Iniciamos no cualquier año más, es nada menos el que conmemora nuestros 200 años de inicio de la guerra de Independencia y 100 de la Revolución. A lo largo de los siguientes meses, desde el Gobierno Federal, el de la Ciudad, Los Estados, Municipios y Delegaciones harán propios como motivos estas conmemoraciones, que servirán de marco para inaugurar nuevas obras de equipamiento urbano o infraestructura, así como múltiples eventos culturales y sociales. Parecería según comparan muchos estudiosos, que en relación a lo que paso hace 100 años al conmemorarse el centenario de la Independencia, que las autoridades actuales, han estado muy lentas y sin gran iniciativa para tales efemérides. Se creó muy tarde la comisión respectiva, se han nombrado responsables que al tiempo han renunciado y a la fecha (15.12.09), no se ha publicado un programa oficial. No obstante, más que saber que fiestas habrá, que inauguraciones pomposas harán lucir a las autoridades en turno, y que costo y características tendrán los espectáculos masivos del 16 de septiembre y 20 de noviembre próximos, lo que importaría, es que tanto se va a aprovechar este año para reflexionar sobre dónde y cómo estamos parados los mexicanos, después de 200 años de ser independientes y 100 de enfrentar uno de los movimientos sociales más traumáticos de nuestra historia.
La verdad, que fuera de tener un pretexto muy válido, la crisis económica mundial, las autoridades oficiales no parecen tener objetivos muy claros en cuanto al sentido y contenidos de estas conmemoraciones. Seguramente nos quedaremos en la forma, o sea, grandes ceremonias cívicas, discursos huecos y demagógicos, espectáculos pirotécnicos costosos, alguna exposición más o menos de cierto interés, algún coloquio de mínimo perfil crítico, y el bautizo de cuanta actividad oficial, comercial y social, como bicenteneria. Que el circuito, torre, ruta o parque, cualquier novedad como obra pública, aunque fueran proyectos previstos desde hace años y sin relación con la citada conmemoración, las autoridades no perderán la oportunidad y todo se vinculara al mismo motivo. Quedan entonces los nichos universitarios, académicos y de organizaciones sociales, donde seguramente podremos encontrar algún evento, exposición o seminario, donde la discusión, intercambio de ideas y sentido histórico crítico sean posibles.
¿Qué festejamos?, ¿ser independientes de España por un lado, y el haber derrocado a una dictadura?, muy bien, pero a la fecha, ¿qué tanto dependemos económicamente de Estados Unidos y que tanto ha implicado eso?. Después de 71 años logramos una alternancia del partido político en el poder, ¿pero eso ha significado un crecimiento en nuestra democracia, desarrollo social, y en tener menos pobreza?, absolutamente no. Nuestra calidad de vida y medio ambiente están más deteriorados que nunca, la inseguridad social crece a pasos agigantados, y la narco cultura se instala en nuestros paisajes y vida cotidiana, sin que guerras o medidas de choque promovidas por el PAN gobierno, tengan ningún efecto. Entonces, ante un panorama contemporáneo de nuestro país, más bien negativo, en lo político, económico y social, queda la cultura como una esperanza, para que desde la promoción de un pensamiento crítico en nuestras nuevas generaciones, logre revertirse esta realidad preocupante. La educación, como la llave del crecimiento, un reto por demás complejo si es que todos sabemos, en qué manos está en nuestro país la política educativa. Al final, cuesta ser optimista en este año de fiestas.
Diciembre, 2009
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