Museos y rampas. Por Dulce Ma. García Lizárraga

Sin lugar a dudas, el elemento que más asociamos a la accesibilidad es la rampa, pues bien, la rampa se ha convertido en la gran aliada de los museos, como si fuera parte de los requerimientos o del programa arquitectónico. Y es que independientemente de sus ventajas para permitir a un mayor número de personas acceder al inmueble, brinda la posibilidad de recorridos continuos y de mayor comodidad.

Desde la emblemática rampa del museo Guggenheim de Frank Lloyd Wright en Nueva York (proyectado entre 1943 y1946 y construido entre 1955 y 1959), que ordena el proyecto e induce el recorrido. No es seguro que el arquitecto tuviera en mente que su uso sería el más adecuado para personas con problemas de movilidad, sin embargo, a la pregunta de por qué prefirió una rampa en lugar de las plantas convencionales, Wright respondió que para el visitante del museo es más agradable entrar en el edificio, subir con el elevador hasta el nivel superior de la rampa e ir descendiendo poco a poco por ésta alrededor de un patio abierto.

Pero lo que sí es seguro es que se ha convertido en una obra emblemática y referente obligado para este importantísimo género de la arquitectura; es más, Richard Meier para su proyecto del High Museum of Art en Atlanta, Georgia declaró que se inspiró en el museo Guggenheim de Wright; igual que su anterior obra el Atheneum una larga rampa de entrada sale al encuentro del visitante. Lo mismo sucede en otros museos como el de Arte Contemporáneo de Barcelona.

El museo Soumaya es el más reciente construido en la ciudad de México, fue inaugurado en marzo de 2011, con un proyecto del arquitecto Fernando Romero; sobre esta obra Gustavo López Padilla en su página Navegando la Arquitectura, también hace una breve referencia al Guggenheim: “El planteamiento de solución del museo, en términos de organización del espacio, se resuelve como una variación del museo Guggenheim, ubicado en Nueva York, diseñado por Frank Lloyd Wright en 1946.” Aunque también menciona que “el recorrido total, continuo, en base a rampas un tanto pronunciadas en lo que se refiere a su pendiente, resulta cansado, sobre todo para las personas mayores”. Texto en el que también se hace una crítica a la museografía.

Otro arquitecto que ha utilizado profusamente las rampas, rampas curvas y sensuales, es el maestro Oscar Niemeyer, podemos mencionar algunos de sus museos en que la rampa es un elemento sobresaliente.

En el Museo de Arte Contemporáneo en Niteroi (frente a Río de Janeiro), con referencias a una flor blanca y delicada, el acceso es a través de una sinuosa y larga rampa color rojo.

El Museo Nacional Honestino Guimarães, frente a la catedral de Brasilia, está concebido como un espacio de exposiciones temporales, donde el acceso principal está definido por una rampa frontal, en este caso la rampa permite salir del edificio y entrar nuevamente generando una relación inesperada entre el interior y el exterior.

O la adaptación del Castelo Branco, destinado para Instituto de Educación de Paraná, hoy Museo Oscar Niemeyer (Novo Museu) en Curitiba. Que consiste en un enorme ojo que se comunica con otro cuerpo horizontal por una rampa curvilínea exterior. Al interior también los recorridos son por rampas.

También en Brasil, al arquitecto Álvaro Siza, se le encomendó el proyecto de la Fundación Iberé Camargo, que solucionó mediante la distribución de salas distribuidas en L, alrededor de un espacio central y un sistema de rampas, externas e internas, que se convierten en la circulación principal de los visitantes.

En la actualidad los museos se han convertido en sitios de atracción turística, en los que se espera una afluencia masiva de visitantes de distintas edades y características, que incluye por supuesto a personas de la tercera edad y con discapacidad. De ahí que las rampas además de sus probadas ventajas en los recorridos, han resultado una enorme ventaja.

Febrero, 2012

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