El patrimonio urbano y arquitectónico que encontramos en nuestras ciudades son elementos en los que podemos conocer nuestro pasado, entender nuestro presente y proyectar nuestro futuro; de igual forma nos permiten reconocernos e identificarnos ante nosotros mismos y otras sociedades. Así, el Centro Histórico de la Ciudad de México (ch) es un conjunto urbano en el que se pueden identificar una sucesión de hechos históricos que nos ayudan a entender el desarrollo de nuestra civilización, mismos que se ven materializados a través de edificios, plazas, calles e incluso monumentos arqueológicos.
Entre otras razones, en septiembre de 1987, la United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO) incluyó al ch en la lista del Patrimonio Mundial junto con Xochimilco; sin embargo, de no generar la conciencia necesaria para conservarlo y preservarlo, se pone en riesgo el conjunto urbano y con el parte esencial de nuestra cultura e identidad.
Algunos de los problemas que presenta el ch con respecto al espacio arquitectónico es que sean simplemente abandonados o en el mejor de los casos, transformados por empresas privadas para comercios, estas transformaciones son por lo regular poco afortunadas, ya que deberían realizar siempre y cuando estas adecuaciones sean el resultado de un meticuloso trabajo de reutilización, sustentado en bases teóricas y metodológicas.
Las acciones realizadas para recuperar el espacio urbano y arquitectónico en el área de estudio han sido insuficientes hasta ahora, lo que ha provocado entre otros un uso inadecuado de los inmuebles, la construcción de éstos sin ninguna relación contextual, la pérdida de edificios históricos y la disminución del uso habitacional y, como consecuencia, la poca vitalidad en el conjunto.
Por el contrario, las autoridades han promovido, desgraciadamente, un incremento del uso comercial en el área, en vez del habitacional; siendo que este último es el detonante de una serie de actividades en beneficio de un desarrollo adecuado; además que permite un mantenimiento constante o de ser necesario, una restauración apropiada.
Aunado a esto, las autoridades también han dejado de lado acciones en beneficio de la habitabilidad en el área, como difundir la concientización, la valoración y el respeto del patrimonio edificado y ejercer de manera adecuada las leyes y los reglamentos entorno a su rescate y preservación.
No quiere decir que deba haber solo uso habitacional en el Centro Histórico, sino que deben equilibrarse los usos en beneficio de la habitabilidad del área, como el equipamiento pues facilita el desarrollo de actividades dentro de la zona, y posteriormente los servicios, para que las personas no tengan la necesidad de salir del área.
Tomando como pretexto la habitabilidad, es fundamental recuperar y preservar los inmuebles históricos, catalogados y los propuestos para catalogar, porque a través de ellos podemos obtener datos que nos permitan incrementar nuestra cultura e identidad.
Para concluir, la recuperación y habitabilidad del Centro Histórico de la Ciudad de México no se debe a tomar a la ligera, por el contrario se deben realizar las investigaciones, diagnóstico, análisis y acciones a favor de su salvaguarda, para así conservarlo adecuadamente y preservarlo para las generaciones futuras.
Octubre, 2009
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