Es esta una pregunta que
posiblemente se antoje muy simple; sin embargo, responderla con rigor y a
detalle nos conduce a una necesaria reflexión mas profunda sobre el proyecto.
En otras palabras, ¿podría hablarse de un buen proyecto sin saber cómo y con
qué se construye? La materialización y el proyecto se implican mutuamente y, desde
los primeros momentos del proceso proyectual hemos de ir respondiendo a la
pregunta: ¿cómo se hace?
Una segunda consideración (quizás parecerá obvia) es que
los materiales y la tecnología a emplear sean los apropiados. Pero, ¿qué es
apropiado? rápidamente el sentido común nos responde teniendo presente algunos
aspectos básicos: la durabilidad, el costo, el tiempo de ejecución, la
disponibilidad de materiales y de mano de obra capacitada. Calificar a la
materialización como apropiada está también en razón de su correspondencia con
exigencias del programa, tales como las características del suelo, el clima,
los claros estructurales convenientes a los espacios o, incluso, ciertas
posibles expectativas evocativas para habitante. Más aún, no es raro que el
arquitecto tenga un aprecio especial por algún material y que ello le conduzca
a explorar sus posibilidades más ampliamente. En este horizonte podremos
transitar del ladrillo artesanal a los cristales dobles prefabricados; del
milenario martillo y la carretilla tradicional al complejo programa de cómputo.
Según se requiera.
Acompaña al prurito por la modernidad considerar que la
tecnología a ocupar debiera ser aquella mas reciente para producir así obras de
nuestro tiempo. Sin embargo, siendo la arquitectura, como diría Octavio Paz,…testigo
insobornable de la historia… será entonces para bien (o para mal) irremediablemente
de su lugar y de su tiempo. Por ello, poco habría de preocuparnos ser modernos
(y, por supuesto, menos aún, estar a la moda). Mejor, a lo que habrá que aspirar es a responder en profundidad al
programa arquitectónico; a ese conjunto de condicionantes y fundamentos del
proyecto que inicia con el habitante y que dan la pauta para la elección de la
estructura, los materiales y el sistema constructivo. Bien señalaba Vladimir
Kaspé que… la esencia del proyecto radica en el programa.
Cuando la estructura
adquiere un papel más significativo en la configuración del espacio, la lógica
inherente de ésta refuerza la idea del vínculo entre materialización y
proyecto. En este sentido conviene
también tener presente que cada tecnología y sus respectivos materiales
establece en cierto modo un lenguaje específico; si bien es claro que es
posible decir muchas cosas con un mismo lenguaje o sistema constructivo, al
mismo tiempo éste dotará a la obra de características que le son naturales. Con
todo, la expresión del arquitecto, si bien puede ser afín con un sistema
constructivo, en su ejercicio de proyecto puede decirse en distintos lenguajes,
con diversas tecnologías; como el pintor que puede habituarse al óleo, pero
será capaz de emplear acrílico o
acuarela.
Finalmente, si la creatividad radica en la capacidad de
establecer nuevas relaciones entre cosas conocidas, requerimos mantener una
disposición de apertura hacia el conocimiento de materiales y procedimientos
constructivos, antiguos y actuales. Un abanico más extenso de alternativas de
combinación nos dará mayores posibilidades de aportación.
Corte por fachada del claustro de CYAD de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco. Autor: Arq. Pablo Quintero Valladares.
Corte por fachada de la Casa GH. Autor: Arq. Pablo Quintero Valladares
Noviembre 2014.
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