Grandes Maestros del Arte Popular Mexicano, una reseña. por Verónica Rocío Orospe Hernández

Grandes Maestros del Arte Popular Mexicano, es una exposición presentada por Citibanamex, a través de Fomento Cultural Banamex con la colaboración de varias fundaciones y la cual permanecerá hasta mayo de este año en el Palacio de Iturbide. La finalidad es celebrar veinte años de la primera exposición de una equivalente en 1998 en el marco del Programa de Apoyo al Arte Popular de la misma institución, que inició en 1996, con la finalidad de evitar que se extingan esas manifestaciones arte popular en nuestro país.


Lo primero que llama la atención es la gran inversión, lo que es comprensible al tratarse de una exposición privada, lo cual me provocó sentimientos encontrados. Por un lado, el discurso de los organizadores es que la fundación ha inyectado el capital necesario para que los maestros artesanos puedan seguir haciendo su labor en las mejores condiciones y que pasen su conocimiento a las nuevas generaciones, además de promoverlos. Pero por el otro, no confío en las buenas intenciones de los bancos, menos si son extranjeros, y resulta un poco triste que sean ellos quienes poseen la más grande colección de artesanía mexicana. A pesar de lo anterior, he de aceptar que ​es un deleite poder apreciar tal cantidad de piezas juntas. ​Las expresiones artísticas que se muestran son de la más alta calidad y reflejan la diversidad de materiales y técnicas artesanales con la que cuenta nuestro país, entre ellas: madera, piedra, textiles, metales, papel, piel, y fibras vegetales.
El día que asistí tuve la oportunidad de contar con una vista guiada, en ella nos explicaron que desde hace 22 años, aproximadamente, la fundación busca maestros artesanos, les compra obra, mejora las condiciones de su taller y promueve la capacitación a las nuevas generaciones, con el fin de que el arte popular continúe. Esto no solo beneficia a los maestros artesanos, sino también a sus familias y comunidades. Algunos de los exponentes más destacados son: Jerónimo Reyes, que trabaja el barro vidriado en Michoacán; los hermanos Magdalena y Carlomagno Pedro Martínez, quienes esculpen barro negro y son de Oaxaca; Juana Gómez, quien es célebre por crear enormes jaguares de barro; la familia Soteno oriunda de Metepec, con sus imponentes árboles de la vida; y la familia Linares creadora de una tradición de alebrijes y que es originaria de la Ciudad de México, entre otros. Todos ellos son reconocidos a nivel mundial y han viajado por el mundo, cuentan con galerías y clientes, sobre todo internacionales, que pagan grandes sumas de dinero por sus obras.

Al centro del patio central de esta joya arquitectónica del barroco mexicano, se encuentran cuatro ambientaciones, que la curaduría de la exposición ideó con la finalidad de promover que la artesanía mexicana forme parte de la vida diaria de los mexicanos, según nos comentó la guía. La ambientacion de sala fue mi favorita, ya que, desde mi punto de vista, logra un equilibrio entre lo contemporáneo y lo tradicional, entre el diseño y la artesanía. Con una paleta de color casi monocromática, que se rompe con el brillo dorado de una silla Friedeberg, y que tiene un diálogo con varias piezas de barro negro, una silla Porset y dos jaguares de Pedro Gómez, hermano de Juana.

En el primer piso del palacio, la exposición está dominada por los textiles que me dejaron anonadada, ya que, aunque había tenido contacto con algunos, nunca había visto unos de tal maestría. Además, también en la parte de arriba, tuve la oportunidad de asistir a una pequeña exposición de textiles de Oaxaca que estaba recién inaugurada. Huipiles, pozahuancos y otras prendas, en su mayoría blancos que me parecieron dignos de llamarse obras de arte. Honestamente, me encantaría que los mexicanos recuperáramos y nos reapropiáramos de estas prendas y técnicas tradicionales, en lugar de que predominaran prendas producidas industrialmente en otros países, bajo esquemas de explotación a otros artesanos.

Como última reflexión, pienso que como mexicanos somos afortunados de contar con este legado de técnicas y tradición. Tanto en los textiles como en los demás rubros, somos nosotros quienes deberíamos apreciar y consumir el artre popular mexicano, e incluso estar interesados en aprender las técnicas. En cuanto al diseño, podría alimentarse e influenciarse del arte popular y no verlo como algo ajeno y de menor valía.

Febrero de 2020.

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