Huertos urbanos, más que una moda*

  Juan Carlos Rojo Carrascal**

“Tenemos entre todos muchas hectáreas urbanas desperdiciadas en una región donde está probada la capacidad de producción agrícola. Quizá no es un negocio, ni siquiera un pasatiempo. Un huerto en casa es más que eso...“

 

Resido en la ciudad de Culiacán, en una casa de dimensiones modestas que tiene una azotea en segundo piso de 45 metros cuadrados aproximadamente. Nos lleva a ella una pequeña escalera que instalamos meses antes de la pandemia por el Covid. El plan entonces era utilizar la llamada quinta fachada para respirar aire fresco en verano y apreciar los atardeceres sin ninguna prisa y con toda la perspectiva que te da esa altura ya que, afortunadamente, la zona donde vivo no hay edificios más altos que puedan obstruir las vistas.

En 2020 se vino la pandemia que nos tuvo por meses sin salir de casa. La azotea no sólo fue un buen escape al encierro, sino que se convirtió en un espacio productivo, de ejercicio, terapéutico y generador de buena salud para toda la familia. Nidia Mónica, mi esposa, se sumergió en el autoaprendizaje sobre la horticultura orgánica en la universidad del yuotube (como ella dice). Lo cierto es que fue más allá, se inscribió en varios cursos y diplomados, se capacitó seriamente durante la pandemia a tal grado que decidió desarrollar un huerto urbano totalmente orgánico en nuestros 45 metros de azotea. Mi labor fue apoyar, aprender y emprender junto a ella.

El resultado invita a soñar. No dejo de imaginarme todas las azoteas que nos rodean con vida similar donde afloraría una vida social, productiva y ecológica como consecuencia de convertir esas quintas fachadas, hoy grises y desoladas, en más área verde para la ciudad. En algunas ciudades, el Ayuntamiento compensa con incentivos fiscales estas iniciativas ya que contribuyen a la biodiversidad urbana y reducen el impacto y la contaminación generada por la urbanización.

No puedo negar que el trabajo ha sido arduo. Subir como hormiguitas, de cubeta en cubeta, grandes cantidades de tierra que, ya arriba, la mezclamos y la convertimos en un sustrato rico en proteína que ayudará a crecer plantas sanas, frondosas y productivas. En pocos meses tuvimos más de 200 macetas y algunos bancales que alojaron más de 40 especies diferentes de las cuales predominaron el tomate, lechuga, cebolla, chile, pimiento, ejote, acelga, pepino, maíz, camote, kale, yerbabuena, epazote, melón, apio, calabaza, rábano, betabel, berenjena, cilantro, espinaca, entre otras.

Con menos éxito y todavía en fase de experimentación se han logrado también zanahoria, perejil, fresa, chícharo, repollo, papa y entre toda esta diversidad de comestibles, algo que no puede faltar en un huerto: plantas de flor que aportan color, aroma y, sobre todo, la posibilidad de atraer a los polinizadores (abejas, avispas, colibríes, mariposas y murciélagos) que complementan la labor para la fertilización.

Tener un huerto en casa genera una pasión difícil de explicar. Cada día nos tiene noticias: ¡ya germinaron las cebollas!, ¡ya floreció la calabaza!, ¡esas lechugas ya se pueden cosechar!, ¡empiezan a madurar los tomates!, ¡aquí nació un betabel sin que lo hayamos sembrado nosotros! Esto último se vuelve muy común, el huerto experimenta una especie de autogestión luego de la primera temporada ya que, sin preverlo, quedan en la tierra semillas latentes de germinar en cuanto el clima y la humedad lo sugieren.

Es gratificante ver las gigantescas calabazas que pueden formarse a partir de una diminuta semilla que tiene vida latente pero que requiere de la combinación de ciertas condiciones que en muchas ocasiones la naturaleza las provoca sin que nosotros hagamos nada y en otras, podemos provocarlas. Tampoco tiene precio la posibilidad de alimentarnos durante varios meses de las mejores verduras del mundo (para nosotros, eso son) ya que nos consta que no requirieron ningún tipo de fertilizante químico, todo el procedimiento fue orgánico. Podemos morder directamente de la planta una hoja de lechuga con la garantía de que está libre de cualquier sustancia que nos pueda dañar.

