Christian Antonio Olvera
Ramírez
El día 20 de enero pasado,
se llevó a cabo la segunda conferencia de la Academia Nacional de Arquitectura
de este año, a través de zoom y sus redes sociales, sobre el complejo turístico
Four Seasons Tamarindo, en las
costas de Jalisco, proyecto de los arquitectos Mario Schjetnan, Victor
Legorreta y Mauricio Rocha. En primera instancia Legorreta reconoció que la
colaboración con Mauricio Rocha y todo el equipo fue muy positiva dejando fuera
los egos personales. Por su lado Rocha señaló que ha sido un trabajo de siete
años donde el aprendizaje fue lo más importante para él.
El proyecto ubicado en el
pacífico mexicano, en Cihuatlán Jalisco, Legorreta apuntó que por un lado está
el mar y por el otro una selva impresionante. El reto fue enmarcar el paisaje y
tratar de hacer desaparecer a la arquitectura. Four Seasons como cadena ha
tenido como política, hacer la misma arquitectura en cada uno de sus hoteles,
sin embargo los autores de este nuevo proyecto reconocen que ha sido un error,
ya que cada proyecto debe responder a la cultura local donde sea construido.
Como referentes culturales e
históricos, Legorreta señaló que hicieron un análisis tanto de la cultura prehispánica,
como de la herencia colonial y por último tomaron referencias de la
arquitectura contemporánea de sus propios despachos, así como la que se ha
manifestado en nuestro país. Buscaron hacer un edificio sustentable utilizando
materiales propios de la región, con formas que integraran la topografía del terreno, y que la cultura del
lujo para el usuario final se volcara a vivir con menos bienes materiales, y
más con la convivencia con la naturaleza.
Mauricio Rocha por su parte
hizo referencia a que ir a un hotel siempre es una nueva experiencia, y lo
complejo que fue hacer una arquitectura que no fuera invasiva con el paisaje,
es decir, que la inserción de la nueva construcción se fuera perdiendo conforme
la selva se hiciera más fuerte con el tiempo. Por su lado Schjetnan recalcó que
este proyecto ha sido un continuo desafío, por el hecho de implantar
infraestructura y estructuras arquitectónicas dentro de un contexto topográfico
y geológico muy complicado. Un ejemplo paradigmático de continua colaboración
interdisciplinaria y dialogante.
La minuciosa selección de
materiales locales de la región, estuvo aunada al comportamiento con la humedad
y clima propio del lugar, afirmó Rocha. Fue una búsqueda donde se buscó la
mimetización entre los materiales y el paisaje, por lo que la mínima cantidad
de los mismos, se convirtió en una prioridad. En lo que se refiere a los
interiores, el mismo Rocha afirmó que fue no sólo un trabajo en conjunto sino
que implicó muchas reuniones para la toma de decisiones, en donde se
discutieron cada una de las propuestas planteadas por los desarrolladores y
promotores.
Para la envolvente,
Legorreta comento que trabajaron con Cemex directamente para obtener un
concreto color arena que fuera muy similar a la de la playa local. Para lograr
esto hicieron muchas pruebas para ver el comportamiento dentro del clima
selvático y lograr un resultado óptimo que fuera funcional con un
envejecimiento digno al paso del tiempo. En la parte natural del terreno,
Schjetnan aseveró que hicieron un estudio minucioso, en donde se encontraron
tres tipos de ecosistemas diferentes, la majahua (planta local), la selva y la
playa duna. Se hizo un levantamiento de todos los árboles especiales que tenían
que salvar para el proyecto, pero también se hizo la recuperación misma de la
selva con la implantación de nuevos árboles locales, adosados a los edificios
para tratar de mantener el mismo contexto.
En resumen, de esta
colaboración entre Rocha, Legorreta y Schjetnan coincidieron en que fue algo
muy enriquecedor, al integrar los diferentes lenguajes de cada despacho. El objetivo
prioritario que establecieron desde un principio, fue el respeto por el paisaje
y que mientras más desapareciera la arquitectura, mejor.
A lo largo de la sesión,
pude ver algunos comentarios que se hicieron durante la conferencia en el chat
disponible, donde la mayor parte fueron felicitaciones a los arquitectos
involucrados y a su proyecto. Sin embargo hubo algunos que lo consideraron
invasivo, en lo que coincido, ya que a pesar de que hicieron replantaciones de
árboles locales, todos los metros cuadrados de selva que se perdieron, no se
vuelven a recuperar. El tema es complejo, porque al final la buena arquitectura
pretende ser más que metros construidos, pero sin olvidar que también es un
negocio. Por lo que habría que preguntarse, cómo es que las autoridades locales
y federales autorizan proyectos en estos
terrenos naturales, donde las cadenas hoteleras de orden internacional se
aprovechan. Un tema para seguir reflexionando.
Enero 2021
*Pasante de arquitectura,
UAM Xochimilco.
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