Marco Antonio Cruz Velázquez*
Para los
estudiantes de arquitectura, uno de los desafíos más inquietantes es enfrentar
la incertidumbre que surge al acercarse al mundo laboral. La transición de la
teoría a la práctica genera en muchos una sensación de vulnerabilidad,
especialmente cuando perciben que su preparación académica podría no ser
suficiente para afrontar los retos que impone el ejercicio profesional. Este
temor, común en diversas áreas pero especialmente notable en la arquitectura
debido a su complejidad y especificidad técnica, lleva a muchos jóvenes a
cuestionarse su capacidad de insertarse adecuadamente en el mercado laboral y,
en consecuencia, a buscar herramientas que los ayuden a sentirse más seguros y
preparados.
En este
contexto, los eventos como exposiciones, congresos y conferencias se convierten
en puentes esenciales que facilitan el paso de estudiante a arquitecto. Estas
actividades ofrecen un espacio de aprendizaje complementario, en el cual los
estudiantes pueden acercarse al mundo real de la arquitectura desde una
perspectiva práctica y actualizada. Además, los eventos ofrecen una plataforma
para la creación de redes de contactos, algo fundamental en la carrera de
arquitectura. Los estudiantes pueden interactuar con profesionales, colegas y
empresas del sector, lo cual no solo amplía su visión de la disciplina, sino
que también les abre puertas para futuras oportunidades laborales o de
colaboración en proyectos.
En el XXVII
Congreso Panamericano de Arquitectos, desarrollado del 14 al 17 del pasado mes
de octubre en Expo Santa Fe. Se abordaron temas cruciales que contribuyen a
expandir la visión profesional de los arquitectos, especialmente en el ámbito
de la planificación y la intervención urbana en grandes ciudades. Una de las
ideas centrales fue la responsabilidad que tiene el arquitecto de trascender el
diseño de estructuras aisladas y asumir una perspectiva integral que considere
la interacción de cada edificio con su entorno inmediato y con la ciudad en
general. Este enfoque busca que el arquitecto no solo piense en la función del
edificio en sí, sino en cómo este contribuye al tejido urbano y social de la
ciudad.
Uno de los
proyectos destacados en este congreso fue el proyecto UVA Orfelinato, ubicado
en Medellín, Colombia. Este proyecto es un claro ejemplo de cómo un diseño bien
planificado puede transformar y mejorar una comunidad. Se trata de una
intervención que integra el espacio público y privado, concebido como una gran
pieza de mobiliario urbano. El diseño promueve la interacción social y la
creación de un entorno agradable para los habitantes y visitantes de la zona.
Al adoptar una visión que mezcla los límites entre arquitectura y espacio
urbano, el proyecto UVA Orfelinato se convierte en un punto de transición entre
la ciudad y la arquitectura, en donde los ciudadanos pueden disfrutar de un
espacio que responde a sus necesidades y genera un ambiente accesible y
armonioso.
Simultáneamente,
en el marco de este congreso, se llevó a cabo la expo Obra Blanca, un evento
que, aunque se enfoca principalmente en presentar las últimas tendencias en
acabados, materiales y técnicas de construcción, también incluyó conferencias
dedicadas a resaltar la importancia de crear espacios no solo funcionales, sino
también sensoriales.
En estas
charlas se discutió cómo el diseño arquitectónico puede y debe estimular los
sentidos, reconociendo a la arquitectura como una forma de arte. Los espacios
arquitectónicos tienen el potencial de evocar emociones y de influir en el
bienestar de las personas, y esta capacidad muchas veces queda relegada en
favor de la funcionalidad estricta. Con esta orientación, los arquitectos son
invitados a reflexionar sobre el impacto de sus diseños en la sociedad,
promoviendo un ejercicio profesional que entienda a la arquitectura no solo
como construcción de edificios, sino como una contribución al bienestar humano
y a la cultura urbana.
Noviembre 2024
*Estudiante de arquitectura, UAM Xochimilco.