En los últimos
años, la Ciudad de México ha presenciado cambios en su estructura urbana, a
través de obras viales, principalmente. El planteamiento de ampliaciones y
renovaciones para la mejora vehicular han provocado una nueva imagen urbana,
que por varias décadas habían permanecido intactas, ante el crecimiento voraz
de la mancha urbana e incremento del parque vehicular como consecuencia.
Al norte de la
ciudad, dos avenidas fundamentales se transformaron para dar una mejora
vehicular y sobre todo, renovar la movilidad y el espacio público: Éuskaro y
Fray Juan de Zumárraga, al sur de la Basílica de Guadalupe. La primera de
ellas, hasta el año 2012, entre Insurgentes y la calzada de Guadalupe, contuvo
solo dos carriles vehiculares, ello provocó problemas viales ya que tal avenida
forma parte del Eje vial 4 Norte, sentido poniente-oriente, la cual cuenta con
una amplitud de seis carriles, sin embargo, en el tramo mencionado se reducía
drásticamente y provocaba congestionamiento vial y la discontinuidad del flujo
vial. Actualmente, ya enumera seis carriles en las inmediaciones de la colonia
Industrial. La transformación también incluyó un parque lineal, el cual es utilizado
para exposiciones de objetos artísticos de gran tamaño. Para el proceso de la
ampliación tuvieron que demolerse varias construcciones, en la acera norte,
pocas de ellas con algún valor arquitectónico o patrimonial, a pesar de que la
colonia Industrial posee una gran riqueza de la arquitectura neocolonial, decó
y funcionalista de la primera parte del siglo XX.
Fray de Zumárraga esq. Calzada de Guadalupe. Vista hacia el sur.
Fuente: Fernando Minaya
La segunda
vialidad intervenida fue Fray de Zumárraga, la cual se ubica entre la Calzada
de los Misterios y 5 de Febrero, para mayor referencia, es toda la longitud del
conjunto de la Basílica de Guadalupe. En los últimos diez años, la avenida
permaneció parcialmente cerrada, desde el anunció de la construcción de la
Plaza Mariana por el arquitecto Xavier Sordo Madaleno, entre pausas y falta de
presupuesto de la obra, hasta la aportación 800 millones de pesos de Carlos
Slim y la imposición del arquitecto Fernando Romero para terminar los proyectos;
el pasado año fue reabierta la avenida con grandes cambios, uno de ellos es el
paso a desnivel en la calzada de Guadalupe para eliminar el puente que
conectaba a los peregrinos con el conjunto mariano, y por lo tanto establecer
un vínculo totalmente peatonal en el crucero. Otro cambió fue la reducción de
carriles y la inclusión de dos crujías de locales comerciales que formalmente
refieren a un talud verde en un pasaje al aire libre.
Las dos obras
públicas mencionadas, por un lado representan el letargo de la planeación en la
ciudad, ya que en los dos casos, desde la década de 1950, ya se habían
planteado soluciones similares para adecuar los trazos de las vialidades y la mejora
de la movilidad, por otro lado, la inclusión de espacios públicos para peatones
o zonas para actividades culturales son destacables. Aunque existen problemas de
diseño en ambas obras, se convierten en pautas del urbanismo contemporáneo, aunque
consideramos se requiere más reflexión y perspectiva al mediano y largo plazo,
para que realmente se olviden las buenas intenciones y se inicie una
transformación urbana totalmente social e inclusiva, para los habitantes
capitalinos.
Junio, 2013.
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