David Chipperfield, Pritzker 2023 y su obra mexicana.
Alejadro Ochoa Vega*
Hace unos días se anuncio el
Premio Pritzker 2023, el galardón más importante de arquitectura a nivel
mundial, y que México ostentó en 1980 al otorgarse a Luis Barragán. El premiado
ahora fue el arquitecto británico David Chipperfield (Londres, 1953), con una
trayectoria de más de cuarenta años, y quien trabajo en sus inicios con Norman
Foster y Richard Rogers. Su obra la podríamos considerar como serena y
elegante, ajena a los estruendos del deconstructivismo, opuesta a los
historicismos posmodernos y mucho más sugerente que los minimalismos de las
últimas tres décadas. Sensible al sitio donde se emplaza, o a los casos de
intervención a edificios emblemáticos, como la restauración reciente de la Galería
Nacional en Berlín, de Mies Van der Rohe. En suma, a mi consideración, un
premio muy merecido.
Chipperfield participo hace no
mucho en el Festival Mextropoli de Arquine, pero lo más interesante es su
huella mexicana a través del diseño del Museo Jumex, que alberga la colección
de su dueño Eugenio López, y que se ha convertido en referente obligado para el
arte contemporáneo, desde su inauguración en 2013 en Nuevo Polanco. Integrante
de alguna manera del conjunto mixto de Plaza Carso, el Teatro Telcel y el
malogrado Museo Soumaya. Resuelto en cinco niveles, la planta baja contiene una
plaza de acceso, vestíbulo con la taquilla y tienda (que originalmente estaba en
el sótano y donde se ubican las oficinas) y cafetería. Los tres siguientes
niveles son las salas de exposición, la última contiene un peculiar remate en
dientes de sierra, que además de referir las antiguas fabricas de la zona,
rinde homenaje al arquitecto Juan O’ Gorman. Una obra pulcra donde se cuido
hasta el último detalle, desde los pisos de mármol travertino, cantera en las
fachadas y una obra maestra que es la escalera, de perspectiva escultórica y de
un acero tan bien terminado y unido, que parece una pieza única en toda su
longitud. Un recinto cultural que contrasta con su vecino de enfrente, el
Soumaya, de pobre factura en todos los sentidos, por no gritar e incrementar
del ruido de la zona, con arquitecturas, una más histérica que la otra.
Un Pritzker que regresa tal
vez a celebrar al star system de la arquitectura internacional, después del
acertado premio del año pasado al arquitecto africano Diébedo Francis Kéré, pero que al final
reconoce la buena arquitectura, comprometida con la calidad constructiva,
riqueza espacial y buen funcionamiento. Una invitación a conocer más la obra de
este arquitecto que apela al oficio, sin caer en la tentación de la
arquitectura espectáculo, tan frecuente en las últimas décadas.
*Arquitecto, profesor
investigador de CyAD Xochimilco y editor de El Trazo Semanal.
Marzo/2023
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