Innovación arquitectónica integral. Por Alejandro Ochoa Vega

Ser innovador u original en la arquitectura parece ser una obligación o característica intrínseca, por ser creadores o artistas quienes la conciben o aplican. No obstante, esta consideración es relativamente reciente y tiene que ver con el gran paso que dio el movimiento moderno a principios del siglo XX, para superar los historicismos y eclecticismos del siglo XIX. En otros momentos de la historia, después de largos y complejos procesos de experimentación y cambio, el arte y la arquitectura han podido transformarse de manera integral, superando los esquemas establecidos y definiendo nuevos códigos o paradigmas.  Pero esto no sucede todos los días, y si acaso, la época contemporánea, con todos sus adelantos tecnológicos facilitaría que los procesos de cambio pudieran ser más veloces y así facilitar la innovación constante.
La innovación en la arquitectura implica transformar sus características funcionales, formales y espaciales y no solo las tecnológicas, por eso no se puede hablar de una autentica modernidad arquitectónica en el siglo XIX, puesto que aunque las estructuras se aligeraran con el hierro y acero, las formas arquitectónicas seguían apegadas a los revivals. No fue hasta que en el racionalismo de las primeras décadas del siglo pasado, a través de las ideas de los maestros como Le Corbusier, Mies Van Der Rohe y Walter Gropius desde la Bauhaus, entre otros, que la modernidad se hizo un movimiento que transformaría las pautas del diseño contemporáneo.
Pero, ¿qué es lo que ha pasado después de casi cien años de esa modernidad?, no mucho desde la perspectiva integral, y si desde varios aspectos parciales. Por un lado la estructuras arquitectónicas se volvieron estilos, desde el brutalismo del los años cincuenta, hasta el high tech de los últimos treinta años, además algunos proyectos utópicos del racionalismo, como la torre de oficinas de vidrio de Mies Van Der Rohe en Berlín de 1919, con la famosa pared cortina son realidad desde hace cincuenta años, a través de innumerables torres de cristal en todo el mundo. A su vez, la materialización hasta cierto punto tosca del funcionalismo de los años cincuenta y sesenta, con cancelarías tubulares, después se aligero con el aluminio y ahora desde sistemas sofisticados se logran ventanearías a hueso, que hacen realidad el minimalismo de inicios del siglo XXI.
En cuanto al deconstructivismo, ha modificado preceptos espaciales y formales de la modernidad racionalista, desde la fragmentación y yuxtaposición volumétrica, hasta la dilatación y dinamismo de los espacios, sino basta ver el Centro de la Ciencia en Wolfsburg, Alemania de Zaha Hadid (2006). Muros inclinados, vanos irregulares, dobles y triples alturas, esquinas con ángulos agudos, son algunas de las características de esta obra de la arquitecta ganadora del Pritzker en 2004. También en las últimas décadas, las preocupaciones ecológicas y ambientalistas han provocado respuestas hacía una arquitectura y ciudad sustentables, donde la racionalización de los recursos naturales, hagan viables y vivibles los años por venir. La energía solar y en general la salida de los edificios inteligentes, son respuestas factibles, ante los retos contemporáneos que hacen peligrar nuestros ambientes naturales y construidos, por el uso irracional del agua, bosques y otros recursos no renovables. El proyecto reciente de la Torre de Ingeniería de Sánchez Arquitectos en Ciudad Universitaria de la UNAM, es un ejemplo local de arquitectura inteligente, debido al buen proyecto de instalaciones, donde el dialogo constante entre los proyectistas y usuarios (ingenieros investigadores universitarios de alto nivel) hizo posible una propuesta atractiva, no solo por su expresión arquitectónica contemporánea, sino por su funcionamiento en general y ahorro de energía.
Al final, cualquier innovación arquitectónica, implica un compromiso serio de investigación, que se ve reflejada en adecuadas propuestas, no solo novedosas en su estilo arquitectónico o tecnología sofisticada, sino en su integración al medio ambiente y ciudad, además, como diría Ricardo Legorreta, al hacer feliz a los propios usuarios.


Junio, 2009.

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