Mérida 2013 (1), ciudad y arquitectura . Por Alejandro Ochoa Vega



Mérida, la capital del Estado de Yucatán es uno de los lugares donde a pesar de que ya se conozca y se haya visitado en varias ocasiones, siempre agrada y sorprende. Su calidad urbana tiene que ver con la buena conservación de su Centro Histórico, una expansión de la ciudad de la primera mitad del siglo XX, donde conviven sin sobre saltos arquitecturas del eclecticismo porfiriano, neocolonial, art déco y primera modernidad con otras posteriores, y finalmente la urbe de los últimos 60 años, que a pesar de ciertas contradicciones y desigualdades, define un crecimiento ordenado en buena medida.

La historia marca una ciudad fundada en 1542 sobre un antiguo asentamiento maya, con una traza regular, alrededor de su Plaza Grande, la catedral concluida en el siglo XVI, así como la Casa Montejo del mismo periodo de fachada plateresca, ahora convertida en museo de sitio. Mérida y su región tuvieron un desarrollo económico significativo en el porfiriato, gracias a la explotación del henequén, por lo que surgieron muchas haciendas en el campo, varias de ellas recuperadas como hoteles “boutique”, y en la ciudad grandes mansiones afrancesadas para la clase burguesa en auge. El Paseo Montejo, diseñado a la manera del Paseo de la Reforma o de los Campos Eliseos de París fue el escenario y arteria principal, para casas como el Palacio Cantón, hoy Museo Regional de Antropología e Historia, de principios del siglo XX, de un eclecticismo exuberante. Algunos barrios y colonias, varios de ellos con su propia plaza y templo, conforman una ciudad de carácter amable y cálido, así como su clima, de más de 30° casi todo el año.

Durante el periodo posrevolucionario, Mérida aportó, con la obra del arquitecto Manuel Amábilis, su versión nacionalista y regional, el Neomaya. El Monumento a la Bandera en una de las glorietas del Paseo Montejo, y el Parque de las Américas en la colonia García Ginerés, entre otros proyectos reflejan un estilo propio, ligado a un pasado prehispánico, pero a la vez de una modernidad monumental. Otros arquitectos que transitaron hasta el funcionalismo de los años cincuenta y sesenta fueron Carlos Castillo Montes de Oca y Alberto García Bolio con innumerables casas y edificios. Para fin de siglo XX nuevas generaciones se han hecho presentes en la arquitectura de Mérida y su región, como Augusto Quijano, ganador dos veces de la Bienal de Arquitectura Mexicana, realizador con otros colegas del polémico Centro Cultural Olimpo, en plena Plaza Grande, Enrique Duarte, autor del Hospital de Alta Especialidad y Jesús Muñoz responsable del proyecto de la Procuraduría de Justicia del Estado, entre muchos otros.

Para el siglo XXI, Mérida y sus arquitectos despuntan como un enclave de arquitectura mexicana contemporánea de gran relevancia. Con una Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Yucatán, que en su posgrado produce una revista de artículos de investigación, desde hace más de veinte años, y que por lo mismo ha contribuido a una formación solida de los arquitectos locales. Uno de ellos, Roberto Ancona, autor de varios de los proyectos para la misma UADY, en el caso de la Aula Magna para la Facultad de Ingeniería, intervención a un modesto auditorio previo de tecnología CAPFCE, refleja un dominio del oficio, sin alardes ni elocuencias, solo una respuesta discreta y elegante.

Enero, 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario