Más allá de la sensibilización
José Ángel Campos Salgado*
A partir de la toma de las instalaciones de las cinco sedes de la Universidad
Autónoma Metropolitana por parte de alumnas, alumnos y alumnes se han
elaborado documentos por las organizaciones del alumnado, a las que han dado
respuestas las autoridades, en este caso, de la Unidad Xochimilco. En estos
textos se mencionan algunas propuestas para generar una conciencia colectiva de
lo que significan los derechos de las mujeres y otros géneros a una vida libre de
violencia, pues las agresiones sufridas por varios años son las que detonaron este
conflicto.
El proceso, como todos aquellos que ponen en crítica las condiciones existentes,
puede prologarse sin un tiempo límite para su solución, sin embargo, el mayor reto
es poner en operación las medidas que decidan tomar las autoridades
conjuntamente con los grupos organizados por parte del estudiantado, para que se
lleven a cabo los cambios exigidos. Y siempre habrá que considerar que en un
tiempo más prolongado tendrá que revisarse de nuevo todo aquello que se
propuso, pues como lo evidencia la situación actual, ninguna norma y su
aplicación son perenes.
En función de lo anterior, estas reflexiones intentan establecer un marco
conceptual y una propuesta para alcanzar uno de los propósitos que está en las
demandas que el alumnade ha expuesto, teniendo en cuenta que la universidad
ya cuenta con Políticas Transversales para Erradicar la Violencia por Razones de
Género. Dicho documento de la legislación de nuestra institución establece que la
perspectiva de género es una visión científica reconocida jurídicamente a nivel
nacional e internacional, coincidiendo con la idea rectora de que un sistema
universitario es generador de conocimiento científico; por ello todas las medidas
que se tomen para cambiar la situación actual deberían tomar en cuenta estos
antecedentes.
Una demanda ha estado continuamente en los pliegos petitorios presentados por
el alumnado en paro y ha sido respondida por la universidad con la firma de los
cinco rectores de unidad y el rector general y en tal documento se estipula que la
Rectoría General dará a conocer , el 31 de marzo, un programa anual de cursos
de sensibilización, formación y actualización sobre derechos humanos,
perspectiva de género, cultura de paz, entre otros temas, mismos que estarán
dirigidos a la comunidad universitaria en función de las actividades que realiza. Así
mismo, en la Políticas Transversales citadas en el párrafo anterior, para el caso de
la docencia se señala, en el punto 2.3: “Promover actividades de docencia que
difundan los principios de igualdad de género y que contribuyan a la erradicación
de la violencia por razones de género y la discriminación”.
Al leer con más atención esos párrafos se vuelve evidente que hay una
preocupación compartida por la falta de sensibilización sobre estos temas y
podríamos afirmar que no existe una conciencia del profundo significado que
tienen las demandas que se enarbolan detrás de los casos que han desatado esta
movilización. Se trata, ni más ni menos, de asumir todos los planteamientos que
han sido reivindicados por el movimiento feminista mundial. También hay que
tomar en cuenta que la violencia de género ha ido en aumento en medio de la
violencia generalizada que se vive en nuestro país y otros en el mundo. Algunos
autores atribuyen esta situación a los dos años de reclusión que vivieron todas las
sociedades por la pandemia del SARCOV 2, y otros señalan que es en el
desequilibrio que vive el capitalismo globalizado mundial donde se ubica el origen
de esta condición pues este no encuentra modo de mantener sus tasas de
ganancia frente a las limitaciones que le va poniendo el crecimiento de la
población, el agotamiento de las reservas naturales y el desarrollo de los medios
de comunicación que ahora no permiten ocultar la enorme, gigantesca
desigualdad social, pero dejan de lado el tema de patriarcado y sus
consecuencias.
