Alejandro Ochoa Vega*
Como egresado de la Universidad de Guadalajara, ¡hace muchos años!, y después de formarme y ejercer como docente e investigador de historia de la arquitectura, soñaba que, en algún momento, regresaría a la capital tapatía, para hacer la historia de la arquitectura local, que tanto me hizo falta como estudiante en los años setenta. Más de cuarenta años después, no regrese para tal empresa y ya ha corrido mucha tinta, como en otras partes del país, que cubren ese hueco historiográfico, y sin duda una de las más relevantes plumas es la de Claudia Rueda, que, con una formación solida y rigurosa, ha contribuido a que la arquitectura moderna de Guadalajara, quede registrada y analizada puntualmente.
Como un segundo tomo que sigue al primero de 2016, Una mirada a la modernidad arquitectónica de Guadalajara, ahora nos entrega, Aportaciones foráneas a la arquitectura moderna en Guadalajara, donde da cuenta de la obra de doce arquitectos no residentes de la ciudad, o llegados para quedarse, de algunos extranjeros o nacionales, que legaron su impronta arquitectónica en la capital de Jalisco. Nombres tan sonados como Mario Pani, José Villagrán, Enrique de la Mora, Félix Candela, Teodoro González de León, Alejandro Prieto o Reynaldo Pérez Rayón, aportaron a la modernidad arquitectónica local, junto a otros menos conocidos, como Alberto Arouesty, el despacho de Autónoma de Arquitectos, Raúl Gómez Tremari o Silvio Alberti.
La llegada de varios de estos arquitectos foráneos, para realizar proyectos federales o estatales de vivienda o diversos equipamientos de salud, educación, transporte, religión, comercio, industria, entretenimiento, deporte o arte, tuvo que ver en parte porque apenas en 1948 se fundo la primera escuela de arquitectura local, en la Universidad de Guadalajara. Incluso varios de ellos colaboraron con la institución, temporal o ya de manera permanente. La segunda ciudad del país, quería dejar de ser provinciana, sumándose a los programas federales, pero también a no pocas iniciativas estatales y municipales que buscaban arribar a una modernidad, que la sacarían del atraso, una apuesta lograda en buena medida. Claudia Rueda, se detiene en cada una de las obras, muchas de ellas poco conocidas de los arquitectos renombrados, describiendo sus antecedentes y explicando sus características funcionales, espaciales y constructivas. Algunas quedaron en proyecto, otras se han alterado al grado de ya no reconocerse, pero no pocas subsisten en aceptables o buenas condiciones, lo que refleja, a pesar de inconsistentes gestiones de mantenimiento o valorización, su buena calidad.
En suma, un libro que disfrute por haber sido testigo y usuario juvenil y adulto, de muchos de los espacios descritos, pero también agradecer que la autora no haya construido altares para estos arquitectos, sino simplemente dar cuenta de sus circunstancias, capacidades y creatividad.
*Profesor investigador de arquitectura, UAM Xochimilco
Diciembre 2024
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