Adiós Monsi. Por Alejandro Ochoa Vega

¿Cuántas veces no rastreamos cada mañana, después de un evento político, social, económico o cultural de gran impacto en nuestro país, lo que Carlos Monsiváis iba a decir al respecto?. Esa voz crítica, punzante y llena de ironías se apago definitivamente el sábado 19 de junio a los 72 años de edad, ¿tantos?, ¿si siempre con lo que decía irradiaba tanta juventud y rebeldía?. Pues sí, ese hombre tan famoso por su capacidad para la ubicuidad, que le permitía estar en más de un sitio a la vez y al tanto de todo, desde la presentación del libro de un joven escritor, hasta en un concierto de Gloria Trevi, pasando por un polémico mitin de Andrés Manuel López Obrador en Iztapalapa. Hombre universal y sabio, que sin embargo vivía sin mayor pretensión en la colonia Portales, vestía siempre casual y con una actitud abierta que le permitió ser invitado tanto a coloquios en el Colegio de México, como a la presentación de la Sonora Matancera en el Teatro Blanquita. La cultura para él era Octavio Paz pero también María Félix, era el Movimiento Estudiantil del 68 pero también la familia Burrón, era el “sub” pero también la selección mexicana de futbol.

Como bien dijo su querida amiga, Elena Poniatowska, ¿qué vamos a hacer sin él?, sin su eterno sarcasmo al “bien decir” de nuestros políticos mexicanos, registrados puntualmente en “Por mi madre bohemios”, sin su apoyo para sacar adelante iniciativas como las de los matrimonios gay, el aborto y los derechos indígenas. Ya no está y la verdad se le va a extrañar.

De mis recuerdos con Monsi les comparto, estimado lector, que a principios de los 80, en mis inicios de profesor en la Universidad Autónoma de Sinaloa y su nueva carrera de arquitectura, habían invitado al ya muy reconocido intelectual, y pensé, ¿por qué no llevarlo también a nuestra escuela en ciernes?. No recuerdo como le hicimos pero al final ahí estuvo, la sorpresa es que se corrió la voz y nuestro pequeño auditorio se colmo de una multitud expectante, y como no era un evento previsto, Monsi nos propuso que le hiciéramos preguntas. Eran tiempos de la UAS con la bandera de ser una universidad “democrática, crítica y popular”, y el diálogo fue por demás eufórico, ¡qué tiempos aquellos!. Después, ya en el DF, coincidí con Monsi en mítines de Cuauhtémoc o AMLO, en discotecas o marchas del orgullo, en fiestas de amigos y hasta alguna vez por algún conocido pude estar en su propia casa. Nunca cruzamos más que un atento saludo, sintiéndome siempre intimidado ante tamaña inteligencia, ahora lo lamento.

Adiós Monsi, dejas un hueco imposible de llenar, ojalá como lo claman todos los que te lloran ahora, te recordemos siempre de la mejor manera, leyéndote.

Julio, 2010

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