En base a lo anterior es necesario hacer una afirmación. Una actividad que
pretenda sensibilizar, formar o actualizar sobre este tema tiene pocas
posibilidades de influir en la transformación de los modos de pensar y actuar de
quienes se han mantenido ajenos a esta problemática. La limitante de unos cursos
abiertos para el caso es que son esporádicos, de asistencia voluntaria y para una
población sumamente escasa frente a una comunidad tan grande como la que
constituye un centro educativo como la Unidad Xochimilco de nuestra universidad.
Además, se necesita ir más allá de una sensibilización sobre el tema. Como lo
establecen los principios rectores de la UAM X, se trata de conocer la realidad
para transformarla, para alcanzar un modo de pensar y actuar diferente con
respecto a las mujeres y otros géneros que están presentes en la comunidad
uamera y en la vida social de nuestro país.
Tomando en cuenta los principios del Sistema Modular de Xochimilco, de lo que
se trata es de construir un nuevo conocimiento a partir de procesos de
investigación colectiva sobre una temática que ha estado ajena a los diversos
campos de las áreas tradicionales; un conocimiento que no tiene muchos
antecedentes y que debe estar en continua actualización para ir profundizando en
sus aportaciones. La propuesta consiste en incorporar en todos los planes de
estudio de todas las licenciaturas de la UAM Xochimilco cursos de historia de las
mujeres y otros géneros, donde se investiguen las tareas, las acciones y las
aportaciones que estos géneros han sostenido a lo largo de toda la historia de la
humanidad, pues me parece que un conocimiento de este tipo en algunos campos
es sumamente escaso y en otros tal vez es inexistente. Y claro, en primer lugar, es
necesario un diagnóstico que compruebe esta percepción.
La historia de las mujeres y otros géneros en el mundo tiene relativamente una
corta edad; en el caso de los países de mayor desarrollo se habría iniciado en los
años setenta, tal vez a raíz de los movimientos estudiantiles de año 1968 que se
vivieron en Europa y en algunos otros puntos del planeta, incluyendo México. En
cada disciplina, por supuesto, ha habido grandes aportaciones como es el caso
ampliamente conocido y reconocido de Marie Curie, la científica francesa de
origen polaco que es la única persona en recibir dos premios Nobel en diferentes
disciplinas; y ya algunas mujeres del movimiento feminista comentaran que ese no
era su apellido, sino Sklodowska y no Curie, que era el de su marido, y que el
original era derivado del nombre de su padre, heredero del patriarcado polaco.
Pero qué otros nombres de científicas tenemos como referencia los legos o qué
nombres de mujeres científicas conocen los físicos o los matemáticos, que eran
las disciplinas que Madame Curie dominaba. En la UAM X se imparte por ejemplo
la licenciatura en comunicación social, lo que en otros ámbitos se puede
denominar como periodismo y sería interesante saber si en sus aulas se reconoce
que en el siglo XVIII se dio con gran impulso el trabajo de mujeres y se publicó un
Journal des Dames, aun antes de la Revolución Francesa. Otras mujeres deben
haber tomado la estafeta, por lo que investigar esa herencia sería la tarea de un
curso de historia para quienes cursan esa licenciatura.
Para mayor argumentación pongo como ejemplo el caso de la arquitectura, para
señalar la falta de información sobre trabajos que hayan sido reconocidos como
fruto de la imaginación y el dominio del oficio alcanzado por una mujer o un grupo
de mujeres.
Hay que decir que la mujer ha estado presente en la arquitectura desde tiempos
remotos pues se puede observar que en las tumbas o templos edificados por los
egipcios aparecen figuras femeninas esculpidas o pintadas para contar la historia
del faraón, a quien se dedicaba la obra y que, en algunos casos, estas obras eran
hechas para recibir los restos de alguna esposa del faraón, que alcanzó a ser
nombrada como su heredera.
