Arquitectura Vernácula en México: habitaciones populares de México. La vivienda vernácula, enseñanza para la arquitectura contemporánea. Reseña crítica.

 

Guadalupe Morales Fonseca*

 

En un reconocido esfuerzo la galería de arte Terreno Baldío en colaboración con la Fundación Javier Marín, presentan esta exposición montada en la Plaza Luis Cabrera de la Colonia Roma, donde reúnen 22 ejemplos de tipología de vivienda que denominan vernácula, representativa de 16 estados de la república mexicana. Es común que en algunos estados exista más de un modelo distintivo o variantes del mismo debido a que la extensión de su territorio posee diferentes características geográficas que a su vez conforman diferentes condiciones culturales.   

Vemos esta relación con la geografía y la cultura que aunque no se hace explicita se refleja en la denominación que se asigna a cada lámina, como cabaña de troncos, casa de palos y zacate, cabaña de piedra, casa de adobe, casa de madera, casa de pencas de maguey; o como casa Maya, casa Purépecha o Tarasca, casa Mazateca, casa Huasteca, casa Nahua, casa Chamula, casa Huichola, casa Seri y casa Kikapú. Características de una cultura que desarrolla aspectos particulares que rebasan la relación con el contexto geográfico (material) e incluyen elementos de configuración formal, especialización del sistema constructivo, condición simbólica y de uso y función de la casa (desafortunadamente los dos últimos aspectos no se desarrollan en la exposición).

En la descripción de las láminas se incluyen las características formales y materiales de las viviendas principalmente, concretando la vivienda al espacio cerrado. En cambio, no se resaltan del todo los sistemas constructivos desarrollados en los distintos contextos y que han llevado a su reconocimiento y en algunos casos permanencia (aunque no sea con el fin de habitarlos); el tema que definitivamente quedó ausente, como desafortunadamente es común cuando se habla de estas viviendas, es la correspondencia con la manera de habitar.

En las características formales resaltan las plantas de forma cuadrada y rectangular principalmente, y algunas muy específicas como la planta circular “común en las costas de Oaxaca y Guerrero” y la planta ovalada maya, ambas de origen prehispánico. Se resaltan también los techos de dos y cuatro aguas con aleros volados como el común y otros característicos como el techo piramidal de los altos de Chiapas “hasta tres veces más alto que los muros”, el techo cúpula de la casa Kikapú en Coahuila, la tradicional cubierta de la casa maya, o el techo plano en el norte y centro del país.

En las características materiales se mencionan los muros de varas o palos amarrados y otate que algunas veces se cubren con lodo, muros de bajareque, estructuras de horcones con muros libres (en la costa o en la casa de verano Kikapú), los muros de tierra colada, tapia, de adobe o piedra hacia el norte; los muros de fuertes maderos que se ensamblan, en las regiones boscosas; y casos sobresalientes como el de la troje Purépecha con su especialización en el uso de la madera “troncos de sección cuadrada o rectangular, sabiamente ensamblados con cortes, lo cual permite desensamblar y transportar”. También resalta en esta casa “la cubierta de tejamanil y las tallas en las columnas del pórtico como verdaderas obras de arte”.

En la estructura de la techumbre se mencionan desde las complejas armaduras de otate de diferentes diámetros cubiertas con fibras vegetales o zacate y el uso de la palma que “tiene excelentes propiedades de impermeabilidad y larga duración. Es de gran tamaño y abunda en las costas del pacifico, especialmente en las zonas de influencia nahua”. Las cubiertas de corteza de árbol en las zonas boscosas y nuevamente el caso de Michoacán con el tejamanil. En Oaxaca resaltan “los techos cónicos, rematados con un cántaro invertido, de nueve capas de palma”, también sobresale el caso de Hidalgo con la casa de cubierta de pencas de maguey.

Se menciona que por sus características la vivienda vernácula se incorpora al paisaje, más que decir que se incorporan se diría que nacen de él, se forman de él. El aspecto a distinguirse son los recursos desarrollados para enfrentar las condiciones del clima, desde los “huecos entre los palos y los troncos de los muros que contribuyen a la ventilación e iluminación del interior de la vivienda”; los gruesos muros de adobe “con pequeñas ventanas que protegen del fuerte sol de verano y permiten guardar el calor en invierno”; “la planta circular cuyos muros presentan un mínimo de superficie perpendicular a los rayos del sol, por lo que los interiores se calientan poco”; “la orientación perpendicular a los vientos dominantes”; “las puertas y las ventanas en muros opuestos para lograr una ventilación cruzada” y “los altos techos que hacen que el aire caliente suba y que la parte habitable se mantenga fresca”, conocimiento adquirido por la experimentación de generaciones.

Como ya dijimos se trata de un muy valioso esfuerzo resultado, de acuerdo con lo que se menciona, de una investigación realizada por los arquitectos Jorge González Claverán y Arturo Mier y Terán en los años 60; sin embargo, consideramos pertinente hacer algunas observaciones que nos han resultado comunes cuando se hace referencia a la vivienda rural tradicional de nuestro país y de las que esta exposición no es la excepción.  

Resalta que la definición de vivienda vernácula sea tomada de wikipedia “arquitectura que nació entre los pueblos autóctonos de cada región […] como una respuesta a sus necesidades de hábitat” características “su adaptación al medio y que están realizadas por el mismo usuario, apoyado en la comunidad y el conocimiento de sistemas heredados ancestralmente” en la que se dejan de lado aspectos importantes como no hacer relación con la manera de habitar correspondiente a un contexto histórico-social particular.

