a la
investigación y la formación de los investigadores. Hubiera sido deseable el
desarrollo paralelo y equitativo de las tres funciones sustantivas dada su
necesaria interdependencia, pero esto no fue así; la docencia resintió un
desplazamiento que hasta ahora la ha afectado cualitativamente y las
actividades culturales y de extensión, por su parte, se fueron relegando. Fue
entonces cuando, al interior de la unidad, se perdió el equilibrio entre las
funciones sustantivas. Los recursos se orientaron a estimular la productividad
de la investigación individual y la formación de los profesores como
investigadores. Esta concentración lineal en la investigación debilitó también
el potencial de la docencia y propició la caída cualitativa de su práctica. La
función cultural, por su parte, quedó convertida en entretenimiento y sus
acciones ligadas a la docencia y la investigación casi desaparecieron.
Nadie
puede negar los avances progresivos que la Universidad ha ido teniendo en la
investigación y en muchos otros aspectos de la vida académica. No hay punto de
comparación entre las precarias instalaciones originales y los edificios que
ocupamos ahora. Sin embargo, además del desequilibrio entre las funciones
sustantivas al que me he referido, existen algunas condiciones que deben
preocuparnos porque su presencia no solo debilita las fortalezas existentes
sino que son obstáculos para el cumplimiento de cualquier Plan de Desarrollo
Institucional. Me atrevo a presentar algunas de estas condiciones como síntomas
de una especie de patología actitudinal que coloca a la universidad contra sí
misma y que debemos sanar al mismo tiempo que intentamos avanzar:
Hoy,
tanto la Unidad Xochimilco como CyAD han perdido capacidad de respuesta y en
ambas escalas el cambio es mínimo, o es cosmético. Si el cambio sucede es
regresivo y se refleja en una progresiva y agobiante burocracia. La
administración excluye o socava alternativas académicas progresistas con
argumentos inconsistentes. Promover el cambio es dificilísimo en una
administración paralizada por el temor al cuestionamiento y dividida por
posiciones ideológicas inamovibles.
Un
principio de separatividad impide la consideración unitaria de todos los
componentes y funciones de la universidad (léase también CyAD), empezando por
las tres funciones sustantivas y distancia a los académicos de los alumnos y de
la administración, convirtiéndolos en sectores en pugna. La reiteración del
pensamiento fragmentado es propiciada por el mismo lenguaje que la institución
ha construido. Las relaciones laborales se plantean desde postulados ajenos a
la naturaleza unitaria de la diversidad, que la universidad lleva en su mismo
nombre. La conducción de esta fragmentación hacia la descomposición es obvia en
el contexto social que estamos viviendo actualmente. La universidad, como caja
de resonancia, no puede ser ajena a estos procesos ni tampoco inmune a su
contagio.
El olvido del alumno como centro de
la atención universitaria es parte del principio de la desintegración. Hace
tiempo la Unidad Xochimilco se distinguía de las otras unidades de la UAM por
la atención que prestaba a sus alumnos y el entorno que les brindaba durante el
proceso de enseñanza-aprendizaje. Actualmente realizamos rituales alrededor del
examen de admisión o de bienvenida. Pero en poco tiempo el alumno difícilmente
contará con el tiempo que requieren la recreación y la formación cultural. Fuera
del tiempo que exigen los conocimientos declarativos y procedimentales, casi no
habrá lugar para los conocimientos actitudinales, la adquisición de hábitos
como el de la lectura, la organización estudiantil o las experiencias
estéticas. El desencanto de los alumnos en los últimos trimestres es un
problema de fondo que nadie se atreve a confrontar.
¿Cómo
colaborar con la nueva Dirección de CyAD en la recuperación de la Universidad y
nuestra División? Trabajando conjuntamente, sin exclusiones ni reticencias;
tenemos la disposición y la capacidad para interactuar desde los campos que nos
corresponden, con gran intensidad por que CyAD ponga al día los objetivos
esbozados en los documentos fundacionales, en sus principios y cualidades
relegadas. El potencial de la UAM-X es inmenso, tanto como su responsabilidad
de abrirse al tiempo actual.
Hoy
deberíamos orientar el sistema modular hacia una nueva visión social y cultural
para aliviar las causas de tanto sufrimiento en nuestro país; promover el
cambio, partiendo de la realidad nacional más inmediata y urgente hacia la
formación de la conciencia planetaria, tan referida por Edgar Morin entre otros
pensadores contemporáneos. CyAD UAMX necesita abrir puertas y ventanas,
ventilarse, salir nuevamente y actuar del interior al exterior. Esta acción
implica profundizar en la consideración de las relaciones entre lo universal y
lo local, el contexto actual que demanda a ese nuevo profesional culto,
actuante en la realidad de su tiempo, aquí y ahora. Los elementos están dados.
¿Seremos capaces de rearticularlos, ponerlos al día para operarlos con
eficiencia y eficacia?
Unidad Xochimilco. Fuente de imágenes: Raúl Hernández
Marzo, 2015.
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