Asistir a la Feria Internacional del Libro de
Guadalajara cada vez que se puede es una de las mejores experiencias, por la
cantidad de editoriales presentes, nacionales e internacionales, privadas o de instituciones
públicas, por las novedades que en muchos casos solo ahí se pueden conseguir,
por los escritores connotados que llegan y las mesas de discusión, además de
los eventos culturales, presentes más allá de las instalaciones sede, la Expo
Guadalajara. Considerada ya, como la más importante en lengua hispana, la FIL
es una oportunidad única que ubica a la ciudad anfitriona en el mapa cultural
mundial.
Cada año se dedica a un país y en esta ocasión
es Argentina, por quien se crea un pabellón central e infinidad de eventos y
presentaciones, en los ámbitos literarios, políticos, artísticos y musicales.
Todas las noches de la feria, al cerrar las puertas de stands y salones, se
abre la del Foro FIL que recibe a lo mejor de la música del país, que ahora tuvo
representantes de los géneros, jazz, trova, tango, rock y clásica. Una oferta
interesante que las ferias del libro, como la de Minería en la Ciudad de México
y otras en el país pero que en la de Guadalajara se multiplica, es la poder
acceder a publicaciones de gobiernos de los estados, universidades públicas y
privadas, así como editoriales independientes, que aún con librerías muy bien
surtidas como la Gandhi, no es fácil que lleguen esas ediciones con baja
capacidad de distribución. La FIL, después de 28 años se ha consolidado y
crecido, incluso físicamente en el recinto, donde desde algún tiempo un enorme
salón recibe a todas las editoriales extranjeras, con lo que también da la
oportunidad de encontrar textos raros y de gran interés.
Hace algunos años había algunos infaltables a
la FIL, como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez o Carlos Monsiváis, que ya
no están entre nosotros, pero siguen otros como Elena Poniatowska, Fernando del
Paso, José Woldenberg, Enrique Krauze, Juan Villoro o premios Nobel como Mario
Vargas Llosa entre otros, que hacen con su presencia y la de muchos otros menos
conocidos pero igual de talentosos, una fiesta abierta para la cultura. La
presencia y arraigo en Guadalajara de este evento cultural realizado cada fin
de noviembre, es innegable, además de la gran cantidad de público nacional e
internacional que llega, es común ver grupos de niños y adolescentes, así como
familias y personas mayores que recorren cada quien a su ritmo los pasillos y
salones de la feria. 20 pesos para el público en general y 15 para
universitarios y de la tercera edad lo hace accesible a las mayorías.
Es probable que la FIL no sea la ocasión para
encontrar los libros más baratos, aunque en muchos casos si los es, hasta una
venta nocturna tiene, también el presentar un libro ahí, aunque vista, por la
competencia de nombres y grandes editoriales, puede que sean unos cuantos los
que lleguen. No obstante, entre saciarse de tanta oferta editorial, la
infinidad de autores que se pueden ver y
escuchar, y los eventos paralelos de exposiciones, conciertos, ciclos de cine o
espectáculos teatrales y de danza, hacen de la experiencia de la FIL de
Guadalajara, una de las más ricas y gozosas, tanto como el Festival Cervantino
de Guanajuato o el Festival de Cine de Morelia. Un oasis cultural tan
necesario, en un momento actual de nuestro país difícil y enrarecido.
FIL Guadalajara. Fuente CNN México.
Diciembre 2014.
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