Homero Mendoza Sánchez*
Alejandro Ochoa
Vega**
Desde
hace más de un año iniciamos una investigación sobre la historia de los baños públicos en la Ciudad de México, de 1930 para acá. Nuestra idea fue recuperar el proceso
de un equipamiento urbano, que ha cubierto las necesidades de higiene y salud
por varias décadas, pero también ha sido un espacio de encuentro, convivencia y
relajación de una parte importante de la población de nuestra ciudad. En el
camino tuvimos la oportunidad de ver el documental “Baño de vida” (2016) de la mexicana Dalia Reyes,
donde aparecía el Sr. Felipe Ramírez Santos, empleado por cincuenta años de los
baños públicos Margarita de la Alcaldía Venustiano Carranza. El documental
nos sorprendió porque consideramos fue el primero en abordar la historia de
personajes relacionados con los baños públicos,
con sutileza y gran calidad. Uno de ellos, precisamente el Sr. Felipe, a quien
decidimos entrevistar, como una fuente importante para entender la relevancia
social de estos recintos.
Finalmente
nos pudimos encontrar con el Sr. Felipe, el pasado 4 de marzo, justo en las
ruinas de los baños Margarita, que cerraron en 2018, cuando ya había
mermado la asistencia de usuarios, pero sobre todo por haberse dañado la
caldera a raíz del terremoto de 2017. El recinto queda ahí, donde nuestro
entrevistado ha vivido desde sus inicios, como el empleado de mayor confianza
de los propietarios, aún ya cerrados al público, aquel que llego a hacer
enormes colas para entrar a bañarse, debido a que las vecindades del rumbo no
tenían regadera. A ellos atendió amablemente Don Felipe, desde muy joven,
desempeñándose en varias funciones que requería el establecimiento, y en
general como la cabeza de la operación compleja y demandante, de un baño público
en sus mejores épocas.
Los baños no sólo marcaron un hito en la historia de
poblamiento y desarrollo de los barrios populares de la Ciudad de México, sino
que también, son la historia de vida de Margarita, dueña y fundadora, y de su
familia, así mismo la de un empleado: Felipe. El baño, por su proximidad en el
barrio, fue fundamental en tejer redes de solidaridad y de cohesión social
entre vecinos; remarcable la importancia de las mujeres para la gestión y
emprendimiento de un equipamiento, como el caso de Doña Margarita, quién después
de separarse y quedarse con sus hijos, luchó por levantar desde cero la
construcción del recinto y con ello sostener a su familia. Agregamos a esto,
que el Sr. Felipe llegó muy joven como migrante desde el Estado de Hidalgo en
la búsqueda de un destino como cantante. Es en el año de 1968 que inicia su
trabajo en los baños Margarita ocupándose de lavar a mano sábanas y
toallas, que podían ser de hasta 600 por día en los mejores años de los mismos,
además de limpiar las instalaciones y abrir a las 5 de la mañana. Por las
noches, buscaba realizar el oficio de cantante, algo que no trascendió pero que
él intentó al menos. Sin embargo, la vida le
compensaría a través de
su fidelidad y permanencia como empleado de los Margarita, una retribución que lo llevó a ser uno de los
protagonistas del documental “Baño de Vida”. La dueña Margarita siempre lo trató como a
un hijo, y de manera reciproca Felipe siempre la miro como una madre. Después
Felipe hizo amistades en los baños, lo que le permitió convertirlos en un
espacio de reunión y bohemia, donde se cantaba, se bailaba y se bebía, y donde
los usuarios después de usar el baño iban a estas reuniones felipescas, siempre con el apoyo de la patrona,
porque de algún modo con ello garantizaba la venta de alcohol que beneficiaba
al negocio. Al morir Doña Margarita, Felipe siguió viviendo y trabajando allí,
aún ya cerrados los baños, con la anuencia de los herederos. La vida de Felipe,
es sin duda, la vida misma de la juventud, auge y extinción de un baño público
de la Ciudad de México.
Marzo 2025
*Licenciado
en Planeación Territorial, Doctor en Estudios Urbanos y profesor investigador
de la UAM Xochimilco.
**Arquitecto,
Doctor en Historia del Arte y profesor investigador de la UAM Xochimilco.
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