En la Ciudad de México el 28 de febrero de 2020 se confirmó el primer caso de un infectado por coronavirus proveniente de Italia, y otro en Sinaloa, también proveniente del mismo país por una convención en común. Cabe recordar que el primer caso de COVID-19 se dio en China, a finales del año pasado, (da ahí el nombre del virus), sólo tardó unos cuántos meses para que llegara a nuestro país. A la par, México ha estado envuelto en el problema de los feminicidios desde hace años, los cuales han ido en aumento, incluso el pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, hubo varios. También, en las últimas semanas de febrero surgió la iniciativa de #UnDíaSinMujeres, la cual se llevó a cabo el 9 de marzo y la mega marcha el 8 del mismo mes, ambas manifestaciones en aras de hacer más visible un problema grave, que no termina de resolverse.
En ambos casos tan delicados, el debate en la sociedad mexicana las opiniones están muy divididas, mientras unos sostienen que el virus es una conspiración de los gobiernos para disfrazar la recesión, otros hacen compras exageradas de pánico. Con los feminicidios las opiniones se dividen entre quienes están a favor o en contra de las pintas, y las manifestaciones de ciertos grupos de mujeres que piensan que sólo así serán escuchadas. Lo único cierto es que nos enfrentamos al mismo tiempo a dos problemas muy serios, pues mientras el coronavirus se expande por el planeta tomando la denominación de pandemia, la violencia hacia las mujeres va en aumento en comparación con las cifras de años pasados.
El golpe económico y a la vida cotidiana que recibirá la población por la pandemia del coronavirus es enorme, pues mientras sólo unos cuántos pueden quedarse en casa haciendo compras de víveres para todo el mes, hay muchos otros que vive al día, que se transporta en medios públicos exponiéndose al contagio, y compra la comida cada día, por lo que sin duda será un gran reto sobrevivir en esas condiciones. Por otra parte pensemos un momento en las mujeres que sufren violencia y se quedarán con su agresor en la intimidad de su hogar, con sus hijos sufriendo quizá la falta de recursos por la necesidad de quedarse en casa y el horror de la pandemia a cuestas.
Pero no todo es sombrío, para ambos casos hay medidas de prevención, como lo es no generar miedo con noticias falsas, que sólo mal informan, no hacer compras de pánico, que causan desabasto, lavarse las manos con jabón frecuentemente mantener limpias nuestras áreas de trabajo/casa, no tocarse la cara, mantener sana distancia, no acudir a lugares concurridos y sacar el mejor provecho de estar en casa para convivir con la familia. Leer un libro o acabar de leerlo, apreciar y fortalecer los lazos familiares con los hijos, la pareja, los padres… tomar un pequeño curso en línea, enriquecer el alma y cargarnos de energía positiva para cuando regresemos a las actividades cotidianas.
En cambio con la violencia hacia las mujeres hay medidas de prevención para detectar los niveles de violencia así como su reconocimiento y estar al tanto de las leyes que las protegen. Si bien es cierto que las manifestaciones han causado polémica, hay que reconocer que se ha logrado que se visibilice más el problema presionando a las autoridades. Este movimiento generó que a través de grupos en redes sociales muchas mujeres alzaron la voz para relatar, algunas por primera vez, sus experiencias de acoso y/o violencia. Con esto se crea consciencia y sororidad al identificarse con los casos expresados, se hace saber que no son las únicas que lo han sufrido y que no están solas. En las marchas se eriza la piel y te llenas de emociones al escuchar al unísono “NI UNA MÁS” como la que se llevó a cabo el 10 de marzo en la UAM Xochimilco con las compañeras de la unidad.
También es cierto que se logró hacer visible la violencia y abusos a los que las mujeres somos sometidas desde la infancia, pero aunque comprendo las acciones de romperlo/quemarlo todo como grito por la impotencia y desesperación por la falta de justicia, creo que el verdadero cambio se genera en el seno familiar en la educación y el ejemplo que recibimos de nuestros padres. De esta manera, alzo la voz para proponer educación de género, para crear consciencia y principios de igualdad, así como se ha implementado educación sexual, creo que si desde pequeños aprendemos a ser solidarios, empáticos y a respetarnos entre nosotros, muchos problemas de nuestra sociedad se resolverían.
Para el virus del COVID-19, sólo queda mantener la calma y la empatía hacia los demás, respetar las medidas de prevención y mantenerse informado por fuentes serias, lo bueno es que es temporal y después todo volverá a la normalidad.
Para las mujeres la lucha continúa, ojalá el machismo fuera un virus temporal.
Marzo de 2020.
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