EL AEROPUERTO INTERNACIONAL FELIPE ÁNGELES ¿UNA “CENTRAL AVIONERA”?

José Ángel Campos Salgado*

 

Independientemente de las expresiones generadas por la lucha que está establecida entre el gobierno actual de México y quienes no están de acuerdo con sus políticas y sus propuestas, es necesario considerar los calificativos que se han dado sobre la obra recientemente inaugurada, el aeropuerto Felipe Ángeles. La polémica está presente desde el inicio del mandato obtenido en las urnas por este presidente, pues fue una promesa de campaña detener la construcción del aeropuerto que estaba en proceso. Hay que recordar que la idea tuvo su origen en el gobierno de Vicente Fox en 2001, que luego retomó Felipe Calderón compartiendo acciones con el gobierno del Estado de México que encabezaba Enrique Peña Nieto, y que se detuvo cuando este último reprimió violentamente las protestas de los habitantes de la región, que veían como una amenaza a sus vidas la construcción de aquella propuesta. La última fase de esta secuencia la encabezó el mismo Peña Nieto siendo presidente de la República.

Imagen 1: Interior aeropuerto Felipe Angeles AIFA. Tomada por: José Ángel Campos Salgado

En 2002 se inició la obra de una segunda terminal dentro del área del aeropuerto existente y seis años después esta resultó insuficiente para satisfacer la demanda. Por ese motivo se relanzó el proyecto del aeropuerto de Texcoco en 2013 y se decidió invitar a ocho despachos de arquitectos mexicanos a presentar sus propuestas, cada uno asociado con un arquitecto extranjero. El seleccionado fue Fernando Romero asociado con Foster and Partness, despacho inglés que ya había realizado otros proyectos similares. Se puede considerar que en este concurso estaba representada la elite de la arquitectura de México y por ello, tendría calidad internacional. Las obras se iniciaron en 2015 con el plan de terminar la primera fase en 2019, sin embargo, siendo ya presidente electo Andrés Manuel López Obrador, se impulsó una consulta popular en 2018 y en enero de 2019 se anunció la suspensión de este proyecto y el inició de uno nuevo para ubicarse en Santa Lucía, donde existe una base militar, convocando en este caso a la Secretaría de la Defensa Nacional para hacerse cargo de la obra, y con la idea de terminarla el 21 de marzo de 2022. Y así se ha cumplido.

Imagen 2: Interior aeropuerto Felipe Angeles AIFA. Tomada por: José Ángel Campos Salgado

Lo que está en discusión con el comentario que encabeza este texto es el resultado formal que tienen las instalaciones terminadas. Se trata de un punto de vista que tiene como parámetro algunos aeropuertos del mundo y lo que se pone en observación es la morfología resultante. El aeropuerto es uno de los géneros arquitectónicos nacidos con la modernidad pues la aviación se volvió la tecnología más significativa del siglo XX antes de la aparición de la computadora. Así, los aeropuertos se volvieron la marca de ese avance. Uno de los más celebrados fue la terminal de la TWA en el aeropuerto Kennedy de Nueva York, construido en 1962 y diseñado por el finlandés Eero Saarinen, simulando las alas de un ave gigantesca. El hecho es que cada uno de estos edificios ha dejado de ser importante luego de algunos años, a pesar de su reconocimiento inicial. Hay una competencia continua para ver cual es el mejor y sus innovaciones espectaculares son parte de su valoración. La pregunta es si conviene participar en esta competencia o si es mejor buscar la racionalidad que permita en poco tiempo renovar o ajustar lo construido según se presenten nuevas necesidades. Los calificativos que se expresan sobre el nuevo aeropuerto surgen de esos paradigmas internacionales de competencia mercantil, una expresión globalizada del capitalismo, materializado en la arquitectura.

Imagen 3: Interior aeropuerto Felipe Angeles AIFA. Tomada por: José Ángel Campos Salgado

Lo importante de esta polémica en los lugares de enseñanza de la arquitectura, es el estudio de las líneas de diseño que surgen de las corrientes morfológicas que se difunden en el campo contemporáneo de la arquitectura. Una obra que se sale de estas líneas es calificada con adjetivos que la asocian con obras de menor trascendencia, como una central de autobuses o una central camionera. A lo que se añade una descalificación de aquello que no es generado por arquitectos famosos. No importa la eficiencia sino la imagen, lo que a estos críticos les parece que no corresponde con las líneas de diseño de una elite que se ubica fuera de la realidad de un país como México que tiene una de las más altas tasas de desigualdad en el mundo. Lo que exige esta polémica es descubrir que visiones están detrás de los calificativos y ponerlos en confrontación con el servicio que pretende dar una instalación como la que estamos contemplando. En primer lugar, hay que observar que la adjetivación es sobre el resultado formal; no se está analizando la funcionalidad del conjunto, la racionalidad constructiva y su relación con el costo y las limitaciones económicas existentes, sino la apariencia tanto de los espacios como de los volúmenes y la llamada arquitectura de interiores. Se califica sólo lo que se ve superficialmente y con una mirada que ha sido instruida a partir de modelos que se difunden hoy en redes sociales. Es la de aquellos que buscan estar a la moda en cualquiera de las expresiones de diseño, desde un sillón tipo escandinavo, unos zapatos de diseño italiano, una lámpara de galería neoyorquina, etcétera. Se trata de calificativos que sólo toman en cuenta el lenguaje de diseño utilizado.

El proyecto de este aeropuerto estuvo a cargo de ingenieros militares, aunque el arquitecto Francisco González Pulido (FGP Atelier) reivindica su participación y su intención de que su proyecto fuera la entrada a un México sofisticado. Sin embargo, en el resultado de la composición formal se puede evidenciar una tendencia a utilizar las más tradicionales reglas: la simetría, el centro de la axialidad acentuado por un símbolo o una masa que lo jerarquiza y la recurrencia a referencias históricas casi literalmente trasladadas, representando a la cultura mexicana con mal gusto, dice el arquitecto González Pulido. Todas estas expresiones están lejos de las tendencias de diseño internacionales y no se observa una estilización de los antecedentes históricos, una sofisticación que los lleve a reconocimientos como los aparentemente deseados, como se considera que deben hacerlo los diseñadores. Y esa es la pregunta ¿cómo deben reelaborar los diseñadores sus lenguajes a partir de observar sus antecedentes culturales? ¿Qué bases deben tener para poder realizar esta tarea? Pues no se trata de crear un pueblo mágico que represente el folklor, según dice el citado arquitecto, pues eso es de mal gusto, sentencia. De no reflexionar sobre este tema estaremos aceptando lo que está detrás de estos calificativos: el chovinismo, el clasismo y el racismo que tanto daño hacen a la sociedad mexicana.

Abril 2022

*Arquitecto y profesor investigador de la UAM Xochimilco.

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