NUEVO EVENTO!!!


 

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¿Qué son seis meses en una casa abierta al tiempo?

 

¿Qué son seis meses en una casa abierta al tiempo?

*Juan Eduardo Bárcena Barrios

Sin el afán de aprovechar el espacio que aporta El Trazo Semanal para hablar únicamente de mi experiencia subjetiva (e inevitablemente sesgada) de la docencia, me parece pertinente contribuir con lo que pudieran ser una reflexión de interés para la comunidad académica de esta institución, a partir de mis dos primeros meses como parte del personal docente de mi alma mater.

Habiendo empezado mi carrera académica en el sistema de Tecnológicos Nacionales en la frontera norte, pasando también por la educación privada, ha sido notable el contraste entre la educación clásica escolarizada y los ideales y objetivos que el sistema modular promueve desde la enseñanza. Con problemas por demás apremiantes, empezando por el tema seguridad, pasando por migración y rematando en la tecnificación radical sin una planificación urbanística sustentable, la frontera norte adolece de los problemas sociales que trae consigo la política económica de fungir como camino entre la maquiladora y los cascos urbanos terciarizados, un ciclo que ni la recesión, ni el vaivén entre demócratas y republicanos, ni la violencia del crimen organizado han podido interrumpir, por un bien en común, el flujo de la riqueza.

En este panorama, las disciplinas relativas al hábitat se enfocan, y con razón, a la solución técnica de lo constructivo, ya sea para engrasar este sistema de engranajes económicos, desde la concreción de más industria y lugares de comercio, o aprovechando la marea creciente de la especulación urbana. La docencia, por tanto, desde la experiencia de los profesionistas que han ejercido en este ecosistema, perpetúa dicha visión en la solución de espacios habitables.

Si bien resultaría un despropósito la comparativa entre los problemas que enfrentan la sociedad de la frontera norte con la de la capital del país, en estos primeros dos trimestres como docente en la UAM, fueron disipadas las dudas (si en algún momento las hubo) del valiosísimo aporte de la visión holística de la relación entre el hábitat (como territorio y objeto) y el habitante (como colectivo e individuo).

Hay muchos recursos para documentarse sobre las extensas y cuantiosas virtudes del sistema modular, incluso, desde la posición de privilegio que posibilita nuestra universidad, de escucharlas de las palabras de aquellos que volvieron praxis la teoría que ahora bombardeamos con gran comodidad quienes, desde la mejor de las intenciones, buscamos aprovechar nuestra inexperiencia y optimismo para adaptar el modelo a nuestro contexto actual, que, en muchos casos, nos ha tocado padecer. Después de todo, el camino a tomar después de la universidad está lleno de incertidumbre; el flamante exalumno, que contempla el océano de posibilidades que ofrece ejercer su profesión, encontrará muchas veces como lo más sensato dejarse llevar por la corriente, que no necesariamente llevará a tierras fértiles y aguas tranquilas.

En la búsqueda por insertarse a la economía del país, quien tiene la oportunidad de dedicar tiempo a la reflexión se dará cuenta que se necesita con carácter urgente una reestructuración sistemática y democrática, acompañada de un cambio de las condiciones materiales de la sociedad; claro que el hábitat forma parte de ellas. Tomando lo mejor de ambos mundos, frontera y capital, el conocimiento técnico y empírico de la construcción brinda la posibilidad de materializar aquello que se gestó desde la investigación del objeto de transformación, como una oportunidad de incidir no solo en los ideales de los futuros profesionistas, de los colectivos y el habitante, sino de cambiar el escenario donde se da la vida en el día a día, el monstruo metropolitano, principal objeto de transformación de la universidad.

Seis meses resultan muy poco para pretender que se tiene respuesta a cómo mejorar cualquier cosa, pero como dicen, “cada uno habla de la feria según le va en ella”, y en mi caso no resulta complicado reconocer lo factible que fue en su momento caminar una senda donde poco o nada hubiera podido aportar de la visión integral del hábitat que me brindó el sistema modular. La concreción de la realidad material lleva delantera desde la visión positivista, por lo que es indispensable identificar los reales y verdaderos medios por los cuales será posible incidir cualitativamente en nuestra realidad inmediata. El panorama es el siguiente: la vivienda digna es un bien utópico para la mayor parte de la población, se imprimen viviendas 3D con programas arquitectónicos genéricos, la inteligencia artificial zonifica la vida de quien pueda adquirir el equipo y software necesarios y la infraestructura de todo tipo colapsa ante el incremento poblacional y la desatención de las administraciones públicas; ante ello, se hace necesaria la aceptación de la tecnificación con visión y contenido legislativo desde la docencia, sin dejar de lado las ciencias sociales; la UAM, como casa abierta al tiempo, abraza la incertidumbre como lienzo para diseñar mundos posibles, plurales y congruentes, y como profesor de teoría e historia, no descarto el caos como escenario desde el cual los futuros diseñadores construirán los cimientos de la esperanza de un cambio para todos.

 


*Mtro. Juan Eduardo Bárcena Barrios

Profesor asociado, departamento Teoría y Análisis

SEPTIEMBRE, 2024