La
niñez y la ciudad
Juan Carlos Rojo Carrascal*
“La ciudad moderna es una ciudad en crisis porque ha perdido una buena parte de sus habitantes: los más vulnerables”.
Así lo sentenció Francesco Tonucci en la
reunión de la Red Mexicana de Ciudad de los niños y de las niñas al mencionar
cómo la niñez, la gente mayor y quienes tienen dificultades para desplazarse de
forma autónoma están dejando de salir de casa por su cuenta. Cada vez es más
peligrosa la calle, porque cada vez hay menos gente en ella y cada vez es más
inaccesible.
El
pasado 20 de febrero tuvimos un encuentro virtual todos los que de una u otra
forma promocionamos el proyecto del Pedagogo Italiano Francesco Tonucci, quien
tiene décadas promoviendo la participación de los niños y de las niñas en la
toma de decisiones con respecto a las ciudades.
Ellos tienen muy claras sus necesidades para
su desarrollo personal sustentado en su autonomía, el derecho al juego y al
goce del espacio público sin que se ponga en riesgo su integridad. Una ciudad
sana y segura para la niñez es una ciudad sana y segura para toda la gente.
Como en el cuento El traje del emperador, de Hans Christian Andersen, donde dos
charlatanes le confeccionaron un supuesto traje al Rey con la advertencia de
que era invisible para la gente incapaz y por ello, nadie se atrevió a decirle
al Rey que el supuesto traje no existía hasta que un niño lo dijo como debe
ser, sin filtros -El Rey va desnudo.
Generalmente,
a medida que los niños crecen, dejan de ser auténticos para entrar a este mundo
de la adultez donde terminamos todos adoptando los hábitos de siempre, y donde,
por uso y costumbre, sumisos renunciamos a los cambios que puedan hacer
funcionar de otra forma las ciudades. Tenemos siempre miedo a experimentar.
Francesco Tonucci a través de este Laboratorio promueve integrar en las
ciudades los Consejos de Niños y Niñas (de entre 8 y 11 años, elegidos de forma
aleatoria) que se reúnen periódicamente para opinar y ser escuchados por las
autoridades municipales y principalmente por los alcaldes o alcaldesas.
Los
municipios de San Pedro, Monterrey, León, Zapopan y Zamora ya tienen forma- dos
sus consejos y comienzan a dar resultados. La infancia exige vivir la ciudad y
tener los mismos derechos y condiciones que los adultos tenemos. No podemos
negarles la ciudad por una supuesta protección que cada vez les está afectando
más en su desarrollo y autoestima. Los mayores peligros para la niñez están en
sus casas. Actualmente entran por cualquier pantalla.
El
Laboratorio tiene muchos avances en ciudades colombianas, peruanas, brasileñas
y sobre todo argentinas. El año pasado tuve oportunidad de visitar Buenos Aires
y Rosario donde operan los consejos de niños y niñas que son siempre escuchados
y atendidos por sus alcaldes o alcaldesas. Han logrado disminuir el tráfico en
algunas calles, mejorar espacios públicos, instituir el día del juego o
desarrollar lugares de encuentro para la niñez (como el llamado tríptico de la
infancia en Rosario que lo conforman La Isla de los Inventos, La Granja de la
Infancia y El Jardín de los Niños).
Por
nombrar algunos, dos bellos proyectos surgieron de aquellos consejos: ¿Y si
llenamos la ciudad de mariposas? Proyecto que recupera el paisaje nativo en
plazas y parques a partir de la plantación de asclepias. Y Ale Río que consiste
en paradas amigables para pájaros urbanos mediante la instalación de casitas de
pájaros como una manera de reflexionar sobre las formas ciudadanas de acoger a
los demás. En 1989, los dirigentes mundiales suscribieron un compromiso histórico
con la niñez mundial al aprobar la Convención de las Naciones Unidas sobre los
Derechos del Niño.
México
está incluido. Entre los derechos de esta Convención existen dos artículos que
han inspirado a los trabajos del Laboratorio: el Artículo 13 que expone que “El
niño tendrá derecho a la libertad de expresión; ese derecho incluirá la
libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impresas, en forma
artística o por cualquier otro medio elegido por el niño”, así como el Artículo
31, donde se “reconoce el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al
juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar
libremente en la vida cultural y en las artes”.
Si
realmente se cumpliera con estos dos compromisos, las ciudades mexicanas fueran
muy diferentes de lo que hoy son. En Culiacán tuvimos algunos ejercicios
interesantes inspirados en los trabajos del Laboratorio. Si bien, no con la
rigurosa metodología que se recomienda, desde el Instituto Municipal de
Planeación Urbana hicimos una consulta pública (en 2017) donde implementamos
los llamados Foros Zonales que incluían la sección infantil para que decenas de
niños y niñas nos compartieron sus sueños para la ciudad de Culiacán a través
de frases escritas y dibujos en una extensa manta de 15 metros donde la niñez
culichi planteó un futuro muy alentador. Siempre llevo presente una sencilla y
a la vez profunda frase que escribió una niña de 9 años: “Me gustaría que todos
respeten a los demás”. De una u otra manera este deseo quedó implícito en la
redacción de la visión del Programa de Desarrollo Urbano del Centro de
Población de Culiacán, hoy publicado, que dicta “Culiacán, ciudad segura donde
la naturaleza es belleza, el respeto es cultura; y su esencia, la gente”.
Niños jugando en el proceso de la obra de la vía escolar Amado Nervo en Culiacán
**Arquitecto, Maestro en Arquitectura, Doctor
en Geografía y profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad
Autónoma de Sinaloa.
FEBRERO
2024
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