Finalmente, una vez que termina la temporada, todas las plantas se despiden floreciendo. Es momento de recolectar las semillas y organizarlas para la siguiente temporada. Actualmente un buen porcentaje de las semillas utilizadas en nuestro huerto son recolectadas en casa y tienen la garantía de ser orgánicas. Un proyecto a futuro puede ser la generación de una comunidad de huerteros culichis para el intercambio de semillas, de ideas y de ánimos. Existe mucha información en las redes, pero poca referida a nuestra región. Cada lugar tiene su receta y esta se aprende con el tiempo.

Comparto este proyecto con la finalidad de contagiar a ciudadanas y ciudadanos que deseen impulsar la producción casera. Tenemos entre todos muchas hectáreas urbanas desperdiciadas en una región donde está probada la capacidad de producción agrícola. Quizá no es un negocio, ni siquiera un pasatiempo. Un huerto en casa es más que eso; se convierte en una biblioteca donde cada día tenemos un nuevo libro que leer. En un taller experimental donde nuestras manos y la tierra logran milagros. Es, además, un centro terapéutico para momentos como los que hoy estamos viviendo en Culiacán. Un gimnasio donde nos ejercitamos todos los días y un ecosistema donde entendemos el valor de la vida y la importancia de la convivencia armónica entre seres vivos donde todos tenemos una tarea para ser bendecidos con frutos, aromas y los mejores y más coloridos minipaisajes. Todo, hecho en casa.


*Tomado del noreste Culiacán, 09 de octubre 2024

**Arquitecto, Maestro en Arquitectura, Doctor en geografía y profesor de la Facultad de Arquitectura





Toda una vida en un baño público

 

Homero Mendoza Sánchez*

Alejandro Ochoa Vega**

 

Desde hace más de un año iniciamos una investigación sobre la historia de los baños públicos en la Ciudad de México, de 1930 para acá. Nuestra idea fue recuperar el proceso de un equipamiento urbano, que ha cubierto las necesidades de higiene y salud por varias décadas, pero también ha sido un espacio de encuentro, convivencia y relajación de una parte importante de la población de nuestra ciudad. En el camino tuvimos la oportunidad de ver el documental “Baño de vida” (2016) de la mexicana Dalia Reyes, donde aparecía el Sr. Felipe Ramírez Santos, empleado por cincuenta años de los baños públicos Margarita de la Alcaldía Venustiano Carranza. El documental nos sorprendió porque consideramos fue el primero en abordar la historia de personajes relacionados con los baños públicos, con sutileza y gran calidad. Uno de ellos, precisamente el Sr. Felipe, a quien decidimos entrevistar, como una fuente importante para entender la relevancia social de estos recintos.

Finalmente nos pudimos encontrar con el Sr. Felipe, el pasado 4 de marzo, justo en las ruinas de los baños Margarita, que cerraron en 2018, cuando ya había mermado la asistencia de usuarios, pero sobre todo por haberse dañado la caldera a raíz del terremoto de 2017. El recinto queda ahí, donde nuestro entrevistado ha vivido desde sus inicios, como el empleado de mayor confianza de los propietarios, aún ya cerrados al público, aquel que llego a hacer enormes colas para entrar a bañarse, debido a que las vecindades del rumbo no tenían regadera. A ellos atendió amablemente Don Felipe, desde muy joven, desempeñándose en varias funciones que requería el establecimiento, y en general como la cabeza de la operación compleja y demandante, de un baño público en sus mejores épocas.

