Nacido
el 15 de diciembre de 1907, en Río de Janeiro, Brasil, Oscar Niemeyer, fue
ingeniero-arquitecto de profesión y en 1932 comenzó a trabajar en el despacho
de Lucio Costa, el urbanista reconocido por elaborar años después el plan de
Brasilia. También en ese periodo conoció al arquitecto francés Le Corbusier,
quien se convertiría en una de las principales influencias en su vida.
Seguidor
y gran promotor de sus mentores, el arquitecto Niemeyer fue considerado uno de
los personajes más influyentes de la arquitectura moderna internacional, y
pionero en la exploración de las posibilidades constructivas y plásticas del
hormigón armado. Dentro de sus principales proyectos arquitectónicos destaca la
construcción de Brasilia como nueva capital de su país a finales de los años
cincuenta. Niemeyer fue el principal responsable de algunos icónicos edificios
públicos de la ciudad, como el Congreso Nacional de Brasil, la Catedral de
Brasilia, el Palacio de Planalto y el Palacio de Alborada. Fue también uno de
los principales responsables del equipo que diseñó la Sede de la Organización
de las Naciones Unidas en Nueva York.
La
arquitectura de Niemeyer fue también la de las articulaciones artísticas y
técnicas que se aproximaron hacia una plenitud de composiciones por demás
diversas. A través de la materialización, su arquitectura transmitió un
espíritu de vida y búsqueda de nuevos métodos, con temas y exploraciones
plásticas inscritos en contextos específicos. De una profunda convicción
política abrasada al comunismo, que le valió el Premio Lenin de la Paz,
otorgado por la Unión Soviética en 1963, tras el golpe militar de 1964 en
Brasil, Niemeyer recibió presiones para dejar el país, fue por ello que decidió
exiliarse en París, Francia, luego de que el general Charles de Gaulle
(entonces presidente de Francia) le concediera permiso para ejercer su
profesión en ese país. Entre sus obras más destacadas en ese periodo fueron la
sede del Partido Comunista Francés en París, la mezquita de Argel y la
Universidad de Constantina en Argelia, entre otros.
Al
término de la dictadura militar en los años ochenta, el arquitecto Niemeyer
regresó a Brasil, donde diseñó obras como los Sambódromos de las ciudades de
Río de Janeiro (1984) y de São Paulo (1991); hace unos meses -en febrero
pasado- concluyeron las obras de renovación, el cual amplió su capacidad para
recibir a 72,000 personas y además fue adaptado para ofrecer un mejor acceso a
las personas con discapacidad. El recinto se convirtió en la primera sede
olímpica abierta al público, cuatro años antes de que se realice la justa
deportiva en ese país. En 2010, el arquitecto dio a conocer un diseño para un
museo dedicado a Pelé y apenas el año antepasado se inauguró en Asturias,
España, el Centro Niemeyer, obra que el brasileño proyectó como agradecimiento
al premio Príncipe de Asturias que le fuera otorgado en 1989.
Finalmente,
el arquitecto Oscar Niemeyer aunque en los inicios sus proyectos se veían
influenciados por sus maestros Lucio Costa y Le Corbusier, con el tiempo puso
su sello al ser considerado como un diseñador provocativo, con proyectos a
escala monumental y de líneas curvas y sensuales. El genio creador ya no se
encuentra entre nosotros, y lo único que nos queda es apreciar sus obras, que
descanse en paz el arquitecto más longevo del siglo XX.
Enero,
2013
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