ARQUIFARSA 2014. Por Alejandro Ochoa Vega

Arquifarsa, espectáculo sobre la vida de los estudiantes y profesores de arquitectura en su escuela, surgió en 1982 en Culiacán, Sinaloa cuando era profesor de teoría e historia en la entonces Carrera de Arquitectura, dentro de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Sinaloa. El objetivo fue representar a través de diversas escenas con expresión corporal, danza y breves diálogos, las características situaciones de una escuela de arquitectura; la primera clase, las revisiones y entregas de diseño, las desveladas, hasta la graduación y salida a la vida real. De entonces y hasta 1987, la obra se montó intermitentemente, ya sea porque era invitada a un evento universitario o incluso para una gira por diversas escuelas de arquitectura del país. Salvo la función del estreno, el resto de presentaciones ya tuvo la aportación artística del bailarín y coreógrafo Héctor Chávez Fierro, responsable desde aquellos años y hasta la fecha, de las propuestas de danza contemporánea en la capital sinaloense.

La intención también de esa experiencia entre arquitectura y teatro, más allá del divertimento y las limitaciones de no ser actores, ni bailarines o directores, era explorar esos lenguajes artísticos y el tono de farsa, para hacer una crítica a ciertas prácticas pedagógicas tradicionales que en aquellos años todavía eran comunes, o incluso la apatía de ciertos estudiantes. El autoritarismo de ciertos profesores y la simulación de los alumnos fueron parte de algunas escenas de la obra, que además de provocar la risa, se pudiera invitar a la reflexión sobre la práctica docente de la arquitectura.

En 1988 me mudaría a la Ciudad de México, y la experiencia de Arquifarsa parecía que había quedado en el pasado como una aventura juvenil, sin embargo en este 2014, el intercambio de inquietudes sobre la danza con mi alumno de la UAM-X, Mario Mendoza, me llevo a considerar su reposición. Y fue así como en abril iniciamos los ensayos, estrenando con dos funciones el 10 de junio en las mismas instalaciones de la universidad y con dos más en julio al cerrar el trimestre lectivo. La pregunta sería, ¿por qué reponer una obra situada en los años 80 del siglo pasado sobre la experiencia académica de la arquitectura?, en primera instancia, simplemente por la reacción entusiasta  de Mario y Fernanda Díaz, otra estudiante, ante la posibilidad de montarla en la UAM y con sus compañeros de grupo, próximos a egresar. Pero también, por la oportunidad de retomar una actividad extra curricular que permitió salir de las dinámicas de clases, entregas y exámenes, para explorar otras más lúdicas pero también de posible reflexión.

Parecería que la enseñanza tradicional, donde el profesor dice la última palabra, y los alumnos simplemente le dan gusto para pasar, es cosa del pasado, sin embargo reconociendo avances en ese sentido en la últimas décadas, considero no está de más volver a poner en la mesa esa realidad, simplemente para preguntarnos donde estamos parados respecto a eso. De tal suerte, el libreto de Arquifarsa se respetó en lo general, y solo se hicieron adaptaciones mínimas en parte de la música y referentes próximos a la realidad “uamera”.

La respuesta fue muy positiva, auditorios llenos y comentarios varios, tanto de profesores y alumnos, sobre la importancia de una actividad como esta, que los sacaba de su cotidianidad y les permitía, entre risas y reflexión, preguntarse, ¿qué quieren en su escuela como espacio de aprendizaje y conocimiento, pero también el que les permite crecer como personas? Una gran pregunta que Arquifarsa no responde por cierto, pero que por lo menos de manera divertida, invita a discutirlo.

Escenas de la presentación de Arquifarsa, 10 de Junio de 2014, auditorio Vicente Guerrero, UAM-X. 
Fuente: Dolores Arizmendi.


Agosto 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario