Escuchar la palabra mafia probablemente puede traer a mente alguna película en donde un grupo poderoso y sus matones tiene sometida y controlada a una ciudad, nada pasa sin que este lo sepa o se encuentre involucrado, son una red de crimen organizado. Esta situación puede no estar tan alejada de la realidad, parece ser cierto que la toma decisiones con respecto al desarrollo de la ciudad solo pertenece a unos cuantos. Ya sean obras de carácter público o privado casi siempre se adjudican a personas y empresas que suelen pertenecen a un privilegiado “clan”.
Al ingresar a cualquier facultad de arquitectura se empieza a conocer el trabajo de ciertos arquitectos, ya sea que se inicie por estudiar la edad antigua y se finalice analizando la obra de los arquitectos de la época moderna y la nueva generación. Resulta un tanto raro que constantemente se repitan los mismos nombres; publicaciones, congresos, talleres y exposiciones todas mayormente enfocadas y dedicadas al trabajo y obra de los mismos de siempre; ¿por qué?, ¿podrían estos arquitectos ser parte de un predilecto sistema corrupto? o aun peor, ¿podría la arquitectura ser la mafia misma?
Si bien las escuelas de arquitectura son el lugar en donde se empieza a estudiar, fomentar y referenciar el trabajo de este distinguido circulo de arquitectos, son otro grupo de personas y medios los que se encargar de promoverlos y difundirlos, “unos”, los acogen y favorecen, “otros”, los premian y les aplauden, los colocan en un pedestal, se les convierte en iconos; y los alumnos empiezan a querer formar parte de todo ello. Se les admira, a veces pienso que de manera superficial, y quizás falsamente, todo estudiante conoce su trabajo, pero pocos saben en qué consiste, lo importante es que se quiere probar ese poder y gloria, trabajar o colaborar con algún arquitecto o despacho reconocido.
Pero el problema de toda mafia, es que si se quiere ingresar habrá que pasar por una iniciación, pues existen los rangos y hay que estar dispuesto hacer el trabajo sucio y pesado, claro a veces sin ninguna paga, reconocimiento o escaso crédito, la excusa, es la de ser pasantes, más que formar parte de esa familia se actúa como un subordinado. Y es aquí donde la situación empieza a volverse un tanto contradictoria, ¿no parece algo cínico ver a estos arquitectos estrella hablando de educación, del perfil deseado en un egresado, de la importancia de tener iniciativa, de ser creativo, de seguir haciendo uso del boceto y de la maqueta o de dar mayores oportunidades a los jóvenes?, cuando también son ellos mismos los que parecen buscar, no colaboradores, sino dibujantes de autocad, editores de photoshop y productores de renders, claro, con una experiencia profesional comprobada, de minino dos años.
Para bien o mal, quizá puede o no existir una mafia arquitectónica, ingresar a ella seria decisión de cada uno, el conformarse y trabajar para alguien más o tratar de surgir independiente, ser autónomo y proactivo, generar su propio trabajo. La verdad es que, solo es hasta que se logra incorporar al mundo laboral en donde se consigue poner los pies sobre la tierra, se empieza a reflexionar y decidir bajo qué circunstancias se quiere crecer profesionalmente. Todo es parte de un forzoso y a veces decepcionante proceso de aprendizaje, por el cual debemos pasar si es que se quiere actuar en una ciudad gobernada por grupos que controlan todo, es decir, las mafias del poder.
Junio, 2014
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