Entre el domingo 1 y lunes 2 de julio pasado, me toco enfrentar las dos decepciones político académicas en mi vida, y experiencia como docente e investigador más fuertes en mucho tiempo. Primero, como ciudadano y no militante de izquierda, fui testigo con muchísimos otros, de cómo los medios tienen secuestrada mentalmente a buena parte de la población, al inculcarles miedo al cambio, lo cual aparentemente hizo que volviera el PRI a Los Pinos. Ese PRI que no ha cambiado un ápice en sus prácticas clientelares, de compra de votos y corrupción, con tal de tener el poder, manipular a las masas y responder solo a sus intereses particulares. Una oportunidad que perdimos, para que nuestra izquierda, tal vez imperfecta e inmadura, pero con propuestas viables, para reducir la pobreza, la corrupción y saqueo de nuestro país. No, no quisimos ni pudimos dar ese salto a una alternancia real.
No repuesto todavía, y sin poder digerir los resultados oficiales hasta ese momento (y hasta el 5 de julio en que escribo estas notas), el lunes por la tarde me avisan sobre la terna decidida por el Rector de nuestra Unidad, para la elección del nuevo jefe de departamento de Métodos y Sistemas. 4 años después de sufrir una imposición, al elegir un jefe en Consejo Divisional que no había ganado en las auscultaciones, de nuevo por razones inexplicables es retirado de la terna, el arquitecto Francisco Haroldo Alfaro Salazar, quien tenía todos lo meritos académicos y experiencia universitaria requeridos. En su lugar, se dejo al arquitecto Gonzalo Landa, profesor de medio tiempo, con escasa o nula presencia en las actividades del Departamento y División, y lo peor, sin producción como investigador. ¿Por qué de nuevo, fuerzas político académicas de nuestra División y Unidad, bloquean una alternativa de desarrollo académico?, ¿por qué un Departamento con una mayoría de profesores de arquitectura, en la terna no aparece ninguno que los pueda representar?
El panorama es desolador, triste y frustrante, no se puede o no se quiere avanzar, porque intereses mezquinos siguen privilegiando la mediocridad y los intereses de unos cuantos, sobre los de la gran mayoría. ¿Hasta cuándo nos vamos a dejar?, ¿hasta cuándo vamos a crecer?, es difícil seguir enfrentando prácticas que parecían erradicadas en nuestro país y universidad, por los avances en nuestra democracia, y el surgimiento de movimientos esperanzadores como “Yo soy 132”. ¿Qué nos queda por hacer ante esta realidad tan difícil?, honestamente ante el golpe, lo más fácil es retraerse a casa o cubículo, seguir en lo nuestro, pero no, no es posible ser indiferente, no se puede uno callar como si no hubiera pasado nada. Porque es una agresión, una falta de respeto, tanto al pueblo más lastimado, como a una parte importante de nuestra División y Departamento. No nos callemos, ¡no más imposiciones!
Julio, 2012
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