Los baños no sólo marcaron un hito en la historia de poblamiento y desarrollo de los barrios populares de la Ciudad de México, sino que también, son la historia de vida de Margarita, dueña y fundadora, y de su familia, así mismo la de un empleado: Felipe. El baño, por su proximidad en el barrio, fue fundamental en tejer redes de solidaridad y de cohesión social entre vecinos; remarcable la importancia de las mujeres para la gestión y emprendimiento de un equipamiento, como el caso de Doña Margarita, quién después de separarse y quedarse con sus hijos, luchó por levantar desde cero la construcción del recinto y con ello sostener a su familia. Agregamos a esto, que el Sr. Felipe llegó muy joven como migrante desde el Estado de Hidalgo en la búsqueda de un destino como cantante. Es en el año de 1968 que inicia su trabajo en los baños Margarita ocupándose de lavar a mano sábanas y toallas, que podían ser de hasta 600 por día en los mejores años de los mismos, además de limpiar las instalaciones y abrir a las 5 de la mañana. Por las noches, buscaba realizar el oficio de cantante, algo que no trascendió pero que él intentó al menos. Sin embargo, la vida le compensaría a través de su fidelidad y permanencia como empleado de los Margarita, una retribución que lo llevó a ser uno de los protagonistas del documental “Baño de Vida. La dueña Margarita siempre lo trató como a un hijo, y de manera reciproca Felipe siempre la miro como una madre. Después Felipe hizo amistades en los baños, lo que le permitió convertirlos en un espacio de reunión y bohemia, donde se cantaba, se bailaba y se bebía, y donde los usuarios después de usar el baño iban a estas reuniones felipescas, siempre con el apoyo de la patrona, porque de algún modo con ello garantizaba la venta de alcohol que beneficiaba al negocio. Al morir Doña Margarita, Felipe siguió viviendo y trabajando allí, aún ya cerrados los baños, con la anuencia de los herederos. La vida de Felipe, es sin duda, la vida misma de la juventud, auge y extinción de un baño público de la Ciudad de México.

 

Marzo 2025

*Licenciado en Planeación Territorial, Doctor en Estudios Urbanos y profesor investigador de la UAM Xochimilco.

**Arquitecto, Doctor en Historia del Arte y profesor investigador de la UAM Xochimilco.




Con el pie: Don Felipe, empleado de los baños públicos Margarita. (Imagen de los autores)




CIDEU. Centro Formador de Estrategas Urbanos


Juan Carlos Rojo Carrascal 

23/09/2024

 

El CIDEU se ha consolidado como una red de gobiernos locales, entidades y estrategas urbanos y urbanas de más de 150 ciudades y entidades colaboradoras de 22 países iberoamericanos desde donde impulsamos la transformación de las ciudades a través de la planificación estratégica urbana.

Hace casi 20 años tuve mi primer contacto con el Centro Iberoamericanos de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU), poco tiempo después de integrarme al equipo técnico del recién formado Implan de Culiacán. Entonces todos estábamos hambrientos de conocer más sobre el pensamiento estratégico urbano. En 2005, CIDEU publicó la primera convocatoria a la Especialidad en Pensamiento Estratégico (que entonces se llamaba Curso Superior en Planeación Estratégica Urbana, Desarrollo Económico Local y Buen Gobierno Municipal). Nos inscribimos siete integrantes de Implan (casi todo el equipo). Todos viajamos a la ciudad de Antigua Guatemala para asistir al primer seminario presencial con el que se inició el curso. Todo fue nuevo conocimiento para un equipo técnico que arrancaba una aventura profesional. Aquella semana refrendó mi misión profesional. Un año después, luego de trabajar de forma virtual todo el curso, nos encontramos otra vez, ahora en la ciudad de Cartagena, para terminar el curso y consolidar amistades que aún conservo y con quienes seguimos haciendo trabajo entre nuestras ciudades.