El más típico de estos ejemplos es el de la Acrópolis de Atenas donde un de los
templos más antiguos, el Erecteón, tiene su cubierta soportada por las Cariátides,
columnas cuya forma escultórica es femenina, incluyendo sus cabezas
convertidas en capitel, y donde el templo principal, uno de los paradigmas más
reconocidos de la arquitectura occidental, el Partenón, está dedicado a una diosa,
Atenea. Poco sabemos de la mujer en la edad media, aunque se puede observar
su figura en las construcciones de aquella época, pero en tareas como la
contemplación mística, y en ningún caso como colaboradora en las obras de
edificación de las grandes catedrales góticas.
De los siglos sucesivos tampoco tenemos referencias; y a pesar de que en la
revolución francesa se inició el reconocimiento a las mujeres como parte de la
mitad de la humanidad no es sino hasta el siglo XX cuando se han ido rescatando
algunos nombres a partir de su participación al lado de sus parejas masculinas,
donde la verdadera autoría de la obra es precisamente de la mujer. El tema de la
participación de la mujer que queda subordinada en su reconocimiento por el
crédito concedido a sus amigos o compañeros de género masculino como autores
de sus trabajos se conoce hoy como "efecto Matilda", por la denuncia que hizo la
sufragista Matilda Joslyn Gage cuyo nombre fue rescatado en 1993, para
denominar de esta manera al ocultamiento de lo femenino.
Para el caso de la arquitectura, solamente hasta el siglo XXI se han reconocido
con el premio Pritzker a varias mujeres: Zaha Hadid en 2004, Kasuyo Sejima en
2010, aunque en conjunto con su marido, Ryue Nishizawa, Carme Pigem en 2017
con sus socios varones, Yvonne Farrell y Shelley McNamara en 2020, por primera
vez una sociedad de mujeres, Anne Lacaton en 2021 junto con otro varón, Jean-
Philippe Vassal, su marido. Y hoy hay que considerar el reconocimiento póstumo a
la arquitecta francesa Renée Gailhousete fallecida en enero del presente año y el
otorgamiento de la medalla de oro 2023 de la RIBA concedida a la arquitecta
paquistaní Yasmeen Lari. Cabría preguntarse si además de sus nombres son
conocidas sus obras pues la difusión ha estado concentrada en los trabajos de
Zaha aun después de su fallecimiento.
Lo que me parece importante de esta propuesta es que al incorporar esta tarea en
los planes de estudio estamos construyendo un nuevo conocimiento que
profundiza lo que ya se conocía y lo que hoy se descubre: el papel que las
mujeres han tenido en cada disciplina. Se trata entonces de ir más allá de la
sensibilización para llegar al reconocimiento profundo y este se alcanza a través
de la historia. Es la historia la que nos permite ubicarnos en el mundo, la que nos
descubre cuáles son nuestras raíces y de qué manera hemos ido conformando
una cultura y un modo de pensar y actuar. Y si ese conocimiento histórico lo
convertimos en un análisis crítico entonces acabaremos por visualizar la
verdadera condición en que han vivido las mujeres y otros géneros y lo que han
aportado al desarrollo de la humanidad; y veremos como el patriarcado, es decir el
mundo elaborado por los varones, ha limitado su aportación que ahora aparece
como una enorme posibilidad de enriquecer la vida del ser humano.
En cada disciplina es posible realizar esta tarea, aun en el campo de las ciencias
más abstractas pues no es suficiente saber de unos principios u otros, sino cómo
ha sido la evolución de cada uno de los conceptos, y ahí, en esa tarea, pudiera
haberse dado la participación de otros géneros de los cuales desconocemos su
presencia. Construir esa historia es una tarea deseable y posible. Se trata de
impulsar a nuestros alumnos a que, en conjunto con sus docentes, en algún
momento de su avance por los estudios de su disciplina, aborden esta acción. No
podemos verlo como un desperdicio de tiempo sino como una base imprescindible
para continuar en el desarrollo de la formación de los egresados de nuestra
universidad.
Área de Procesos Históricos y Diseño, Departamento de Métodos y Sistemas,
División de Ciencias y Artes para el Diseño
UAM Xochimilco
Mayo, 2023