En segundo lugar, aunque sí se menciona que “cuando hablamos de arquitectura vernácula en México, hablamos de tipos de construcción que nacen en los pueblos del México prehispánico […] que con el encuentro cultural […] (de la península Ibérica, otras regiones europeas y de todo el mundo) a lo largo de los años, resultan en edificaciones que se caracterizan por contar con materiales locales y formas de construcción autónomas”, en el recorrido se tratan por igual la vivienda rural que la indígena (nosotros entendemos la primera como el resultado de este sincretismo) y que ambas tienen características particulares.

En tercer lugar, notamos que no se hace mención de la evolución de las estructuras (podría ser el caso del paso de vivienda indígena a rural) cuando se reemplazan las estructuras preexistentes por otras que se consideran de mayor utilidad (es el caso del altiplano en Querétaro documentado por la autora), y que apoya las menciones de diferentes autores que enuncian que estos cambios se deben a la transformación de las formas de vida, a la disponibilidad técnica y al contexto socio-cultural. Así la vivienda se transforma, evoluciona y se complejiza. “Del apilamiento de materiales como envoltura protectora, se llega a una racionalidad equilibrada entre las necesidades vitales, los materiales locales y la forma eficaz” (Guzmán, 2013). Estos cambios construyen y modifican continuamente la noción de habitabilidad.

Otros autores refieren que las características del hábitat “se mantendrán siempre y cuando la tradición y cultura sea conservada por el grupo social” (Rapoport, 1972) y que “el progresivo desmembramiento de los límites de las comunidades, es lo que conduce al agotamiento de la identidad local” (López, 1993) y por tanto a la transformación. En el caso de Sonora se menciona que la tipología presentada es el resultado de “la arquitectura de tierras indígenas e hispanas que se mezclaron aquí y dieron como resultado viviendas prácticas en que se logra un excelente confort térmico”. También se menciona el caso de Baja California Sur, donde “mineros franceses introdujeron en el siglo XIX esta casa sobre pilotes y la desarrollaron ampliamente […]” pero no se va más allá al decir que la tipología de vivienda rural desarrollada en este sincretismo “planta rectangular, cimentación de piedra, muros de adobe y techo de teja apoyado en una estructura de madera [que mencionan como] tradicional de las sierras altas de Jalisco y Michoacán” se extendió en uso por su utilidad como sistema constructivo a todo el territorio, hasta la costa de Oaxaca por ejemplo (caso documentado por la autora). Lo que refuerza la idea de evolución de las formas de habitar.

El cuarto aspecto que queda pendiente y el más importante es que no se resaltó como ya dijimos el uso-función de la casa para el contexto histórico, “la vivienda cumple la función de ser un refugio y se desarrollan en torno a ella otra serie de actividades que la complementan” (Ayala 1996). La vivienda es una Unidad Productiva. “Las actividades más importantes para la vida doméstica se realizaban durante el día y tenían lugar en los exteriores, reservándose los espacios cubiertos al cobijo nocturno y a funciones tales como el guardado de objetos” (Ayala 1996). En la exposición se mencionan los espacios cerrados principalmente, que se complementan con un pórtico (que puede estar contiguo o separado), pero no se aclara que tiene una función tan importante o más que el espacio cerrado, lo mismo que otros espacios que componen la unidad productiva como los corrales, las huertas y los graneros. De estos últimos son de los únicos que se hace mención en la exposición, “enormes conos de adobe y piedra en Zacatecas, con escalones adosados que permiten efectuar los trabajos de mantenimiento”, “granero, cuezcomatl o cuxcomate, de origen prehispánico en Tlaxcala, Guerrero y Morelos” que por sus características materiales y formales ha tenido un amplio reconocimiento. En el mismo sentido se menciona el horno para hacer pan Coahuila, separado de lo que en la exposición se denomina la vivienda (que se concreta al espacio cerrado), los demás espacios de la unidad productiva quedan ausentes.

Con estas observaciones nos preguntamos ¿en qué consiste esa enseñanza para la arquitectura contemporánea que se menciona en el título de la exposición? ¿cómo la hacemos cercana a nuestro tiempo y espacio? Sin poner por delante la condición humana parece algo incomprensible. Esta vivienda, pero sobre todo este modo de vida que nos presentan, contempla condiciones lejanas a nuestra condición contemporánea de habitar. Podríamos decir que en esta exposición está presente la relación espacial-geográfica que da como resultado una materialidad característica; pero queda ausente la noción temporal-modo de vida correspondiente a un contexto histórico cultural particular.

 

Si es cierto que la comunidad campesina puede renacer en la actualidad,

en función de exigencias modernas y sobre bases modernas,

nada más interesante que este renacimiento; quizá de él pueda surgir un sentido nuevo de la Tierra.

 

HENRI  LEFEBVRE

 

Sin embargo, no puede dejarse de lado la condición humana, solo así podremos entender que son

Los habitantes del espacio arquitectónico, con sus comportamientos, intenciones y capacidades,

su lenguaje y su propio proceso de existencia, quienes dan la verdadera utilización a las formas, comprenderán su significado o le asignarán alguno propio y especial.  

 

SALDARIAGA 

 

Queda abierto el debate en cuanto a la conservación o transformación de la vivienda rural tradicional en nuestro país. Pero sobre todo el debate de pretender hacer cercano a la condición humana contemporánea un habitar y un hábitat que corresponden a otra condición existencial.



 


Fotografías de la autora.

Agosto 2021

*Arquitecta y Maestra en Ciencias y Artes para el Diseño egresada de la UAM Xochimilco.      





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