Actualmente, soy parte de la cartera de Estrategas Urbanos de CIDEU y coordinador del curso de Movilidad Urbana Sostenible que está por iniciar su segunda edición en octubre próximo. El CIDEU se ha consolidado como una red de gobiernos locales, entidades y estrategas urbanos y urbanas de más de 150 ciudades y entidades colaboradoras de 22 países iberoamericanos desde donde impulsamos la transformación de las ciudades a través de la planificación estratégica urbana. Además de ser una ventana para mantenernos actualizados en todo lo que acontece en esta materia, CIDEU es una entrañable familia de amigos colegas que mantenemos una cercanía permanente y tenemos siempre la oportunidad de encontrarnos en los congresos que se organizan cada año en alguna de las ciudades de la red.


 

La formación es una de las fortalezas de CIDEU. Maravillas Rojo -quien fue su secretaria durante más de dos décadas- lo expresó así “Estar dispuestos a desaprender y a aprender continuamente, requiere junto al esfuerzo y la curiosidad, hacerlo con un método eficiente y eficaz, por ello el planteamiento metodológico de la Universidad de CIDEU puso más énfasis en el aprendizaje que en la enseñanza, y utilizó estrategias didácticas basadas en el aprendizaje por observación y análisis de modelos. Aprender por observación de modelos, no es transferir una información que se limite a copiar, sino plantear una transferencia innovadora y creativa”.

Las Microrredes de Estrategias Urbanas es otra herramienta que promueve la red mediante espacios de colaboración y trabajo en pequeñas redes de ciudades para afrontar desafíos urbanos comunes a través del intercambio de conocimientos y experiencias entre pares donde se promueve el pensamiento estratégico urbano como paradigma para lograr ciudades más resilientes y sostenibles.

La misión de CIDEU es -como lo expone en su sitio WEB- “acompañar a los gobiernos locales iberoamericanos en la aplicación de la cultura del pensamiento estratégico urbano, así como en el diseño y la gestión de proyectos alineados a una estrategia, para lograr ciudades sostenibles e inclusivas”. Joan Campreciós -uno de los primeros docentes de la especialidad- aseguraba que la importancia de la red radicaba en tres objetivos fundamentales: difundir la metodología de la planificación estratégica urbana, promover la coparticipación público-privada y ser un espacio colectivo para el intercambio de iniciativas exitosas entre las ciudades miembros.

Culiacán es una de las ciudades iberoamericanas que más egresados de la especialidad ha tenido. Hoy el equipo de Implan se está renovando y su nueva directora, la maestra en arquitectura y urbanismo Simei Cebreros Raygoza, es también egresada de la especialidad, así como varios de los que hoy conforman su equipo técnico.

A través de CIDEU tuvimos en Culiacán la visita y la asesoría de grandes personalidades que dejaron huella en los procesos locales como Paco Jijón (Quito) Carmenza Saldías (Bogotá) Maravillas Rojo y Pedro Acebillo (Barcelona) así como la actual directora ejecutiva Rosa Arlene María (Santiago de los Caballeros). Rosa Arlene -que también es parte de aquella primera generación que nos encontramos en Antigua- asegura que “CIDEU seguirá evolucionando y adaptándose a las cambiantes realidades urbanas, cumpliendo su misión de impulsar la transformación de las ciudades iberoamericanas a través de la planificación estratégica urbana, y contribuir así a crear ciudades planificadas, sostenibles y centradas en las personas”.

San Sebastián y Medellín, son dos de las ciudades más exitosas de la red CIDEU, ambas ciudades vivieron muchos años de violencia urbana, muy similares a la que hoy Culiacán está viviendo. Muchas operaciones inteligentes las liberaron de ese lastre y la planeación estratégica urbana ha servido para ponerlas como ejemplos internacionales. Esperemos que pronto Culiacán se reincorpore a la Red CIDEU y siga aprendiendo de esta hermandad iberoamericanas para materializar un futuro próspero y en paz.

[Capte la atención de los lectores mediante una cita importante extraída del documento o utilice este espacio para resaltar un punto clave. Para colocar el cuadro de texto en cualquier lugar de la página, solo tiene que arrastrarlo.]


Febrero, 2025




 Mendoza Argentina, sede del XXV Congreso de CIDEU


Paseo de Sant Joan, Barcelona, sede de CIDEU