Mercado La Merced, 55 años. Por Ma. Pamela Vicke Sánchez



Este año el mercado La Merced cumple 55 años de existencia, inaugurado el 24 de septiembre de 1957 con motivo a la veneración de la Virgen de Nuestra Señora de la Merced, considerado en su tiempo el centro de abastos más grande de la ciudad de México.

En el periodo decimonónico, muchos conventos de la ciudad de México fueron destruidos, ya sea para abrir nuevas calles o para construir nuevos edificios, el de La Merced sufrió la misma suerte el 30 de abril de 1861, al ceder a la municipalidad el exconvento con la finalidad de construir allí una plaza para mercado, y así solucionar temporalmente el problema del abasto de la ciudad. Por su parte, el gobierno estuvo dispuesto a invertir en el mantenimiento e higienización, pero a la larga, el antiguo mercado de La Merced también resultaría insuficiente para albergar a todos los locales.

Durante la década de 1950, en el sexenio del presidente Adolfo Ruíz Cortines, se abrió la avenida Anillo de Circunvalación para facilitar el tránsito de automóviles alrededor de la parte antigua de la ciudad. Al frente del Departamento del Distrito Federal estaba Ernesto P. Uruchurtu, quien decidió sanear las áreas céntricas, recuperarlas para la vialidad y devolverle al Centro Histórico lo que ya constituía una preocupación latente, el libre tránsito e higiene en las calles y avenidas. Hacia 1955, el centro de la capital estaba totalmente invadido de puestos callejeros, la zona del antiguo mercado de La Merced, por ejemplo, se encontraba llena de comercios que se prolongaban hacia la calle. Por otra parte, en la zona de las calles de Allende y Perú, las banquetas estaban invadidas por comerciantes ambulantes cercanos al mercado de la Lagunilla; lo mismo sucedía en el área de Tepito. Por lo que, con la idea de modernizar la ciudad, en 1957 se demolió el antiguo mercado de La Merced, mientras, hacia el oriente en la Delegación Venustiano Carranza, se construía el nuevo con el mismo nombre. Ligado al programa de mercados del Departamento del Distrito Federal, que permitió encausar entre 1955 y 1957, la construcción de dichos equipamientos requeridos en esas zonas, el mercado central le fue encargado al arquitecto Enrique del Moral, en colaboración con los arquitectos Hilario Galguera y Félix Candela, y como residente de construcción estuvo el ingeniero Javier Barros Sierra.

Cuando el arquitecto Enrique del Moral y su equipo realizaron el proyecto, primero estudiaron el entorno e identificaron los productos de primera necesidad, que fueron divididos en seis recintos: la “Nave Mayor” para frutas, verduras y semillas; la “Nave Menor” para cárnicos y abarrotes; el “Paso a Desnivel” que además de servir de paso entre un mercado y otro, se emplearía en la venta de utensilios de plástico, entre otros productos; el “Anexo” especializado en la venta de utensilios para el hogar como ollas, comales, anafres y otros; “Las Flores” dedicado a la venta de plantas naturales y artificiales; y el de “Comidas” que ofrece alimentos preparados.

Las transformaciones y deterioro que ha tenido este emblemático centro de abastos, el más importante por décadas, han sido la falta de mantenimiento, las áreas de estacionamiento ya insuficientes, la ocupación de los vendedores ambulantes de pasillos y banquetas aledañas, el cambio de giro, donde se observa la modificación de comercios dedicados para la venta de productos, ahora como salones de belleza, restaurantes o expendios de artículos importados, entre otros.

También han variado las funciones esenciales como centro de abastecimiento al menudeo de productos básicos, porque los patrones de consumo han cambiado en la búsqueda de mayores ingresos, aunado a la construcción de la Central de Abastos con el fin de ubicar a los bodegueros. A estas transformaciones y desgastes, sería conveniente enfrentarlas con un mantenimiento preventivo y correctivo, para una mejor conservación de uno de los inmuebles más significativos del funcionalismo en México. Lo importante es reconocer que a 55 años de distancia, el mercado La Merced sigue siendo uno de los centros de abasto especializados más importantes de la ciudad, y forma parte de nuestra identidad como ciudad moderna; además de ser uno de los edificios más significativos de dos de los protagonistas de la modernidad arquitectónica en México, Enrique del Moral y Félix Candela.

Septiembre, 2012 

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