Hace
un par de años ENADII convoco a la comunidad estudiantil de arquitectura a
participar en su primer concurso de ideas, al cual tuve la oportunidad de
inscribirme junto con dos compañeras de la Universidad. El concurso consistía
en desarrollar “El Museo del Diseño”, en donde el diseño (la forma) debía de
ser lo más trascendente, puesto que el proyecto ganador no se construiría por ser
solo un ejercicio para promover la creatividad, era una oportunidad para poder
experimentar con formas espectaculares y diseños de vanguardia.
A
nosotros nos pareció interesante el poder participar y proponer un diseño
atractivo, pero consideramos aun más importante prestar atención al entorno del
sitio en donde se proyectaría el museo. La ubicación era a un costado de
avenida Reforma, en una zona que forma parte del bosque de Chapultepec.
Declarada área de valor ambiental, sabíamos que cualquier construcción nueva en
esta zona siempre puede causar polémica, conflictos y hasta repulsión por parte
de las autoridades o los ciudadanos. Decidimos que el diseño de nuestra
propuesta tendría que respetar su contexto, logrando conservar su carácter de
espacio público y verde, dándole un enfoque sustentable, por lo que nuestro
museo se desarrollaría bajo tierra. Finalmente así lo llevamos a cabo,
antepusimos a la función antes que la forma, y aun que no ganamos, como todo
concurso nos dejo una gran experiencia. La arquitectura no solo se trata de imagen,
sino que conlleva a algo más profundo, se trata de una estrategia que pretende
dar posibles soluciones a los problemas de la Ciudad.
En
estas últimas semanas recordé la propuesta de nuestro museo, al anunciarse que
está a punto de inaugurarse el nuevo centro comercial Garden Santa Fe, a cargo
de KDM architecs y Arquitectoma, se desarrolla bajo suelo. Con un concepto
perceptiblemente sustentable presenta como fachada principal a un parque que se
encontraba abandonado, rescata las áreas de esa superficie para convertirlas en
un espacio de esparcimiento para los visitantes y vecinos de la zona. Los
establecimientos y el estacionamiento se desarrollar hasta 35 metros bajo nivel
de la calle, iluminados y ventilados naturalmente por una especie de conos
acristalados; el amplio estacionamiento de cuatro pisos, pretende ayudar a
descongestionar los espacios de la zona en horas pico. El complejo cuenta
además con calentadores solares, captadores de agua pluvial, tratamiento de
aguas grises, ahorradores de agua potable y facilidades de transporte. Promete
ser una estructura de bajo impacto ambiental.
Aunque el proyecto de Garden Santa Fe es anunciado como el
primero de su tipo en México y Latinoamérica, podemos encontrar algunos otros
ejemplos similares en nuestro país. El Museo Papalote Verde, diseñado por la oficina
del arquitecto Iñaki Echeverria, es un espacio que se desarrolla 13 metros bajo
el nivel del suelo, integrando tecnologías verdes. Ubicado en el Parque Fundidora de Monterrey, la estrategia del proyecto contempla también la
restauración de dos estructuras industriales y la creación de un paisaje nativo
en su exterior (incluyendo el techo de la estructura subterránea), para
convertirse en un espacio de encuentro y convivencia, en donde mediante el
juego y la interactividad se fomentara en todo visitante una responsabilidad
ambiental. Lamentablemente la obra está detenida y no se ha podido concretar
debido a la falta de recursos económicos. El problema de estos desarrollos es
que suelen elevar sus costos, debido a que las cimentaciones especiales y la aplicación
de tecnologías verdes suelen ser aun muy costosas.
Otros proyectos de este tipo pueden ser el Teatro Cervantes, ahora Teatro Telcel, en Plaza Carso o el Rascasuelos diseñado por Bunker. El primero es un teatro subterráneo que apenas señala su presencia con una elegante estructura metálica, en una plaza donde rigen la imagen y los edificios icono. El segundo de mayor magnitud, es una propuesta bajo la plaza del Zócalo que busca desarrollar una alternativa de densidad en un centro histórico en donde parece ya no haber lugar para construir y se prohíben demoler los edificios históricos.
Estos
proyectos parecen ser viables y pueden convertirse en un interesante ejemplo de
una arquitectura que busca privilegiar al espacio público y abierto, antes que
al privado y cerrado, intentando dar un respiro a los habitantes de una ciudad
que sabe que va a seguir desarrollándose, pero no sabe como crecer, pues se
niega a ser propositiva, demuele antes que recuperar, se expande y no se concentra;
y confunde la idea de densidad con el solo erigirse verticalmente, logrando
únicamente consumir y aplastar a su contexto.
Mayo, 2014
Mayo, 2014