La
relación entre música y diseño gráfico en la época contemporánea es un fenómeno
muy interesante, podemos incluso remontarnos a la época del inventor de las
portadas de discos: Alex Steinweiss, en 1938, antes de él los discos eran
empacados en sobres café o gris conocidos como tombstones. La finalidad del diseño en las portadas de discos no ha
cambiado desde entonces, aunque muchos quisieran decir que es para hacer
funcional el tener ese objeto: “Steinweiss’s
idea to create a package that had something visual on the outside to lure the
consumer was a huge success”. Se debe tomar en cuenta que los viniles en
comparación con los discos compactos, en su formato más grande llegaban a las
12 pulgadas (30.5 cm) lo que permitía una mayor superficie de trabajo para el
diseñador o artista. Con el tiempo y aparición del CD en 1981, se podría pensar
que lo conocido como “arte del disco” vendría en decrecimiento, sin embargo
gracias al desarrollo paralelo de las tecnologías para el diseño gráfico se han
podido explorar nuevas formas de presentación; desde discos en cajitas de
cartón hasta ediciones especiales como el cd del Nevermind de Nirvana que venía dentro de una bolsa con agua y un bebé en miniatura de plástico flotando.
Ahora muchas de las ediciones especiales más allá del uso de internet para su compra en línea
recurren al formato de 12 pulgadas. Con esas ediciones
especiales el disco se convierte en un artículo de lujo (de colección) cuyo
deseo de adquisición, hace que los fans consuman,
agoten y contribuyan al fluir del capital.
Por
otro lado tenemos colaboraciones muy interesantes entre el diseño gráfico y la
música popular contemporánea. Una de ellas se dio con la portada del God Save the Queen de Sex Pistols,
diseñada por Jamie Reid contribuyendo al diseño
gráfico posmoderno.
El diseño gráfico posmoderno, cuya biblia, por así decirlo es el
libro No More Rules: Graphic Design and
Postmodernism de Rick Poynor, marca una pauta en el diseño después de las
vanguardias; retomando, copiando, mezclando, utilizando e incluso siendo
coparticipe de la creación y no sólo en la parte que regularmente se hace al
final (ejemplo Rem Koolhas y Bruce Mau con el libro S M L XL), es decir, el
diseño.
Volviendo
a las portadas otra colaboración importante es la hecha por Bowie y Vasarely
para la portada de la edición de 1969 del Space
Oddity. Vasarely como padre del Op – Art da un toque especial a la portada
con esos círculos azules alrededor y a través del rostro de Bowie. No se puede
dejar de lado la portada de The Velvet
Underground & Nico de 1967 hecha por Andy Warhol, cuyo nombre aparece
en la misma portada, denotando la influencia y el ego que tenía este ícono del
Pop – Art en la concepción de este disco. Tal vez menos conocidos por unos y
muy admirados por otros Kraftwerk y la portada diseñada por Karl Klefisch para
el disco Die Mensch – Maschine de 1978 inspirada
por el trabajo de El Lissitzky. La portada del Closer de Joy Division diseñada por Peter Saville y sacado a la
venta a modo de obra póstuma en 1980 tras la muerte del líder de la banda Ian
Curtis. Y otro que no se puede quedar sin mención es Art Chantry diseñador de
portadas y carteles para bandas de la época conocida como grunge de mediados de los 80’s a mediados de los 90’s en Seattle.
En
México tenemos ejemplos muy claros entre música y diseño. Por un lado el chá! conocido músico integrante de
bandas como Fobia y Moderatto, realiza su trabajo de diseñador gráfico en el
despacho Hula Hula para otros artistas que no necesariamente tienen que ver con
el rock o música alternativa, abarcando diseños para Mijares hasta Fobia.
Uno
muy conocido en México, que tal parece llegó para quedarse, es el caso de Dr.
Alderete y su trabajo para bandas de rock y surf como Lost Acapulco o Los
Fabulosos Cadillacs.
Con
este breve recorrido de algunos nombres de diseñadores y músicos
contemporáneos, se puede tener una idea de lo que el diseño de una portada de
un disco al igual que en un libro debe mostrar, y reflejar lo que su interior
tiene. Complementando el arte auditivo con el visual.
Octubre,
2012
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